sábado, 30 de diciembre de 2017

LA COMISIÓN HA HABLADO

                            La calma del encinar                      
                            LA COMISIÓN HA HABLADO

                                          Tomás Martín Tamayo
                                          tomasmartintamayo@gmail.com
                                          Blog Cuentos del Día a Día

¿“Roma locuta, causa finita”? En un acto de fe impropio por lo sacramental, se nos presenta a  la comisión de estudio para la recuperación de la Memoria Histórica en la provincia de Badajoz, con un reverencial “La comisión ha hablado, asunto zanjado”. Amén.  ¿Segunda opinión para contrastar el diagnóstico? ¿Para qué perder el tiempo? La duda es propia de infieles, porque lo que sentencia “la comisión”  es como un mandamiento que Moisés olvidó cincelar en sus tablas. Desde ahora, los Diez Mandamientos son once, porque el décimo primero es “no  cuestionar de pensamiento, obras ni deseos lo que la comisión de la Diputación ha dictaminado sobre Franco y sus sombras”. La sombra de Franco, tan chiquitito él, es más alargada que la del ciprés de Delibes y con tantas raíces y ramificaciones que, como el Cid, sigue proyectándose y ganando batallas cuarenta y cinco años después de muerto. Nos queda por dilucidar si Moisés lo olvidó o fue una omisión voluntaria por su condición de franquista irredento. ¿Roma locuta, causa finita, a la extremeña? ¡Manda cojones!

Parto de la buena voluntad de todos los creyentes, incluso de los creyentes de la sacro santa comisión  pero, por favor, que  no le encarguen ningún estudio histórico que vaya más allá del sábado pasado, porque si algo tan cercano, como los últimos años, lo presenta con esa guarnición de señalamientos y exclusiones ¿que podrían alumbrar esos sabios si se dedicaran a indagar sobre el pleistoceno?

No conozco a nadie tan perverso como para oponerse a que las familias recuperen a sus muertos, de cunetas, fosas comunes y aledaños de cementerios. Ni afán tan inútil como pretender ganarle la guerra a uno que murió en su cama (no me atrevo a decir que plácidamente), después cuarenta años de escribirnos al dictado hasta la forma en la que debían de pasear los novios por la carretera. Lo peor de las leyes, lo que las hace risibles, inútiles y fantasmagóricas son los excesos, el ir más allá de la razón de la calle, pretendiendo borrar la memoria a martillazos, como si fuera el disco duro del portátil de Bárcenas.

Hace falta mucho valor, o mucha ignorancia, para atreverse a elaborar un listado de “franquistas”, basándose, con asepsia cegata, en la coincidencia temporal de un mandato. Todos los funcionarios y cargos institucionales entre 1958 y 1975, TODOS, al tomar posesión lo hicimos acatando, o sin negar acatamiento, a los Principios Fundamentales del Movimiento, que era la constitución de Franco. Y todos los títulos académicos iban firmados por el ministro del ramo…, nombrado por franco. ¿Volvemos al instituto o a la universidad, para desprendernos del estigma que eso supone?

Dictaminar  que para cumplir una ley hay que borrar las huellas de todos los que fueron alcaldes, militares, presidentes de diputaciones… durante cuarenta años, es un despropósito que roza lo insensato. Y si en el listado entran nombres como el de Julio Cienfuegos, Jaime Montero de Espinosa, Antonio Masa, Ricardo Carapeto o Díaz Ambrona… ya se entra en un revisionismo cegato del que hay que reírse para no llorar. Julio Cienfuegos fue un prestigio para Badajoz, para la judicatura, para la Diputación, para el Instituto Social de la Marina y para todos los que tuvimos la suerte inmensa de conocerlo y tratarlo. Un demócrata ilustrado que podía poner escuela. Y como él, tantos otros, millares en Extremadura, que supieron servir sin caer en servilismos ni aceptar sirvientes. Si se quiere ser serio y dar apariencias de seriedad, necesario es dejarse de cachondeo.



