sábado, 30 de septiembre de 2017

DE MAL EN PEOR

                               La calma del encinar
                       DE MAL EN PEOR
                    
                                         Tomás Martín Tamayo
                                         tomasmartintamayo@gmail.com
                                         Blog Cuentos del Día a Día


El lío de mañana tiene detrás unas siglas, CIU, y tres apellidos, Pujol, Mas y Puigdemont, aunque en los títulos de créditos de este sainete figuren muchos secundarios. En Cataluña descendieron de Tarradellas a Pujol -no me refiero a la estatura física- y sin salir del consorcio económico que fue CIU,  siguieron bajando hasta Mas y de Mas pasaron al no va menos de Puigdemont.  Ya deben andar buscando otro peor, aunque no es fácil encontrar a alguien “de la familia” con menos hechura para ponerlo al frente de la Generalitat. Debajo de las baldosas hay poco suelo. Como hasta Oriol Junqueras parece superior, en las manifestaciones de estos días algunos se han acordado de Pep Guardiola, con lo que la escalada hacia la cumbre de la idiocia parece garantizada.

Mañana acaba la etapa de un Puigdemont que está pidiendo que lo detengan para poder entrar en la historia como un Companys del siglo XXI. Toda su gloria la apuesta a pasar la noche en un cuartelillo y salir victimizado, compungido y con ojeras, mientras unos cuantos lo jalean en la puerta, abanicándolo con banderas de la república independiente de su casa…  ¡Que muevan las banderas con cuidado porque romperían el momento mágico si le vuelan el pelucón!

Mas es otra víctima de esta España que roba a Cataluña, cavernícola, franquista, llena de presos políticos, antidemocrática, con jueces y fiscales vendidos, que incluso tienen la osadía de exigirle que pague los más de cinco millones de euros que se gastó en un día de juerga. Si los hubiera fundido en una casa con lucecitas de colores en la puerta, lo entenderíamos mejor, porque los pecados de la carne están entre las debilidades de los mortales, pero él quiso hacerse un “gran capitán”, gastándolos en farolillos, papelinas y matasuegras. Ahora, como Lola Flores, quiere que le ayuden a pagar los platos rotos, después de arrogarse la gloria del aquel otro referéndum de “barrio sésamo”: “Yo soy el responsable de todo, no hay que buscar más culpables”. La Faraona acabó pagando, pero en lo de Mas caben componendas, recursos pactados, negociaciones y tantos “ya veremos” que no creo que pague nunca. ¡Hasta una multa de 40 euros que tengo del Ayuntamiento de Villanueva de la Serena, acabarán cobrándomela antes de que Mas suelte un céntimo!

Y hacia atrás nos encontramos a Pujol, el genial ideólogo intelectual de “España nos roba”, que con su CIU, ahora PDeCat, y su camada de pujolines acaparó talegas con los trinques del 3%, para poner  los huevos en el nido andorrano, según disponía “la madre superiora” del convento. Por ahí sigue el molt honorable  senyor  luciendo indignación, que en la cárcel ni está ni se le espera, hasta ahí podíamos llegar. ¡Qué gracia, que Podemos se alíe con el PDeCAT mientras censura al PSOE que hable con el PP! Genios iluminados.

Al final   la fiesta de mañana hay que pagarla, que después de la borrachera viene la resaca y me temo que harán una quita para que la paguemos entre todos los españoles, tal vez con la excepción de los propios catalanes, que en esto del dinero son muy mirados. ¡De esta juerga sacarán tajada, que nadie lo dude!

“¿Y esto quien lo paga?”, preguntó  asombrado Josep Pla, cuando vio el alumbrado público de  Nueva York. “Esto lo pagan incluso los que no tienen luz en su casa”, le respondieron. Pues eso.


sábado, 23 de septiembre de 2017

BUSCANDO UN MUERTO

                          La calma del encinar
                          BUSCANDO UN MUERTO

                                              Tomás Martín Tamayo
                                              tomasmartintamayo@gmail.com
                                              Blog Cuentos del Día a Día


He estado unos días aislado, física y mentalmente, y al volver un amigo me pone frente al desasosiego de los acontecimientos de una forma muy efectiva y resumida: “Deberías haberte quedado donde estabas”. Pero  uno no puede quedarse indefinidamente en la contemplación de las flores de cactus y, como en el tango, “siempre se vuelve al primer amor”. Me fui con el aberrante disparate de Cataluña y al volver me encuentro con un centenar de energúmenos que, en defensa de su chistoso concepto de la democracia, impiden a la policía cumplir con el mandato judicial de entrar en la  sede/cochiquera de unos pocos, la CUP o parecido, que son los que llevan el timón del independentismo en la sufrida Cataluña. ¿Y Puigdemond? Está colocándose el peluquín para salir más bonito. Todos están buscando un muerto para victimizarse.

