La calma del encinar
BUSCANDO UN MUERTO
Tomás Martín Tamayo
Blog Cuentos del Día a Día
He estado unos días aislado, física y mentalmente, y al
volver un amigo me pone frente al desasosiego de los acontecimientos de una
forma muy efectiva y resumida: “Deberías haberte quedado donde estabas”. Pero uno no puede quedarse indefinidamente en la
contemplación de las flores de cactus y, como en el tango, “siempre se vuelve
al primer amor”. Me fui con el aberrante disparate de Cataluña y al volver me
encuentro con un centenar de energúmenos que, en defensa de su chistoso
concepto de la democracia, impiden a la policía cumplir con el mandato judicial
de entrar en la sede/cochiquera de unos
pocos, la CUP o parecido, que son los que llevan el timón del independentismo
en la sufrida Cataluña. ¿Y Puigdemond? Está colocándose el peluquín para salir
más bonito. Todos están buscando un muerto para victimizarse.
España está en las
portadas del mundo por esta “crónica de un golpe de estado anunciado”, como México,
lindo y querido, lo está por el nuevo cataclismo surgido de sus entrañas. La
diferencia es que el seísmo dio su zarpazo sin avisar, en el mismo sitio y a la
misma hora, 32 años después de aquel otro que se llevó a 10.000 víctimas,
mientras que los chulapones del golpismo catalán, los ideólogos del viejo
fascismo, hoy, todavía, siguen libres, anunciando sus propósitos golpistas,
amparándose en la protección de unas leyes que desprecian y quieren pisotear,
pero viviendo como dictadores africanos con nuestro dinero. No establezco
comparación alguna, es solo temporal, entre un seísmo y otro, pero repugna más
la soberbia y altanería de unos tiparracos que juegan descaradamente con las
bases fundamentales de nuestro sistema y, al mismo tiempo que desprecian al
Tribunal Supremo o Constitucional, acuden a su amparo para que protejan su
derecho a dar un golpe de estado. ¿Se puede tener más cara y ser más
sinvergüenzas? Pues ahí tenemos a los tribunales estudiando sus demandas.
¿Somos unos locos o
somos unos locos? Somos unos gilipollas. España, con tantas garantías y
proteccionismos, es “Gilipollandia”, un país tan tolerante con los delincuentes
de altura y pedigrí, que es capaz de soportar años y años que una comunidad se
vea pisoteada y en el desgobierno absoluto por una banda que, después de
dedicarse al trinque más descarado, todavía se cabrean porque no los dejamos
separarse para poder trincar más. A río revuelto, ganancia de pescadores. El molt honorable Pujol y su banda siguen en la calle y protestando
indignados porque, pobrecitos, la pérfida España no los deja poner fronteras en
lo que creen que es su cortijo. ¿Y a Mas, el otro que tal, le han incautado ya
sus propiedades? Ay que me da la risa.
Cataluña lleva muchos años chapoteando en el fango y desasosiego
que unos desalmados imponen desde las instituciones, con la colaboración
necesaria de otros, tan desalmados como ellos, que al socaire de un
estrafalario “derecho a decidir”, son capaces de alinearse hasta con el
expeditivo recurso del tiro en la nuca, que no deja de ser también un derecho a
decidir del pistolero. Y hablando de los que hablan, no olvidemos a los que
callan. ¿Dónde están los pio, pio de las comunidades autónomas, los
intelectuales, universidades, las altas cabezas pensantes, alcaldes de
capitales, presidentes de diputaciones y todos esos “pepitos grillos” que
saltan sobre cualquier ñoñería de la actualidad para lucir palmito y decir
“aquí estoy yo”?
Con todo, sigo en el tango: “hoy guardo escondida/ una
esperanza humilde/ que es toda la fortuna/ de mi corazón”.
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