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sábado, 23 de diciembre de 2017

ESCRIBIR A CIEGAS



                       La calma del encinar
                       ESCRIBIR A CIEGAS

                                   Tomás Martín Tamayo
                                               tomasmartintamayo@gmail.com
                                               Blog Cuentos del Día a Día

Opinar en un medio, prensa, radio o televisión, es tarea diferente a la de informar, que es propio de profesionales de la información, sean o no periodistas titulados. Los que opinamos, es mi caso, ofertamos una visión propia, que no tiene obligatoriamente que ser objetiva, porque no estamos comprometidos con la verdad, sino con nuestra verdad, aunque confundiendo churras con merinas, a los que escribimos en un periódico se nos exija profundizar en los temas que tratamos porque, de alguna manera, se nos considera informadores. Y no lo somos. Alguna vez he hecho información, pero lo mío es la opinión. Un periodista es un profesional, se supone que capacitado, capaz de indagar en una información y comunicarla. Y puede opinar, en las páginas de HOY hay muestras sobradas, pero incluso en ellos hay que saber diferenciar al periodista que informa, del periodista que opina, porque la opinión es libre y personal, pero la información tiene unos cauces que la dirigen y encorsetan. ¿Que eso es muy purista y relativo, porque hay informaciones falsas e interesadas? Ese es otro cantar.

Días atrás tuve que denunciar la pérdida de un documento para poder renovarlo y el policía, que me conocía por el periódico, después de tomar nota de mi filiación, por su cuenta, la complementó con “periodista”. Le advertí que soy maestro y que aunque escribo en un periódico no soy periodista, pero no corrigió su aportación porque, encogiéndose de hombros,  según él “es lo mismo”. “Pos fueno, pos fale, pos malegro”, que diría Maki Navaja.

Sentado lo anterior, creo que es apasionante la aventura de escribir en un periódico, porque cuando lo hacemos escribimos a ciegas y no imaginamos hasta dónde llegará nuestra opinión. Un día escribí contra la campaña propagandística de una multinacional tabaquera y poco después recibí de la misma una larga información, desde Illinois (EE.UU), corrigiendo alguna de las cosas que había escrito. En otra ocasión dediqué un artículo a la Aspirina, con motivo de su centenario y desde Alemania me llegó una invitación para asistir en Paris a las celebraciones por su descubrimiento. Critiqué los actos organizados para los abueletes que combatieron en el frente republicano de nuestra Guerra Civil y uno de ellos, desde Marsella, se dirigió a HOY para rebatir mis argumentos, contando sus penalidades. Cuando el gobierno belga -¡Ay Bélgica, Bélgica!- denegó a España la extradición de un etarra, publiqué un artículo criticando su postura y desde la embajada, me enviaron una amplia documentación, con las razones jurídicas que, según ellos, justificaban la negativa…

Da un poco de vértigo, porque uno escribe pensando en el ámbito geográfico de Extremadura, casi para el vecino, pero lo que escribimos se expande y el eco es incontrolable. Nunca se sabe cómo y por qué una opinión pasa fronteras y llega.  La “aldea global” comienza a tener algo de sentido, pero todo esto, al mismo tiempo que gratificante, resulta restrictivo porque, de alguna forma, nos obliga a escribir pensando también en la línea del horizonte.

¿Y la importancia que algunos nos dan? Los hay que creen que escribir en un periódico da poder de resolución  y facilidad para acceder a sitios cerrados y reservados a unos pocos privilegiados. Algo así como entrar en el exclusivo “club de los afortunados”. Y nos cuentan injusticias de todo calibre, para que las comentemos, confiados en que eso servirá para frenar o resolver… Desmitifiquemos, una opinión es solo eso. Y a veces ni eso.


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viernes, 15 de diciembre de 2017

DIFÍCIL PORTUGAL



                             La calma del encinar
                             DIFÍCIL PORTUGAL

                                                  Tomás Martín Tamayo
                                                  tomasmartintamayo@gmail.com
                                                  Blog Cuentos el Día a Día

Saber portugués no garantiza a nadie entender a los portugueses, que suelen tener una visión muy propia, muy portuguesa, en sectores tan comunes y globalizados como el turismo. “Portugal vai á sua passagem”, dicen en una guía turística oficial. Efectivamente, Portugal va a su paso, aunque con su paso pisen a la gallina de los huevos de oro. El turismo es responsable directo de más de un millón de empleos y supone casi el 7% del PIB, pero ellos siguen a su paso, que a todas luces es un paso cambiado, porque limita mucho las posibilidades de crecimiento en el sector. Los portugueses venden poco y mal, lo que no impide que algunos mantengamos una querencia extraña hacia Portugal.

¿Tiene mucho atractivo obligar al turista a esperar hora y media para pagar el peaje de Elvas hacia España? Pues el pasado domingo sucedió y seguro que nadie pondrá remedio a semejante disparate, porque las soluciones fáciles, como levantar la barrera para deshacer el embudo en el momento de máxima concentración de vehículos, no se contemplan en Portugal. Kilómetro y medio de cola para pasar por ventanilla y poder pagar 16 euros. Voces, gritos de protesta, bocinazos, hombres y mujeres orinando en la cuneta y  ellos “á sua passagem”, según contaba Evaristo Fdez. de la Vega en HOY.

