sábado, 30 de diciembre de 2017

LA COMISIÓN HA HABLADO

                            La calma del encinar                      
                            LA COMISIÓN HA HABLADO

                                          Tomás Martín Tamayo
                                          tomasmartintamayo@gmail.com
                                          Blog Cuentos del Día a Día

¿“Roma locuta, causa finita”? En un acto de fe impropio por lo sacramental, se nos presenta a  la comisión de estudio para la recuperación de la Memoria Histórica en la provincia de Badajoz, con un reverencial “La comisión ha hablado, asunto zanjado”. Amén.  ¿Segunda opinión para contrastar el diagnóstico? ¿Para qué perder el tiempo? La duda es propia de infieles, porque lo que sentencia “la comisión”  es como un mandamiento que Moisés olvidó cincelar en sus tablas. Desde ahora, los Diez Mandamientos son once, porque el décimo primero es “no  cuestionar de pensamiento, obras ni deseos lo que la comisión de la Diputación ha dictaminado sobre Franco y sus sombras”. La sombra de Franco, tan chiquitito él, es más alargada que la del ciprés de Delibes y con tantas raíces y ramificaciones que, como el Cid, sigue proyectándose y ganando batallas cuarenta y cinco años después de muerto. Nos queda por dilucidar si Moisés lo olvidó o fue una omisión voluntaria por su condición de franquista irredento. ¿Roma locuta, causa finita, a la extremeña? ¡Manda cojones!

Parto de la buena voluntad de todos los creyentes, incluso de los creyentes de la sacro santa comisión  pero, por favor, que  no le encarguen ningún estudio histórico que vaya más allá del sábado pasado, porque si algo tan cercano, como los últimos años, lo presenta con esa guarnición de señalamientos y exclusiones ¿que podrían alumbrar esos sabios si se dedicaran a indagar sobre el pleistoceno?

No conozco a nadie tan perverso como para oponerse a que las familias recuperen a sus muertos, de cunetas, fosas comunes y aledaños de cementerios. Ni afán tan inútil como pretender ganarle la guerra a uno que murió en su cama (no me atrevo a decir que plácidamente), después cuarenta años de escribirnos al dictado hasta la forma en la que debían de pasear los novios por la carretera. Lo peor de las leyes, lo que las hace risibles, inútiles y fantasmagóricas son los excesos, el ir más allá de la razón de la calle, pretendiendo borrar la memoria a martillazos, como si fuera el disco duro del portátil de Bárcenas.

Hace falta mucho valor, o mucha ignorancia, para atreverse a elaborar un listado de “franquistas”, basándose, con asepsia cegata, en la coincidencia temporal de un mandato. Todos los funcionarios y cargos institucionales entre 1958 y 1975, TODOS, al tomar posesión lo hicimos acatando, o sin negar acatamiento, a los Principios Fundamentales del Movimiento, que era la constitución de Franco. Y todos los títulos académicos iban firmados por el ministro del ramo…, nombrado por franco. ¿Volvemos al instituto o a la universidad, para desprendernos del estigma que eso supone?

Dictaminar  que para cumplir una ley hay que borrar las huellas de todos los que fueron alcaldes, militares, presidentes de diputaciones… durante cuarenta años, es un despropósito que roza lo insensato. Y si en el listado entran nombres como el de Julio Cienfuegos, Jaime Montero de Espinosa, Antonio Masa, Ricardo Carapeto o Díaz Ambrona… ya se entra en un revisionismo cegato del que hay que reírse para no llorar. Julio Cienfuegos fue un prestigio para Badajoz, para la judicatura, para la Diputación, para el Instituto Social de la Marina y para todos los que tuvimos la suerte inmensa de conocerlo y tratarlo. Un demócrata ilustrado que podía poner escuela. Y como él, tantos otros, millares en Extremadura, que supieron servir sin caer en servilismos ni aceptar sirvientes. Si se quiere ser serio y dar apariencias de seriedad, necesario es dejarse de cachondeo.



