La calma del
encinar
LA COMISIÓN HA
HABLADO
Tomás
Martín Tamayo
Blog
Cuentos del Día a Día
¿“Roma locuta, causa finita”? En un acto de fe impropio por
lo sacramental, se nos presenta a la
comisión de estudio para la recuperación de la Memoria Histórica en la
provincia de Badajoz, con un reverencial “La comisión ha hablado, asunto
zanjado”. Amén. ¿Segunda opinión para contrastar
el diagnóstico? ¿Para qué perder el tiempo? La duda es propia de infieles,
porque lo que sentencia “la comisión” es
como un mandamiento que Moisés olvidó cincelar en sus tablas. Desde ahora, los
Diez Mandamientos son once, porque el décimo primero es “no cuestionar de pensamiento, obras ni deseos lo
que la comisión de la Diputación ha dictaminado sobre Franco y sus sombras”. La
sombra de Franco, tan chiquitito él, es más alargada que la del ciprés de
Delibes y con tantas raíces y ramificaciones que, como el Cid, sigue
proyectándose y ganando batallas cuarenta y cinco años después de muerto. Nos
queda por dilucidar si Moisés lo olvidó o fue una omisión voluntaria por su
condición de franquista irredento. ¿Roma locuta, causa finita, a la extremeña?
¡Manda cojones!
Parto de la buena voluntad de todos los creyentes, incluso
de los creyentes de la sacro santa comisión pero, por favor, que no le encarguen ningún estudio histórico que
vaya más allá del sábado pasado, porque si algo tan cercano, como los últimos
años, lo presenta con esa guarnición de señalamientos y exclusiones ¿que
podrían alumbrar esos sabios si se dedicaran a indagar sobre el pleistoceno?
No conozco a nadie tan perverso como para oponerse a que las
familias recuperen a sus muertos, de cunetas, fosas comunes y aledaños de
cementerios. Ni afán tan inútil como pretender ganarle la guerra a uno que
murió en su cama (no me atrevo a decir que plácidamente), después cuarenta años
de escribirnos al dictado hasta la forma en la que debían de pasear los novios
por la carretera. Lo peor de las leyes, lo que las hace risibles, inútiles y
fantasmagóricas son los excesos, el ir más allá de la razón de la calle,
pretendiendo borrar la memoria a martillazos, como si fuera el disco duro del
portátil de Bárcenas.
Hace falta mucho valor, o mucha ignorancia, para atreverse a
elaborar un listado de “franquistas”, basándose, con asepsia cegata, en la
coincidencia temporal de un mandato. Todos los funcionarios y cargos
institucionales entre 1958 y 1975, TODOS, al tomar posesión lo hicimos acatando,
o sin negar acatamiento, a los Principios Fundamentales del Movimiento, que era
la constitución de Franco. Y todos los títulos académicos iban firmados por el
ministro del ramo…, nombrado por franco. ¿Volvemos al instituto o a la
universidad, para desprendernos del estigma que eso supone?
Dictaminar que para cumplir una ley hay que borrar las
huellas de todos los que fueron alcaldes, militares, presidentes de
diputaciones… durante cuarenta años, es un despropósito que roza lo insensato.
Y si en el listado entran nombres como el de Julio Cienfuegos, Jaime Montero de
Espinosa, Antonio Masa, Ricardo Carapeto o Díaz Ambrona… ya se entra en un
revisionismo cegato del que hay que reírse para no llorar. Julio Cienfuegos fue
un prestigio para Badajoz, para la judicatura, para la Diputación, para el
Instituto Social de la Marina y para todos los que tuvimos la suerte inmensa de
conocerlo y tratarlo. Un demócrata ilustrado que podía poner escuela. Y como
él, tantos otros, millares en Extremadura, que supieron servir sin caer en
servilismos ni aceptar sirvientes. Si se quiere ser serio y dar apariencias de
seriedad, necesario es dejarse de cachondeo.
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