En la playa de Comporta, la más cercana que tenemos los pacenses, alquilar una sombrilla y dos tumbonas cuesta veinte euros, lo que explica que su ocupación sea mínima, porque en la mentalidad del portugués no entra bajar los precios para alquilarlas todas. Y hay que añadir tres euros de aparcamiento, treinta y dos del peaje y el combustible. Eso si se lleva la nevera o el bocadillo, ya que comer allí cuesta un mínimo de cuarenta euros por persona, aunque es fácil encontrar mesa porque, como en las tumbonas, la ocupación es mínima. Un baño en “nuestra” playa de Comporta, llevando la comida, cuesta cuatro horas y cincuenta euros. Para pensárselo.

La prensa portuguesa recoge con frecuencia la queja de la hostelería porque en muchos pueblos de la raya, el sector ha caído casi un 50%, lo que no supone ninguna novedad para los asiduos porque, inexplicablemente, Portugal sube los precios en la misma proporción que baja su expectativa hotelera. Si baja la demanda encarece la oferta. ¡Con un par! Comer en Portugal sale más caro que hacerlo en cualquier costa española. Hay que buscar mucho para encontrar un folleto en español y en los restaurantes portugueses, incluso en algunos fronterizos, siguen empeñados en hacer guiños a los ingleses, italianos, franceses y alemanes, pese a que el 70% seamos españoles. En Madeira, en septiembre, no había guías ni  folletos turísticos en español y la explicación del responsable de la oficina es para enmarcar: “No hay porque están agotadas”.




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sábado, 9 de diciembre de 2017


                

                              La calma del encinar
                              DAÑO PERVERSO

                                    Tomás Martín Tamayo
                                    tomasmartintamayo@gmail.com
                                    Blog Cuentos del Día a Día

Hace unos días HOY publicaba un trabajo sobre el riesgo que corren nuestras encinas, atacadas por la seca, un patógeno que se multiplica en el suelo, causando daño a las raíces y derribando árboles centenarios. “Es una plaga muy lenta y por eso no hay conciencia clara del peligro”, decía literalmente la información… ¿Por qué me acordé de lo que nos está pasando en Cataluña? ¿El patógeno, que con la permisividad de los diferentes gobiernos, está atacando nuestras raíces, ha sido una plaga lenta y no hemos tenido conciencia clara del peligro?
 
No voy a ponerme estupendo con el patriotismo, el españolismo, el constitucionalismo  y demás ismos, porque los del montón no tenemos que predicar, pero reconozco que España me duele y comprobar que unos tipos que están arruinando los bolsillos y la imagen de Cataluña, siguen en su acometida feroz para arruinar también la de España, me produce una indignación difícilmente superable. ¿Por qué odian a España? Espero que el daño perverso lo paguen hasta donde puedan pagarlo, que siempre será poco para el daño que están haciendo. Y me refiero a esos patógenos y no a Cataluña ni a los catalanes, que bastante castigo tienen.

 Odian a España, eso no lo ocultan, pero si “por sus obras los conoceréis”, aun odian más a Cataluña, porque la hoja de ruta que se han marcado, solo conduce a la ruina de la tierra que “tanto aman”, empujándola casi al enfrentamiento civil. A base de prometer el maná del desierto, para convertir a Cataluña en el motor económico de Europa, han conseguido el imposible de que tres mil empresas salgan de allí, que el turismo pase del exceso al defecto, que Cataluña se vea relegada en los planes de la UE y todo con una técnica tan avanzada de comunicación que ya estaba en el ideario nazi de Goebbels. Los patógenos han llegado a las raíces, demostrando una eficacia demoledora en su afán destructivo.

Con frialdad, imperturbables, han aprovechado todas las fisuras de nuestros despropósitos, chantajeándonos a su capricho, hasta llegar a un punto en el que España, la encina, se ve seriamente amenazada y cuestionada por la eficacia nazi de una estrategia perfectamente definida, desde los primeros años del pujolismo. Han aprovechado la vía abierta por la carcoma de la corrupción, para ocultar sus corrupciones, silenciadas por el interés político de contar con unos votos que hemos pagado al precio de la propia dignidad del Estado. Se les ha mimado, incluso permitiéndoles que persiguieran en Cataluña a los que se sienten españoles. Y  para que no gritaran, con dinero de otras comunidades más pobres y desasistidas, pero leales a la unidad de España y respetuosas con la Constitución, se les ha dado todo. ¿Alguien imagina, sin reírse, que en Cataluña consentirían el cachondeo del tren que aquí sufrimos?
 