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sábado, 23 de diciembre de 2017

ESCRIBIR A CIEGAS



                       La calma del encinar
                       ESCRIBIR A CIEGAS

                                   Tomás Martín Tamayo
                                               tomasmartintamayo@gmail.com
                                               Blog Cuentos del Día a Día

Opinar en un medio, prensa, radio o televisión, es tarea diferente a la de informar, que es propio de profesionales de la información, sean o no periodistas titulados. Los que opinamos, es mi caso, ofertamos una visión propia, que no tiene obligatoriamente que ser objetiva, porque no estamos comprometidos con la verdad, sino con nuestra verdad, aunque confundiendo churras con merinas, a los que escribimos en un periódico se nos exija profundizar en los temas que tratamos porque, de alguna manera, se nos considera informadores. Y no lo somos. Alguna vez he hecho información, pero lo mío es la opinión. Un periodista es un profesional, se supone que capacitado, capaz de indagar en una información y comunicarla. Y puede opinar, en las páginas de HOY hay muestras sobradas, pero incluso en ellos hay que saber diferenciar al periodista que informa, del periodista que opina, porque la opinión es libre y personal, pero la información tiene unos cauces que la dirigen y encorsetan. ¿Que eso es muy purista y relativo, porque hay informaciones falsas e interesadas? Ese es otro cantar.

Días atrás tuve que denunciar la pérdida de un documento para poder renovarlo y el policía, que me conocía por el periódico, después de tomar nota de mi filiación, por su cuenta, la complementó con “periodista”. Le advertí que soy maestro y que aunque escribo en un periódico no soy periodista, pero no corrigió su aportación porque, encogiéndose de hombros,  según él “es lo mismo”. “Pos fueno, pos fale, pos malegro”, que diría Maki Navaja.

Sentado lo anterior, creo que es apasionante la aventura de escribir en un periódico, porque cuando lo hacemos escribimos a ciegas y no imaginamos hasta dónde llegará nuestra opinión. Un día escribí contra la campaña propagandística de una multinacional tabaquera y poco después recibí de la misma una larga información, desde Illinois (EE.UU), corrigiendo alguna de las cosas que había escrito. En otra ocasión dediqué un artículo a la Aspirina, con motivo de su centenario y desde Alemania me llegó una invitación para asistir en Paris a las celebraciones por su descubrimiento. Critiqué los actos organizados para los abueletes que combatieron en el frente republicano de nuestra Guerra Civil y uno de ellos, desde Marsella, se dirigió a HOY para rebatir mis argumentos, contando sus penalidades. Cuando el gobierno belga -¡Ay Bélgica, Bélgica!- denegó a España la extradición de un etarra, publiqué un artículo criticando su postura y desde la embajada, me enviaron una amplia documentación, con las razones jurídicas que, según ellos, justificaban la negativa…

Da un poco de vértigo, porque uno escribe pensando en el ámbito geográfico de Extremadura, casi para el vecino, pero lo que escribimos se expande y el eco es incontrolable. Nunca se sabe cómo y por qué una opinión pasa fronteras y llega.  La “aldea global” comienza a tener algo de sentido, pero todo esto, al mismo tiempo que gratificante, resulta restrictivo porque, de alguna forma, nos obliga a escribir pensando también en la línea del horizonte.

¿Y la importancia que algunos nos dan? Los hay que creen que escribir en un periódico da poder de resolución  y facilidad para acceder a sitios cerrados y reservados a unos pocos privilegiados. Algo así como entrar en el exclusivo “club de los afortunados”. Y nos cuentan injusticias de todo calibre, para que las comentemos, confiados en que eso servirá para frenar o resolver… Desmitifiquemos, una opinión es solo eso. Y a veces ni eso.


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viernes, 15 de diciembre de 2017

DIFÍCIL PORTUGAL



                             La calma del encinar
                             DIFÍCIL PORTUGAL

                                                  Tomás Martín Tamayo
                                                  tomasmartintamayo@gmail.com
                                                  Blog Cuentos el Día a Día

Saber portugués no garantiza a nadie entender a los portugueses, que suelen tener una visión muy propia, muy portuguesa, en sectores tan comunes y globalizados como el turismo. “Portugal vai á sua passagem”, dicen en una guía turística oficial. Efectivamente, Portugal va a su paso, aunque con su paso pisen a la gallina de los huevos de oro. El turismo es responsable directo de más de un millón de empleos y supone casi el 7% del PIB, pero ellos siguen a su paso, que a todas luces es un paso cambiado, porque limita mucho las posibilidades de crecimiento en el sector. Los portugueses venden poco y mal, lo que no impide que algunos mantengamos una querencia extraña hacia Portugal.

¿Tiene mucho atractivo obligar al turista a esperar hora y media para pagar el peaje de Elvas hacia España? Pues el pasado domingo sucedió y seguro que nadie pondrá remedio a semejante disparate, porque las soluciones fáciles, como levantar la barrera para deshacer el embudo en el momento de máxima concentración de vehículos, no se contemplan en Portugal. Kilómetro y medio de cola para pasar por ventanilla y poder pagar 16 euros. Voces, gritos de protesta, bocinazos, hombres y mujeres orinando en la cuneta y  ellos “á sua passagem”, según contaba Evaristo Fdez. de la Vega en HOY.

