La calma del encinar
HOMBRE MALO
Tomás Martín Tamayo
Blog
Cuentos del Día a Día
Unamos nuestras voces, gritémoslo para que llegue a los
confines de la Tierra: ¡Hombre malo, hombre pupa, hombre caca! Que se enteren
los niños y sobre todo las niñas, el hombre es bruto, torpe, sucio, malévolo y
bajo su apariencia de persona, esconde, sin excepción, a un ser depravado, de
bajos instintos y amoral, cavernícola capaz de violar a sus propios hijos y
alimentarse con la sangre virgen de jóvenes inocentes que, por su
inexperiencia, siguen creyendo que es una persona buena y su padre un ser admirable, ejemplar y
respetable. ¡Error, como hombre, no hay
padre bueno! El padre es el que secuestra, abandona y maltrata ¡Hombre
malo, hombre calambre! Hay que
propagarlo hasta que no quede la más mínima duda de que, por naturaleza, somos
tan inferiores que imponemos la superioridad bruta, matando, robando, violando
y cortando la cabeza a seres indefensos.
Que no quede ninguna duda, el hombre ha pervertido el lenguaje para denigrar a la
mujer, para someterla, envilecerla y aprovechar su superior inteligencia en
beneficio propio. El hombre es un ser lascivo que concentra todos sus
sentimientos en la entrepierna y es incapaz de ponerse un zapato sin pensar
utilizar el cordón para atar con él a candorosas jovencitas. ¡Hombre malo, muy malo!
Que sí, que el hombre ha impuesto su ley con la quijada de
un burro, a base de mamporros, para
vivir como un parásito, sucio, desgreñado, sudoroso y pestilente, mientras que
su esclava, la mujer, limpia y abnegada, se encarga de las tareas más ingratas,
pare, cuida de la prole y trabaja para llevarle la pitanza al bicho que la
tiene encadenada por su fuerza bruta. La bella y la bestia, sí, pero sin
dulcerías musicales, porque se trata de una bestia desalmada, cuyo mejor
retrato es el de Saturno devorando a sus hijos. En el hombre todo es
podredumbre, no hay excepciones porque su comportamiento es instintivo y
obedece al impulso animal que lo domina, porque en la escala zoológica, lejos
de la mujer, se ha anclado entre el mono aullador y el búfalo cafre. Y en lugar
de progresar va retrocediendo. ¡Ay, qué malo!
¿Qué ha hecho el hombre desde que comenzó a caminar sobre
dos patas? ¡Nada, porque el bicharraco solo piensa con la tercera! Está
demostrado que el cerebro del hombre es
una amalgama de pitos pequeños, con los que piensa. ¿Algo notable, algún acto
heroico, hechos relevantes que lo acrediten como ser humano? ¿Alguno ha
trabajado, se ha entregado a su familia, ha dado la vida por sus hijos o por su
país? ¿Alguien conoce a un hombre que haya escrito algo más que obscenidades,
todas ellas encaminadas a engañar, abusar y maltratar a la pobre mujer que,
siendo muy superior en todo, se ve sometida y ninguneada? ¡Hombre calambre!
El hombre que muestra deferencia y cortesía hacia la mujer
es porque es un machorro paternalista irrecuperable, empeñado en mantener unas
diferencias grotescas para subrayar su hegemonía de género. ¿Mirar a una mujer?
¿Con qué derecho? Es necesario cortar de raíz a los predadores sexuales que se
atreven a detener su mirada en un escote
generoso o en una falda menguante, que
al falo lo carga el diablo y después ya se sabe. ¡Hombre pupa!
La ironía es que algunas, que llevan toda la vida soportando
tanta brutalidad, confunden equiparación de derechos con igualdad, quieren
parecerse al hombre y luchan para achicar incluso las diferencias físicas.
Acabarán orinando de pie, todo un adelanto y evidencia de supremacía.