El daño que están haciendo a Cataluña y a España no lo pueden pagar con años de cárcel, ni con su patrimonio personal, incluyendo lo que muchos han robado, mientras todos los gobiernos de España, todos, miraban para otro lado porque, con ceguera partidista, solo querían resolver el problema inmediato. Pan para hoy y hambre para mañana. El patógeno se ha multiplicado y el mal que han hecho lo han hecho muy bien, de forma concienzuda y sistemática. No creo que la encina caiga, pero la han removido desde sus raíces más sólidas y siguen burlándose del sistema, conocedores como son de nuestra cobardía, desunión y complejos. ¿Habremos aprendido?

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sábado, 2 de diciembre de 2017

EN LA CÁRCEL SE ACABA EL CUENTO (II)

                 La calma del encinar
             EN LA CÁRCEL SE ACABA EL CUENTO ( y II)

                                                       Tomás Martín Tamayo
                                                       tomasmartintamayo@gmail.com
                                                       Blog Cuentos del Día a Día



¿Alguien cree que cuando Neil Armstrong, al pisar la luna dijo aquella frase memorable de “Un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”, fue una ocurrencia de aquel momento? ¡Para frasecitas filosóficas estaba el astronauta, con sus ciento setenta y tres pulsaciones! Después se ha sabido que un comité de expertos en publicidad, la eligieron entre más de diez mil, aunque la llamada a los ocurrentes se hizo para unas tortitas de maíz y se modificó para que nadie reclamara la autoría.

Oriol Junqueras también llevaba preparada su frase para la historia, posiblemente  soñando que algún día los niños catalanes la recitarán en el colegio, como el “Tierra a la vista” del vigía de Colón al ver que un montículo alejado rompía la línea del horizonte. Camino de la cárcel, desde el coche celular, el héroe independentista fue especialmente prolífico en frases antológicas y escribió un WhatsApp para traspasar los siglos: "Si el precio de la libertad es la cárcel, no renunciaremos nunca a la libertad" Ni el Ché Guevara. Y todavía, mientras la furgoneta a toda pastilla cogía las curvas y los guardias se mofaban de él, tuvo aplomo y reaños para apuntalar su firmeza: “Haced cada día aquello que esté a vuestro alcance para que el bien derrote al mal. Con determinación lograremos la victoria”. Ahí queda eso, esfuerzos hay que hacer para no llorar.
 
El martes pasado don Oriol y sus compis debieron migar en el café unos bollos de realidad y renegaron de la independencia unilateral, acatando el 155 que antes de entrar era ilegal. Ahora debería mandar otro WhatsApp, modificando sustancialmente el anterior: “Si el precio de la libertad es la cárcel, la libertad puede esperar un ratito”.

¿Y no tuvo su frase para la historia, el más furibundo independentista del Gobierno catalán, el ex conseller de Territorio y Sostenibilidad, Josep Rull? Cómo no: “Si ves este tuit es que me han encarcelado por ser fiel a las urnas”. Parece que ha encontrado otras acepciones para la fidelidad y ahora piensa lo mismo que Junqueras.

¿Cuál ha sido el bálsamo para apaciguar tanto ardor guerrero? ¡Veinticinco días de cárcel! La prueba más evidente es que los que se quedaron fuera o están prófugos de la Justicia, siguen “erre que erre”, manteniendo el mismo empecinamiento y sin modificar el discursito del atropello del 155, la España fascista, el cuestionamiento de jueces y fiscales y hasta el esperpento de poco menos que haber evitado una guerra civil, con un país sanguinario, dispuesto a sembrar las calles de cadáveres, atropellándolos con tanques a su paso. ¿Eso no tendrá precio?
 
En la cárcel se acaban muchos cuentos porque los compañeros de celda, el retrete abierto, el patio en el que mientras más altos, más pequeños, el camastro y el mismo rancho para constitucionalistas, separatistas, carteristas, atracadores, violadores y terroristas… hace que la cabeza se enfríe con el cerrojazo de cada día y el eco de los aplausos queden fuera, sin atravesar los muros.

Otra que ha visto que las estupideces pueden tener consecuencias es la guerrillera que denunció la “guerra civil”, Marta Rovira, que ahora asegura que  “Nunca hubo vía unilateral, eso fue un invento del Estado”.

