La
calma del encinar
COSA NOSTRA
Tomás
Martín Tamayo
Blog
Cuentos del Día a Día
La nívea Cospedal es fría incluso cuando intenta arengar a
la tropa y donde pretende poner un soplo de ilusión, le sale un cierre de filas
-“lo que tenemos que hacer es defender lo nuestro y a los nuestros”- que rezuma
“cosa nostra” en estado puro. Qué penosa la imagen de “todos a una”, puestos en
pie y aplaudiendo la mentira y el enrocamiento en las malas artes de la
Cifuentes. Malo es, por inútil, intentar que las heridas cicatricen
ignorándolas o por el voluntarismo zafio de untarlas con boñigas entusiastas.
En la convención “fuenteovejunesca” del PP, mejor les hubiera ido con un máster
de realismo o yéndose de bares por Sevilla.
El cuerpo del PP, con
su gente buena, la mayoría, y sus desperdicios, muchos, está sobrado de costurones mal cerrados y llegará a
la cita de junio de 2020 arrastrándose
por su incapacidad para desprenderse de los tejidos muertos. El lastre se hará
visible en las elecciones municipales, autonómicas y europeas, en las que
muchos, pese a su buena gestión, se verán apartados por un electorado que, a la
desesperada, busca alternativas lejos de tanto “marianismo” impasible y
besucón, paraguas de todas las irregularidades. ¡Besaruinas!
El PP sufre aluminosis y tiene la demolición anotada, como
la caducidad de un yogurt. El Gobierno, átono, sin voz ni capacidad, sigue los
pasos de Rajoy, a 7 km/h, superado en línea de meta incluso por unos golpistas
que le están ganando el pulso en el ámbito internacional, porque sus embajadas
de mentirijilla han sido más eficaces que las nuestras de relumbrón.
¿Inglaterra, Bélgica, Suecia y Alemania se han confabulado contra España? Qué
disparate, creer que son los demás y no nosotros los que llevamos el paso
cambiado. Si no se nos respeta es porque no merecemos respeto, porque nuestro
éxito más visible es ocupar el cajón más alto de la corrupción en Europa y
porque se ha hecho patente que carecemos de respuesta incluso para las algarabías callejeras. Nos pueden los
acontecimientos. Todos.
Con semejante inacción e incapacidad, pretendiendo que los
problemas se resuelvan por oxidación, no podemos extrañarnos de que desde fuera
nos miren con más indiferencia que lástima y que un personajillo como
Puigdemont consiga en la amiga Alemania y en el gobierno de nuestra amiga
Ángela Merkel, la ministra de Justicia cuestione las razones de una euroorden
del Tribunal Supremo y se alinee y aplauda las de un tribunal regional alemán. ¿Rajoy
pretende que los jueces le resuelvan los problemas políticos, el rey de la cara
y que en la Unión Europea tiren los penaltis para que él se apunte el gol,
mientras sigue de perfil y en plan gato de yeso? ¡Pues va listo el listo!
¿“Defender lo nuestro y a los nuestros”? La omnipresente
Cospedal debería aclarar qué es “lo nuestro” y quienes son “los nuestros”,
porque dejarlo así es meter en la coctelera del fango a todo el partido. Pero
nadie en el PP levanta la voz y todos, como marionetas, se dejan meter la mano entre los faldones, para levantarse,
aplaudir, aceptar y validar cualquier tropelía que haya bendecido con un beso,
otro más, el impasible caminante de los 7 km/h., como si la cita electoral no
estuviera marcada y los nubarrones no amenazaran tempestades. ¿Y ahora, qué?
¿Dónde está el eco de los aplausos? J. Ruiz Taboada, en “Se te tiene que
ocurrir”, dice que “Más que el reloj, algunos deberían poner su siglo en hora”.
Pues eso.
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