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La calma del encinar
¡QUE NO SE ENTERE NADIE!
Tomás Martín Tamayo
tomasmartintamayo@gmail.com
Blog Cuentos del Día a Día
Como si entre el negro y el blanco no hubiera escala
cromática alguna, en Extremadura hemos pasado de un gobierno “tararí-chimpún” a
un ejecutivo “chitón en boca y que no se entere nadie”. Dos extremos, porque,
si aquellos se pasaban en el chirriar y la estridencia, estos imitan el sigilo
del gato y andan con los pies almohadillados, para que no se les oiga. El
gobierno de la Junta tiene vocación de invisible, que es el sueño máximo de los
liberales. ¿Qué quedará si algo queda? Entre los dos extremos prevalecerá el
recuerdo de la estridencia de un gobierno de perfil meramente político, que
trabajaba más la botella y la etiqueta que el vino. Aquellos, los “monagoboys”,
se pasaban el día con el megáfono en la mano, voceando las excelencias de unas
uvas cuyas cepas ni siquiera se habían plantado. Y además, para que sonara más guay,
también lo pregonaban en inglés. Pero aquello pasó y tuvo su adecuada respuesta
electoral, por lo que no merece insistir en la tortura del recordatorio. Vamos
a lo que tenemos.
¿Y ahora? Ahora los “varachissssss”, los silentes que, como
el fantasma de la ópera, pasan rápidos, como sombras que se diluyen en las paredes
y atraviesan los cristales. Me aseguran que los consejeros trabajan, que son gente
de currelo. No lo dudo, pero ¿quiénes son y sobre todo, qué hacen, aunque no
nos digan a qué dedican el tiempo libre? En los cuarenta años de autonomía
nunca habíamos tenido un gobierno tan misterioso. “Bueno, hay una que sale de
vez en cuando con las cuentas, otro
tiene bigote y el de Sanidad”, acertó a decirme el director de un instituto de
Badajoz.
No creo que haya que llegar a estrambotes pasados de tiempo
y de rosca, pero desde luego estos ilustres “ladies and gentlemen”, bien parece
que pertenecen a la cofradía de la evanescencia. Incluso a Fantomas se le vía
más. Además de tener un perfil político inexistente, son pocos, porque, de los
cien compromisos electorales, registrados ante notario por el actual consejero
de Cultura -¿?-, parece que el reduccionismo del Consejo de Gobierno es uno de
las más importantes, sin olvidar la restricción horaria para las grandes
superficies de Badajoz, fastidiando a todo el mundo y sin beneficios reales
para nadie.
Tal vez sea hora de agradecer los servicios prestados a los
invisibles que, aunque no se hayan desgañitado, seguro que han intentando hacer más vino que etiquetas.
Próximo el ecuador de la legislatura, la Junta, más que un parche, necesita
cambiar la rueda y que se engrase a fondo el eje sobre el que gira. ¿Junta o
gobex? He ahí el dilema, pero se está haciendo mucho para que vuelva el gobex y
Monago, si sigue callado, gana muchos enteros.
¿Qué trasciende? Creo que Fernández Vara es un hombre
trabajador, pero que se está confundiendo en el mensaje, porque lo vemos más en
los enredos del PSOE y en el escenario nacional que en el extremeño.
Excesivamente dedicado y sobreexpuesto en el conflicto interno de su partido,
no parece percatarse de que a los extremeños les importa más lo que pasa en
Extremadura que lo que ocurre en el PSOE. ¿Ignora Vara que todo esto sopla las
velas del adversario? ¿Quién está en la tienda? Él sabrá, pero estar en tres sitios
a la vez es atributo divino, solo reservado para la Cospedal.
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