El que, hasta que entre, sigue con sus salidas es Puigdemont, que después de querer salirse de España, se ha salido de Cataluña y ahora también quiere salirse de Europa. ¡Es un salido!



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sábado, 25 de noviembre de 2017

En la cárcel se acaba el cuento (i)

                  


  La calma del encinar
                EN LA CÉRCEL SE ACABA EL CUENTO ( I )
 
                                                  Tomás Martín Tamayo
                                                  tomasmartintamayo@gmail.com
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Sobre las prisiones españolas existen bulos prácticamente imposibles de desmontar, porque se parte de la premisa de que, como casi todo es un cachondeo moldeable a conveniencia de parte, la cárcel no va a estar al margen de lo que se usa y gasta en esta España sorprendida, de perplejos, pillos y maleantes. Cada vez que entra en prisión un capitoste, político, financiero, famoso o con apellidos de relumbrón social, siempre se suelta la bicha de que su vida allí dentro, se asemeja poco menos que a la de un ricacho caribeño, soleándose bajo una palmera, piña colada en la mano y mulatonas  que se contonean insinuantes a su alrededor. Por supuesto comida a la carta, que le sirven los mejores restaurantes, multicanales en la televisión, Internet y móvil para no perder sus contactos con el exterior. Y, no exagero, he llegado a oír que con entradas nocturnas de señoritas elegidas en un catálogo… O con salidas después de la cena y vuelta en la madrugada para el desayuno y recuento… ¡Cuánta tontería ha sembrado en algunas cabezas las series de narcos, sobre Pablo Escobar!

 Puestos a imaginar, en su día no faltaron testigos que aseguraban haber visto, mientras estaba en la cárcel, a Mario Conde en el apartado de  un exclusivo restaurante de cinco tenedores… Con absoluta seguridad, el señor de la gomina estaba compartiendo celda de 3X3, ventanuco con barrotes, camastro empotrado, wáter sin puerta, grueso cerrojo y cerradura de seguridad por fuera. Claro que también hay gente que sigue viendo a Elvis Presley, ha subido a una nave extraterrestre e incluso, a buen precio, creyeron comprar la Torre Eiffel. ¡Y también se sigue hablando de torturas…! Hay más “tontos p´a siempre” que arroz en la China.

¿Alguien puede creer semejantes disparates? Sí. Las gilipolleces existen porque hay gilipollas que las propagan y gilipollas que se las creen. En una tertulia televisiva, un sabihondo afamado, de esos que saben de todo, comentando el encierro de Oriol Junqueras y otros miembros del club de la comedia catalana, insinuaba, con mucho énfasis y peor leche: “¡Ya me gustaría a mí comprobar las limitaciones que toda esta gente tiene dentro de la cárcel, porque puedo asegurar que de rancho carcelario nada de nada! ¡Tonto p´a siempre!

Las prisiones españolas, así lo creo y alguna razón debe ampararme  después de haber ejercido la docencia 43 años en ellas, son de lo poco serio que nos queda. En su seno da igual Agamenón que su porquero, el ministro de Justicia que el robaperas. Allí todos tienen la misma celda, el mismo patio, el mismo comedor, retrete y rancho. No hay más privilegios que los que uno mismo se gestiona con su buena conducta y estos no eximen a nadie de los mismos horarios, el mismo almuerzo/cena/desayuno y las mismas posibilidades de denuncia o recurso si se ve agraviado. Los controles son tantos que, además, hacen imposible cualquier privilegio o inquina hacia un recluso… Dentro de la cárcel, no pierdan el tiempo y créanme, todos los reclusos tienen lo mismo, aunque no sean iguales.

Y para acabar permítaseme un escaso comentario sobre los funcionarios, multidisciplinares, que las atienden. En su conjunto son profesionales que se toman su trabajo con rigor y dedicación, y que no están allí para favorecer o desfavorecer a nadie. La cárcel es muy dura y, aunque parezca un internado, allí se acaba el cuento. No la empañemos con idioteces y tonterías imaginativas. El próximo sábado les contaré algo más.



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sábado, 18 de noviembre de 2017

EXTREMADURA SE DESPEREZA



                                    La calma del encinar
                           EXTREMADURA SE DESPEREZA

                                                       Tomás Martín Tamayo
                                                       tomasmartintamayo@gmail.com
                                                       Blog Cuentos del Día a Día


Vaya, por fin, parece que alguien del Gobierno nos toma en serio, visita Extremadura, da la cara y se compromete, aunque uno ya está muy resabiado y no sabe si esa disposición tiene algo que ver con la movilización “Por un tren digno”, de hoy mismo en Madrid. Desde luego es una feliz y oportuna coincidencia que el pasado lunes, De la Serna se desplazara hasta Mérida para firmar con el presidente de la Junta un protocolo de Obligación de Servicio Público (OSP), que se aplicará a partir del verano para los vuelos Badajoz-Madrid y Barcelona, rebajando  sustancialmente el precio del billete. No desconfiemos, aunque parezca una visita estratégicamente medida, porque si la OSP no se aplicará hasta julio, pelín sospechoso es que viniera a firmarla en noviembre, cinco días antes de la manifestación.