 España está en las portadas del mundo por esta “crónica de un golpe de estado anunciado”, como México, lindo y querido, lo está por el nuevo cataclismo surgido de sus entrañas. La diferencia es que el seísmo dio su zarpazo sin avisar, en el mismo sitio y a la misma hora, 32 años después de aquel otro que se llevó a 10.000 víctimas, mientras que los chulapones del golpismo catalán, los ideólogos del viejo fascismo, hoy, todavía, siguen libres, anunciando sus propósitos golpistas, amparándose en la protección de unas leyes que desprecian y quieren pisotear, pero viviendo como dictadores africanos con nuestro dinero. No establezco comparación alguna, es solo temporal, entre un seísmo y otro, pero repugna más la soberbia y altanería de unos tiparracos que juegan descaradamente con las bases fundamentales de nuestro sistema y, al mismo tiempo que desprecian al Tribunal Supremo o Constitucional, acuden a su amparo para que protejan su derecho a dar un golpe de estado. ¿Se puede tener más cara y ser más sinvergüenzas? Pues ahí tenemos a los tribunales estudiando sus demandas.

 ¿Somos unos locos o somos unos locos? Somos unos gilipollas. España, con tantas garantías y proteccionismos, es “Gilipollandia”, un país tan tolerante con los delincuentes de altura y pedigrí, que es capaz de soportar años y años que una comunidad se vea pisoteada y en el desgobierno absoluto por una banda que, después de dedicarse al trinque más descarado, todavía se cabrean porque no los dejamos separarse para poder trincar más. A río revuelto, ganancia de pescadores.  El molt honorable Pujol  y su banda siguen en la calle y protestando indignados porque, pobrecitos, la pérfida España no los deja poner fronteras en lo que creen que es su cortijo. ¿Y a Mas, el otro que tal, le han incautado ya sus propiedades? Ay que me da la risa.

Cataluña lleva muchos años chapoteando en el fango y desasosiego que unos desalmados imponen desde las instituciones, con la colaboración necesaria de otros, tan desalmados como ellos, que al socaire de un estrafalario “derecho a decidir”, son capaces de alinearse hasta con el expeditivo recurso del tiro en la nuca, que no deja de ser también un derecho a decidir del pistolero. Y hablando de los que hablan, no olvidemos a los que callan. ¿Dónde están los pio, pio de las comunidades autónomas, los intelectuales, universidades, las altas cabezas pensantes, alcaldes de capitales, presidentes de diputaciones y todos esos “pepitos grillos” que saltan sobre cualquier ñoñería de la actualidad para lucir palmito y decir “aquí estoy yo”?

Con todo, sigo en el tango: “hoy guardo escondida/ una esperanza humilde/ que es toda la fortuna/ de mi corazón”.




sábado, 16 de septiembre de 2017

EL TÚNEL DE MIRAVETE

                          La calma del encinar
                          EL TÚNEL DE MIRAVETE

                                                Tomás Martín Tamayo
                                                tomasmartintamayo@gmail.com
                                                Blog Cuentos del Día a Día

Hace años escribí que el túnel de Miravete es la frontera entre lo excelso y la mediocridad, porque todo depende de en qué lado del túnel se esté. Si en la parte interior se escribe una novela, pongamos “Aunque sean soberanos los empeños” de Agustín Muñoz Sanz,  “Sin raíces” de Víctor Chamorro o “La agonía del búho chico” de  Justo Vila, como lo han hecho en este coto provinciano que es Extremadura,  apenas trasciende, el eco es mínimo, se ignora incluso entre sus vecinos y en la mayoría de nuestros medios de comunicación. Y a Dios pongo por testigo de que sé de lo que hablo y que no lo hago por mí, que también podría.

Han pasado años, pero la situación sigue siendo la misma y aunque la referencia hizo fortuna en su día, porque son muchos los que acuden a ella y señalan al túnel como frontera, tampoco faltaron papanatas que se sintieron aludidos  porque ellos estaban en  la pomada de manigeros y no podían aceptar que lo que hacían aquí tuviera menos repercusión que lo de la otra parte del túnel.

¿Estoy diciendo que para triunfar en cualquier disciplina es necesario salir de Extremadura? Mejor sí, así lo creo. Desde aquí dentro, salvo la honrosa excepción del dramaturgo Manuel Martínez Mediero, que logró catapultar su obra sin salir de Extremadura, es prácticamente imposible trascender porque incluso nosotros mismos reservamos las alabanzas hacia todo lo que llega de  fuera. Ya se sabe, del túnel para allá, hasta Mozart suena mejor.  Hoy, como excepción puntual, me permito señalar a Jesús Sánchez Adalid, aunque mejor le iría si hubiera dejado el túnel atrás.

