La calma del
encinar
DAÑO PERVERSO
Tomás
Martín Tamayo
Blog
Cuentos del Día a Día
Hace unos días HOY publicaba un trabajo
sobre el riesgo que corren nuestras encinas, atacadas por la seca, un patógeno
que se multiplica en el suelo, causando daño a las raíces y derribando árboles
centenarios. “Es una plaga muy lenta y por eso no hay conciencia clara del
peligro”, decía literalmente la información… ¿Por qué me acordé de lo que nos
está pasando en Cataluña? ¿El patógeno, que con la permisividad de los
diferentes gobiernos, está atacando nuestras raíces, ha sido una plaga lenta y
no hemos tenido conciencia clara del peligro?
No voy a ponerme estupendo con el
patriotismo, el españolismo, el constitucionalismo y demás ismos, porque los del montón no
tenemos que predicar, pero reconozco que España me duele y comprobar que unos
tipos que están arruinando los bolsillos y la imagen de Cataluña, siguen en su
acometida feroz para arruinar también la de España, me produce una indignación
difícilmente superable. ¿Por qué odian a España? Espero que el daño perverso lo
paguen hasta donde puedan pagarlo, que siempre será poco para el daño que están
haciendo. Y me refiero a esos patógenos y no a Cataluña ni a los catalanes, que
bastante castigo tienen.
Odian
a España, eso no lo ocultan, pero si “por sus obras los conoceréis”, aun odian
más a Cataluña, porque la hoja de ruta que se han marcado, solo conduce a la
ruina de la tierra que “tanto aman”, empujándola casi al enfrentamiento civil.
A base de prometer el maná del desierto, para convertir a Cataluña en el motor
económico de Europa, han conseguido el imposible de que tres mil empresas salgan
de allí, que el turismo pase del exceso al defecto, que Cataluña se vea relegada
en los planes de la UE y todo con una técnica tan avanzada de comunicación que
ya estaba en el ideario nazi de Goebbels. Los patógenos han llegado a las
raíces, demostrando una eficacia demoledora en su afán destructivo.
Con frialdad, imperturbables, han
aprovechado todas las fisuras de nuestros despropósitos, chantajeándonos a su
capricho, hasta llegar a un punto en el que España, la encina, se ve seriamente
amenazada y cuestionada por la eficacia nazi de una estrategia perfectamente
definida, desde los primeros años del pujolismo. Han aprovechado la vía abierta
por la carcoma de la corrupción, para ocultar sus corrupciones, silenciadas por
el interés político de contar con unos votos que hemos pagado al precio de la
propia dignidad del Estado. Se les ha mimado, incluso permitiéndoles que
persiguieran en Cataluña a los que se sienten españoles. Y para que no gritaran, con dinero de otras
comunidades más pobres y desasistidas, pero leales a la unidad de España y
respetuosas con la Constitución, se les ha dado todo. ¿Alguien imagina, sin
reírse, que en Cataluña consentirían el cachondeo del tren que aquí sufrimos?
El daño que están haciendo a Cataluña y a
España no lo pueden pagar con años de cárcel, ni con su patrimonio personal,
incluyendo lo que muchos han robado, mientras todos los gobiernos de España,
todos, miraban para otro lado porque, con ceguera partidista, solo querían
resolver el problema inmediato. Pan para hoy y hambre para mañana. El patógeno
se ha multiplicado y el mal que han hecho lo han hecho muy bien, de forma
concienzuda y sistemática. No creo que la encina caiga, pero la han removido
desde sus raíces más sólidas y siguen burlándose del sistema, conocedores como
son de nuestra cobardía, desunión y complejos. ¿Habremos aprendido?
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