Bueno está, confiemos una vez más, aunque los gobiernos de España, todos, han perdido el tren en Extremadura, aprovechando nuestra tendencia al masoquismo. El propio director de HOY, que no sabe aplaudir, el domingo pasado en su “carta”,  aparcaba la cara de póquer al relatar la nueva situación. El ministro de Fomento sostiene los plazos para resolver el problema de marginación ferroviaria que tenemos, mejora los vuelos y agiliza algunos tramos de carretera. Ojala no sea un nuevo espejismo, porque  parece que, en el mapa de España, ha puesto una chincheta en Extremadura.
 
Hasta ahora se han cachondeado de nosotros, porque nosotros mismos lo hemos hecho, conformándonos con fanfarrias de fanfarrones  y faraones. ¿Se acuerdan del Aeropuerto Internacional de Cáceres? Un verdadero disparate, porque a 300 kilómetros de Madrid, el aeropuerto de Cáceres habría corrido la misma suerte que el de Ciudad Real o Castellón.  Lo curioso que es para semejante despropósito se contaba con el visto bueno de las cajas de ahorro, Universidad, agentes sociales e incluso del Partido Popular, que no quería descolgarse de semejante logro. Como no hay mal absoluto, la crisis arrinconó el particular valle de los dioses de “Ibarkamón”, que fue al baúl de los recuerdos, como una anécdota más. Hoy el aeropuerto internacional de Cáceres sería una pista de patinaje. La crisis acabó con muchas tonterías.

Para los nuevos tiempos de la OSP, incluidos los 3 millones que pagaremos los extremeños, hago una pregunta  “made in Agapito Gómez Villa”: “A ver, que levanten la mano los cacereños, trujillanos, moralos, placentinos, emeritenses, villanovenses, dombenitenses… dispuestos a desplazarse a Badajoz para coger el vuelo hasta Madrid por 100 euros”.  Volar va a ser más barato, pero sigue siendo excesivamente caro.  Yo voy mucho a Madrid y considero que mi nivel económico es “medio/alto” en Extremadura, pero nunca he perdido el tiempo, ni el dinero, cogiendo el vuelo Badajoz-Madrid,  porque eso era, es y seguirá siendo, un lujo fuera de mis posibilidades económicas.

 La línea aérea la pagábamos entre todos, pero para que sólo unos pocos la aprovecharan, porque con lo que costaba un sólo pasaje, cinco personas podían ir en coche dos veces a Madrid, ahorrando mucho dinero y algo de tiempo. ¿Quiénes eran los habituales del vuelo? Los que podían cogerlo sin arañarse el bolsillo, porque pasaban el importe a terceros. Generalmente a nosotros mismos, a los paganos que, además de subvencionar la línea, les pagábamos el billete a
diputados, senadores, consejeros, altos cargos, directivos, algún pagano con urgencias y, como relleno, alumnos de institutos y colegios. Paradójicamente el avión es un lujo que mantenemos, pero que no está a nuestro alcance. Es como comprar un jamón para que otros se lo coman.




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sábado, 11 de noviembre de 2017

Añorantes de la dictadura

                          La calma del encinar
                          AÑORANTES DE LA DICTADURA
                                                    
                                                    Tomás Martín Tamayo
                                                    tomasmartintamayo@gmail.com
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Con el rollo interminable de Cataluña, han aflorado verticalistas que lamentan la inconveniencia estratégica de la jueza Lamela, por encarcelar ahora  a parte del ex gobierno de Cataluña. Está claro que les traiciona el subconsciente y que eso de la separación de poderes es una papilla que no han  digerido. Al señalar esa “inconveniencia” están reclamando que haya una coordinación de intereses entre las decisiones judiciales y la política,  para que vayan cogidas de la mano. O lo que es lo mismo, que un juez, al margen de las decisiones que debe tomar para administrar la Justicia, tiene que consultar -no dicen a quién-, la oportunidad del momento, pisando el freno o el acelerador según lo que le digan.