En la playa de Comporta, la más cercana que tenemos los pacenses, alquilar una sombrilla y dos tumbonas cuesta veinte euros, lo que explica que su ocupación sea mínima, porque en la mentalidad del portugués no entra bajar los precios para alquilarlas todas. Y hay que añadir tres euros de aparcamiento, treinta y dos del peaje y el combustible. Eso si se lleva la nevera o el bocadillo, ya que comer allí cuesta un mínimo de cuarenta euros por persona, aunque es fácil encontrar mesa porque, como en las tumbonas, la ocupación es mínima. Un baño en “nuestra” playa de Comporta, llevando la comida, cuesta cuatro horas y cincuenta euros. Para pensárselo.

La prensa portuguesa recoge con frecuencia la queja de la hostelería porque en muchos pueblos de la raya, el sector ha caído casi un 50%, lo que no supone ninguna novedad para los asiduos porque, inexplicablemente, Portugal sube los precios en la misma proporción que baja su expectativa hotelera. Si baja la demanda encarece la oferta. ¡Con un par! Comer en Portugal sale más caro que hacerlo en cualquier costa española. Hay que buscar mucho para encontrar un folleto en español y en los restaurantes portugueses, incluso en algunos fronterizos, siguen empeñados en hacer guiños a los ingleses, italianos, franceses y alemanes, pese a que el 70% seamos españoles. En Madeira, en septiembre, no había guías ni  folletos turísticos en español y la explicación del responsable de la oficina es para enmarcar: “No hay porque están agotadas”.




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sábado, 9 de diciembre de 2017


                

                              La calma del encinar
                              DAÑO PERVERSO

                                    Tomás Martín Tamayo
                                    tomasmartintamayo@gmail.com
                                    Blog Cuentos del Día a Día

Hace unos días HOY publicaba un trabajo sobre el riesgo que corren nuestras encinas, atacadas por la seca, un patógeno que se multiplica en el suelo, causando daño a las raíces y derribando árboles centenarios. “Es una plaga muy lenta y por eso no hay conciencia clara del peligro”, decía literalmente la información… ¿Por qué me acordé de lo que nos está pasando en Cataluña? ¿El patógeno, que con la permisividad de los diferentes gobiernos, está atacando nuestras raíces, ha sido una plaga lenta y no hemos tenido conciencia clara del peligro?
 
No voy a ponerme estupendo con el patriotismo, el españolismo, el constitucionalismo  y demás ismos, porque los del montón no tenemos que predicar, pero reconozco que España me duele y comprobar que unos tipos que están arruinando los bolsillos y la imagen de Cataluña, siguen en su acometida feroz para arruinar también la de España, me produce una indignación difícilmente superable. ¿Por qué odian a España? Espero que el daño perverso lo paguen hasta donde puedan pagarlo, que siempre será poco para el daño que están haciendo. Y me refiero a esos patógenos y no a Cataluña ni a los catalanes, que bastante castigo tienen.

 Odian a España, eso no lo ocultan, pero si “por sus obras los conoceréis”, aun odian más a Cataluña, porque la hoja de ruta que se han marcado, solo conduce a la ruina de la tierra que “tanto aman”, empujándola casi al enfrentamiento civil. A base de prometer el maná del desierto, para convertir a Cataluña en el motor económico de Europa, han conseguido el imposible de que tres mil empresas salgan de allí, que el turismo pase del exceso al defecto, que Cataluña se vea relegada en los planes de la UE y todo con una técnica tan avanzada de comunicación que ya estaba en el ideario nazi de Goebbels. Los patógenos han llegado a las raíces, demostrando una eficacia demoledora en su afán destructivo.

Con frialdad, imperturbables, han aprovechado todas las fisuras de nuestros despropósitos, chantajeándonos a su capricho, hasta llegar a un punto en el que España, la encina, se ve seriamente amenazada y cuestionada por la eficacia nazi de una estrategia perfectamente definida, desde los primeros años del pujolismo. Han aprovechado la vía abierta por la carcoma de la corrupción, para ocultar sus corrupciones, silenciadas por el interés político de contar con unos votos que hemos pagado al precio de la propia dignidad del Estado. Se les ha mimado, incluso permitiéndoles que persiguieran en Cataluña a los que se sienten españoles. Y  para que no gritaran, con dinero de otras comunidades más pobres y desasistidas, pero leales a la unidad de España y respetuosas con la Constitución, se les ha dado todo. ¿Alguien imagina, sin reírse, que en Cataluña consentirían el cachondeo del tren que aquí sufrimos?
 
