sábado, 14 de abril de 2018

COSA NOSTRA



                               La calma del encinar
                               COSA NOSTRA
                              
                                          Tomás Martín Tamayo
                                          tomasmartintamayo@gmail.com
                                          Blog Cuentos del Día a Día

La nívea Cospedal es fría incluso cuando intenta arengar a la tropa y donde pretende poner un soplo de ilusión, le sale un cierre de filas -“lo que tenemos que hacer es defender lo nuestro y a los nuestros”- que rezuma “cosa nostra” en estado puro. Qué penosa la imagen de “todos a una”, puestos en pie y aplaudiendo la mentira y el enrocamiento en las malas artes de la Cifuentes. Malo es, por inútil, intentar que las heridas cicatricen ignorándolas o por el voluntarismo zafio de untarlas con boñigas entusiastas. En la convención “fuenteovejunesca” del PP, mejor les hubiera ido con un máster de realismo o yéndose de bares por Sevilla.
 
 El cuerpo del PP, con su gente buena, la mayoría, y sus desperdicios, muchos, está  sobrado de costurones mal cerrados y llegará a la cita de  junio de 2020 arrastrándose por su incapacidad para desprenderse de los tejidos muertos. El lastre se hará visible en las elecciones municipales, autonómicas y europeas, en las que muchos, pese a su buena gestión, se verán apartados por un electorado que, a la desesperada, busca alternativas lejos de tanto “marianismo” impasible y besucón, paraguas de todas las irregularidades. ¡Besaruinas!

El PP sufre aluminosis y tiene la demolición anotada, como la caducidad de un yogurt. El Gobierno, átono, sin voz ni capacidad, sigue los pasos de Rajoy, a 7 km/h, superado en línea de meta incluso por unos golpistas que le están ganando el pulso en el ámbito internacional, porque sus embajadas de mentirijilla han sido más eficaces que las nuestras de relumbrón. ¿Inglaterra, Bélgica, Suecia y Alemania se han confabulado contra España? Qué disparate, creer que son los demás y no nosotros los que llevamos el paso cambiado. Si no se nos respeta es porque no merecemos respeto, porque nuestro éxito más visible es ocupar el cajón más alto de la corrupción en Europa y porque se ha hecho patente que carecemos de respuesta incluso para  las algarabías callejeras. Nos pueden los acontecimientos. Todos.

Con semejante inacción e incapacidad, pretendiendo que los problemas se resuelvan por oxidación, no podemos extrañarnos de que desde fuera nos miren con más indiferencia que lástima y que un personajillo como Puigdemont consiga en la amiga Alemania y en el gobierno de nuestra amiga Ángela Merkel, la ministra de Justicia cuestione las razones de una euroorden del Tribunal Supremo y se alinee y aplauda  las de un tribunal regional alemán. ¿Rajoy pretende que los jueces le resuelvan los problemas políticos, el rey de la cara y que en la Unión Europea tiren los penaltis para que él se apunte el gol, mientras sigue de perfil y en plan gato de yeso? ¡Pues va listo el listo!

¿“Defender lo nuestro y a los nuestros”? La omnipresente Cospedal debería aclarar qué es “lo nuestro” y quienes son “los nuestros”, porque dejarlo así es meter en la coctelera del fango a todo el partido. Pero nadie en el PP levanta la voz y todos, como marionetas, se dejan meter  la mano entre los faldones, para levantarse, aplaudir, aceptar y validar cualquier tropelía que haya bendecido con un beso, otro más, el impasible caminante de los 7 km/h., como si la cita electoral no estuviera marcada y los nubarrones no amenazaran tempestades. ¿Y ahora, qué? ¿Dónde está el eco de los aplausos? J. Ruiz Taboada, en “Se te tiene que ocurrir”, dice que “Más que el reloj, algunos deberían poner su siglo en hora”. Pues eso.





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