Es un ramalazo autoritario, en el que cae mucha gente que va por la vida luciendo entorchado de “gauche divine” y progresismo, pero que, a la hora de la verdad, entre Justicia y política apuestan por lo segundo, convencidos como están de que la Justicia debe estar sometida, aceptando su condición de tapadera o recadera del gobierno de turno. Parecen añorantes de la dictadura.

Es un mal que viene de lejos. En 1985, Alfonso Guerra proclamó: “Montesquieu ha muerto”,  porque la separación de poderes le parecía una antigualla superable. El   PSOE, con su mayoría parlamentaria, reformó la Ley del Poder Judicial, poniendo palos en las ruedas para burlar arteramente la Constitución, liquidando la separación y metiendo manoseo político en el engranaje de la Justicia. Montesquieu, el filósofo que defendió la separación e independencia de los tres poderes, lleva en España 32 años con respiración asistida.

El Consejo General del Poder Judicial se había creído su independencia y obraba en consecuencia, pero eso era intolerable para los otros dos poderes. Lejos de asumir que era “el tercer poder”, lo acusaron de corporativismo  y cuando estaba tocada su imagen pública, los socialistas decidieron que fuera el Parlamento quien eligiese a los vocales que lo integran. Pues ya está, si los políticos eligen a los componentes del órgano superior de la Judicatura, todo lo demás cae por su propio peso, teniendo en cuenta que, por si fuera poco, el gobierno designa también al fiscal general que, no lo olvidemos, es el general de los fiscales. Montesquieu quedaba a un paso del “¡a sus órdenes, mi capitán!”, pero la jueza no se ha enterado todavía. ¡Es que es rubia!

Pero después de los socialistas llegaron los populares, que habían criticado la intromisión y, con mucha trompetería, publicitaron nuevamente la independencia de los jueces, pero todo se quedó en un “pacto por la justicia” entre PP, PSOE y aledaños, arbitrando una fórmula de elección mixta que lo dejaba prácticamente igual y sin garantizar la independencia del Poder Judicial.



En España Montesquieu no está enterrado en el formalismo y la apariencia, pero sí en el hoyo y con muchas losas sepulcrales encima. Si nuestra imperfecta democracia sigue el dictado de la partitocracia imperante,  la intromisión del poder ejecutivo en los otros dos poderes es y será una realidad efectiva. Mientras los políticos sigan eligiendo a la mayoría del máximo órgano de gobierno de los jueces, con la correspondiente deriva en el Tribunal Supremo, el fiscal general y el manoseo en el Tribunal de Cuentas, la independencia del poder judicial seguirá anclada en una deriva de sospecha. De ahí que algunos reclamen a la jueza Lamela que se ponga al día y no vaya de verso suelto. Son tics que nos quedan, es lo que tenemos.

sábado, 4 de noviembre de 2017

EL LISTO Y EL TONTO

                         La calma del encinar
                   EL LISTO Y EL TONTO

                                     Tomás Martín Tamayo
                                     tomasmartíntamayo@gmail.com
                                     Blog Cuentos del Día a Día


 “…Y pregunta uno: Siendo como son los catalanes, que son prodigio de inteligencia y de laboriosidad, ¿cómo han elegido a alguien tan torpe y tan tonto? (Se ríe de su gracia y continúa). Porque hay que estar bastante tonto para irse a Bruselas a pedir asilo político, si es que lo pide”. Ibarra dixit.

En el fragor de las declaraciones es fácil decir estupideces, pero también resulta fácil que,  en esas declaraciones apresuradas, emerja  la estupidez del declarante que, cuestionando la inteligencia y laboriosidad del electorado catalán, se declara torpe y tonto por lo bajo y soberbio, racista, clasista y engreído por lo alto. Ese mismo cuestionamiento de la inteligencia y laboriosidad de los catalanes que hace Ibarra, porque votaron a Puigdemont, lo oí muchas veces sobre los extremeños fuera de Extremadura: “¿Y cómo podéis votar los extremeños a semejante garrulo? No os quejéis, que tenéis lo que votáis”. Siempre rechacé argumento tan simplista, porque el electorado vota lo que quiere y eso no vincula ni determina su inteligencia y  laboriosidad con las acciones de lo que ha votado. En esa generalidad tan grotesca que hace Ibarra sobre los catalanes, se incluye también a los que no lo votaron. ¿Incluimos en el trinque del 3% a los catalanes que mayoritariamente votaban a Pujol?