El daño que están haciendo a Cataluña y a España no lo pueden pagar con años de cárcel, ni con su patrimonio personal, incluyendo lo que muchos han robado, mientras todos los gobiernos de España, todos, miraban para otro lado porque, con ceguera partidista, solo querían resolver el problema inmediato. Pan para hoy y hambre para mañana. El patógeno se ha multiplicado y el mal que han hecho lo han hecho muy bien, de forma concienzuda y sistemática. No creo que la encina caiga, pero la han removido desde sus raíces más sólidas y siguen burlándose del sistema, conocedores como son de nuestra cobardía, desunión y complejos. ¿Habremos aprendido?

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sábado, 2 de diciembre de 2017

EN LA CÁRCEL SE ACABA EL CUENTO (II)

                 La calma del encinar
             EN LA CÁRCEL SE ACABA EL CUENTO ( y II)

                                                       Tomás Martín Tamayo
                                                       tomasmartintamayo@gmail.com
                                                       Blog Cuentos del Día a Día



¿Alguien cree que cuando Neil Armstrong, al pisar la luna dijo aquella frase memorable de “Un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”, fue una ocurrencia de aquel momento? ¡Para frasecitas filosóficas estaba el astronauta, con sus ciento setenta y tres pulsaciones! Después se ha sabido que un comité de expertos en publicidad, la eligieron entre más de diez mil, aunque la llamada a los ocurrentes se hizo para unas tortitas de maíz y se modificó para que nadie reclamara la autoría.

Oriol Junqueras también llevaba preparada su frase para la historia, posiblemente  soñando que algún día los niños catalanes la recitarán en el colegio, como el “Tierra a la vista” del vigía de Colón al ver que un montículo alejado rompía la línea del horizonte. Camino de la cárcel, desde el coche celular, el héroe independentista fue especialmente prolífico en frases antológicas y escribió un WhatsApp para traspasar los siglos: "Si el precio de la libertad es la cárcel, no renunciaremos nunca a la libertad" Ni el Ché Guevara. Y todavía, mientras la furgoneta a toda pastilla cogía las curvas y los guardias se mofaban de él, tuvo aplomo y reaños para apuntalar su firmeza: “Haced cada día aquello que esté a vuestro alcance para que el bien derrote al mal. Con determinación lograremos la victoria”. Ahí queda eso, esfuerzos hay que hacer para no llorar.
 
El martes pasado don Oriol y sus compis debieron migar en el café unos bollos de realidad y renegaron de la independencia unilateral, acatando el 155 que antes de entrar era ilegal. Ahora debería mandar otro WhatsApp, modificando sustancialmente el anterior: “Si el precio de la libertad es la cárcel, la libertad puede esperar un ratito”.

¿Y no tuvo su frase para la historia, el más furibundo independentista del Gobierno catalán, el ex conseller de Territorio y Sostenibilidad, Josep Rull? Cómo no: “Si ves este tuit es que me han encarcelado por ser fiel a las urnas”. Parece que ha encontrado otras acepciones para la fidelidad y ahora piensa lo mismo que Junqueras.

¿Cuál ha sido el bálsamo para apaciguar tanto ardor guerrero? ¡Veinticinco días de cárcel! La prueba más evidente es que los que se quedaron fuera o están prófugos de la Justicia, siguen “erre que erre”, manteniendo el mismo empecinamiento y sin modificar el discursito del atropello del 155, la España fascista, el cuestionamiento de jueces y fiscales y hasta el esperpento de poco menos que haber evitado una guerra civil, con un país sanguinario, dispuesto a sembrar las calles de cadáveres, atropellándolos con tanques a su paso. ¿Eso no tendrá precio?
 
En la cárcel se acaban muchos cuentos porque los compañeros de celda, el retrete abierto, el patio en el que mientras más altos, más pequeños, el camastro y el mismo rancho para constitucionalistas, separatistas, carteristas, atracadores, violadores y terroristas… hace que la cabeza se enfríe con el cerrojazo de cada día y el eco de los aplausos queden fuera, sin atravesar los muros.

Otra que ha visto que las estupideces pueden tener consecuencias es la guerrillera que denunció la “guerra civil”, Marta Rovira, que ahora asegura que  “Nunca hubo vía unilateral, eso fue un invento del Estado”.

El que, hasta que entre, sigue con sus salidas es Puigdemont, que después de querer salirse de España, se ha salido de Cataluña y ahora también quiere salirse de Europa. ¡Es un salido!



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