Muchos de los  prohombres del panorama literario actual lo son porque están al otro lado. Landero, Cercas  o Carrasco (“Intemperie”, qué maravilla), son lo que son por méritos propios, pero también porque respiran otros aires. Que nadie crea que resto méritos a sus obras, sé que fuera no atan los perros con longanizas y que si no hay un sustento de calidad no se llega pero ¿es suficiente la calidad para triunfar desde Extremadura? ¿Con esas mismas obras hubieran llegado desde aquí? He ahí un dilema doble que yo creo resuelto: No y no.

Desde aquí, por referirme solo a los poetas, incluso los mejores, como Jesús Delgado Valhondo, Lencero, Pacheco, Álvarez Buiza, Ada Salas Plácido Ramírez, Sánchez Pascual, Pérez Walias, Santiago Corchete, Féliz Morillón, José Iglesias Benítez, Daniel Casado…  pasan de puntillas y a  nadie se le ocurriría proponerlos para un reconocimiento tipo “Premio Cervantes”. Y creo que solo Valhondo y Pacheco tienen la Medalla de Extremadura, un galardón que desde que se abrió a propuestas dispares  y de coleguitas, cada día se devalúa más. A este paso el mérito va a consistir en no tenerla.

  Nosotros aplaudimos lo que se aplaude fuera y despreciamos  la obra silenciosa que se hace en esta parte del túnel. Si son vecinos o gente que se toma la caña a nuestro lado… ¡Poquita cosa! Somos muy papanatas y nos dejamos deslumbrar por la cohetería que nos llega. ¡Pero si un alfeñique que vino de la nada, llegó a gobernarnos con Monago! Así nos va.

Algún día, si estoy de humor y viene al pelo, escribiré también de los columnistas extremeños, que esa es otra. Como dice Bart Simpson: “No prometo prometerte que te lo prometeré ahora, pero prometo prometerte que te lo prometeré algún día”. Ese día no ha llegado.




sábado, 9 de septiembre de 2017

CULTURA Y LENOCINIO

                         La calma del encinar
                         CULTURA Y LENOCINIO

                                                        Tomás Martín Tamayo
                                                        tomasmartintamayo@gmail.com
                                                        Blog Cuentos del Día a Día

No creo que nadie preocupado, relacionado o involucrado en la Cultura pueda sentirse satisfecho con nuestra penosa situación actual, porque en ella estancarse es retroceder y, desde luego, este puede ser uno de los momentos culturalmente más sombríos de la etapa democrática. Como si la Cultura fuese una de esas asignaturas consideradas “marías”, la asumió el propio presidente de la Junta que, si con los líos de partido en los que lleva  casi toda la legislatura, apenas tiene tiempo para serenarse, al becerrillo de la Cultura no le da ni un capotazo. Es que ni para disimular. Si el gobierno de la Junta está casi ausente, el consejero de Cultura es que no está de ninguna forma. Ni se le espera. Vara debería quererse menos y cesarse de inmediato.

 No digo que el presidente sea un hombre inculto, pero desde luego en su mundo no está la Cultura ni la Cultura está en su mundo.  ¿Que por qué? No lo sé. Guillermo Fernández Vara es un hombre de alta complejidad, al que hace mucho dejé de traducir porque el bucle de sus piruetas mentales es excesivo para mí simplicidad. Y me mareo. No entendí, no entiendo ni entenderé jamás la doble personalidad y ser diferente dependiendo de si se está en la oposición o en el poder. Sencillamente, con Vara me quedo en el vacío, en la nada metafísica, en la superficie de una profundidad que se me escapa porque, como la línea del horizonte, se aleja si me acerco. Amén.
 
Pero aunque ponga punto y aparte, es un amén de punto y seguido porque se detectan sarpullidos, añoranzas en los  antaño visitadores de mancebías culturales, aquellos que se creían propietarios de la cosa  porque durante un tiempo la administraron con la misma prepotencia que una madama de lenocinio.  Para ellos no hubo ni hay antes y después, porque  toda la gloria quedó en el paréntesis de su paso efímero por una cultureta bien amañada entre amigos, siempre prestos a mojar en el generoso puchero de sus mecenas particulares. Mecenas que disparaban generosamente con nuestra pólvora, claro. Algunos demostraron cierta vergüenza y después de los días al sol pasaron a la sombra sin ruido, pero los cebollinos presuntuosos, los junta letras engominados e incapaces de levantar la vista de su ombligo,  siguen de guardia y andan quejosos porque se ponen la mano detrás de las orejas y solo oyen el ruido de sus tripas. Pero como todo no puede ser malo en todo, la crisis sopló los jaramagos de tanta pobreza intelectual, de tanta pitanza pringosa y hemos de reconocer -¡vaya mérito!- que entre la penuria de hoy y la de los chupópteros ripiosos de ayer algo hemos ganado porque, además de perderlos de vista, hemos dejado de alimentarlos. A ellos y a sus tristes egos. ¡Que sigan rezando al que los puso y maldiciendo al que los quitó, pero que no vuelvan a poner su zarpa en la Cultura! Les va mejor llorar y manifestar su resentimiento.

En la Cultura siempre hay espacios vacíos y medio llenos, porque el presupuesto nunca es generoso y dinamizarla cuesta mucho dinero. Un dinero que no tenemos porque hay sectores más urgentes y prioritarios. Es difícil torear un morlaco tan diverso y resabiado, pero mejor es no perder la esperanza y creer que después de este tiempo, ciertamente sombrío, lo que llegue será mejor. A peor es difícil.
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sábado, 2 de septiembre de 2017

GESTOS

                           La calma del encinar
                           GESTOS

                                                        Tomás Martín Tamayo
                                                         tomasmartintamayo@gmail.com
                                                         Blog Cuentos del Día a Día

Necesito abrazar a un musulmán”, afirmó Javier Martínez, el padre del niño de 3 años asesinado en La Rambla por el pirado de la furgoneta zigzagueante. Y para dar satisfacción a la necesidad, salió a la puerta de una mezquita y llevando del hombro al imán de Rubí, lo abrazó ante todos los medios. El imán lloraba tapándose la cara y el padre del niño lo consoló”. ¿Conmovedor? Para mí fue un gesto histriónico e innecesario por su exhibición pública. ¿Necesitaba abrazar a un musulmán y, además, necesitaba hacerlo de forma tan  ostensiblemente pública? ¿Un abrazo para que se viera? ¿No servía un abrazo sentido en la intimidad? Entiendo que el dolor puede entorpecer el juicio y empujar hacia estos gestos que lo único que delatan es cierto desajuste emocional. Su buenismo llegó hasta sentirse “solidario con el dolor de los familiares de los terroristas”, recordando agradecido las llamadas de varios alcaldes y de la Casa Real, porque “somos muy, muy, muy, muy personas” (¿?). Después quiso conocer a la forense que había atendido a su hijo: “Que sepas que acabas de hacerle la autopsia a un ángel”. Gestos. Gestos que no censuro, pero que tampoco entiendo, aunque imagino que ese señor estaba roto de dolor. Nuestra educación es expansiva en la gestualidad y quién sabe lo que hay detrás de cada gesto. No somos ingleses.

 Tiberio decretó el destierro de dos senadores porque habían osado interpretar sus gestos: “Solo yo puedo interpretarlos”. Uno de ellos había ido a pedirle clemencia para un hermano que, como recaudador, había “distraído” parte de los impuestos. El senador se comprometió a devolverle al emperador el triple de lo robado por su hermano y Tiberio, benévolo y paternal,  asintió con la cabeza y lo llevó del brazo hasta la puerta. El senador interpretó el gesto como un perdón y fue hasta la casa de su hermano para darle la buena nueva, pero al llegar vio su cabeza clavada en el dintel de la puerta. “Tu hermano era un ladrón y tú un temerario por atreverte a interpretarme, porque el mismo gesto puede indicar una cosa o la contraria, según me parezca”. El atrevimiento le costó el destierro.

¿Cómo interpretamos el gesto del rey, asistiendo a la primera manifestación en la que participa la Corona? ¿Por qué ahora y por qué en Cataluña? Ha habido actos terroristas con casi doscientas víctimas y, aunque nunca faltó la solidaridad de la Casa Real, a la hora de las manifestaciones siempre permaneció al margen. Al respecto, dos preguntas: ¿Hubiera asistido si la manifestación es en Cáceres o Toledo? Una vez inaugurado el ciclo, ¿asistirá el rey a las manifestaciones futuras? Eso apretará mucho su agenda y su tiempo para los imprevistos.

¿Y el gesto de Rajoy, supuestamente serio, cuando afirma con rotundidad que no habrá referéndum en Cataluña? ¿Indica que no habrá referéndum o con su negativa está afirmando que puede haberlo porque, en no pocas ocasiones, sus negativas son afirmaciones y sus afirmaciones, negativas? Como Tiberio, solo él puede saberlo.

Otro gesto difícil de entender es el de los aprovechados que, al socaire de una manifestación contra el terrorismo, sacan sus bravatas separatistas, porque les importan menos las víctimas que sus delirios.

Tiberio llevaba razón, los gestos no son interpretables y en el circo,  el mismo movimiento de cabeza puede indicar muerte o perdón. “Eso es según”, decía Machaquito cuando se le ponía en una encrucijada.
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