Ibarra va de listo y sabidillo, él se cree el primero de la clase porque, en su egolatría enfermiza, se considera un mesías, una mente privilegiada, un visionario y un analista de primera fila. Durante veinticuatro años gozó de la confianza de la mayoría del electorado extremeño pero, salvo la ayuda del crecimiento vegetativo, dejó una Extremadura atrasada en todos los índices de progreso y bienestar, en  una marginación que seguimos sufriendo ocho años después de haberse ido. Y eso coincidiendo su mandato, en un largo trecho, con gobiernos del mismo signo, en época de vacas gordas y con una UE que nos enviaba trenes de socorros económicos.  Por cierto, que ocho años después de haberse ido sigue con coche oficial y dos funcionarios a su particular servicio.

 Las declaraciones de Ibarra eran siempre altisonantes, vacías de contenido real, ruidosas y desafiantes, pero en eso se quedaba todo, porque, a la hora de la verdad, los torpes y tontos catalanes sabían llevarse la parte del león y en Extremadura nos quedábamos con
Ibarra y sus genialidades. Eso sí, los periodistas se daban codazos por escucharlo,  porque daba muchos titulares, rompía cristales y no perdía ocasión para desafiar a alguien. Al final se acuñó lo de “son las cosas de Ibarra” y hasta en su partido relativizaban sus bravuconadas.

No creo que la hornada de políticos catalanes de los últimos años sea la más certera y coincido con Ibarra en que Puigdemont no parece un lumbreras de la política, pero interrogarse por la inteligencia y laboriosidad del electorado catalán, por haberlo elegido, es tan zafio como cuestionar la inteligencia y laboriosidad de los extremeños por haberlo elegido a él y sus aspavientos. Puigdemont puede ser el tonto, pero Ibarra no fue precisamente el listo.
 



Ciertamente parece un chiste que el expresidente de Cataluña vaya a Bruselas, no se sabe muy bien a qué ni para qué, porque las pestilencias que suelta sobre España y sus instituciones no alcanzan más allá de su propia boca, pero acotemos sus idioteces sin identificarlas con el electorado catalán ni con Cataluña, que merecen respeto, consideración y, ahora, también solidaridad.
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sábado, 28 de octubre de 2017

El batallón de la sotana


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                         La calma del encinar


 
                     EL BATALLÓN DE LA SOTANA

                                              Tomás Martín Tamayo
                                              tomasmartintamayo@gmail.com
                                              Blog Cuentos del Día a Día

Voy a escribir sobre “El batallón de la sotana” de Cataluña, con un recordatorio  breve de lo que supuso “El batallón de la sotana” en el País Vasco.  Lo aviso desde el principio para que las almas pías y de sensibilidad eclesiástica puntillosa puedan dejar de leer, porque esta columna no me va a salir políticamente correcta. La razón es que llueve sobre mojado y uno va sobrado de arena en la boca.

 Sin la “bendición” de una parte importante del clero vasco, el terrorismo de ETA habría bajado muchos decibelios su barbarie y nunca hubiera logrado la complicidad que  tuvo en los núcleos rurales, porque en la tolerancia de aquella Iglesia que encabezaba el obispo Setién, muchos veían una justificación para validar a los violentos: “¡Pero si hasta el obispo está con ellos!”, decían.  Y era verdad, lo estaba. El obispo y miles de curas. En uno de los pasajes más escalofriantes  de “Patria”, Fernando Aramburu describe la conversación entre la viuda de una víctima asesinada por ETA y el cura del pueblo,  que consideraba que era una provocación que ella volviera a su casa para rehacer su vida. El cura  fue a verla, en misión apostólica, porque creía que su presencia alteraría la pacífica convivencia del vecindario…

Superada aquella etapa sangrienta, que dejó 829 víctimas mortales y más de 5000 heridos y mutilados, todos deberíamos hacer una reflexión profunda para que los nacionalismos violentos, excluyentes y fanáticos,  no puedan nunca más enraizar en nuestras orillas pero, de oca a oca, hemos pasado del País Vasco a Cataluña, con una enorme distancia entre ellos, pero que puede achicarse sino se cercenan sus raíces desde los inicios en los que ahora nos encontramos. Soplar las velas de las masas es más fácil que recogerlas después. Y la Iglesia, tan proclive a pedir perdón en estos días, todavía no ha pedido perdón por lo que hizo ni por lo que dejó de hacer en el País Vasco. ¿Volver a empezar, ahora en Cataluña? Camino llevan.

Estamos sabiendo que ese ejército de más de 400 curas -a los que pagamos un sueldo-, contando con la “comprensión” de la jerarquía eclesiástica catalana, ha sido y está siendo esencial para que la sinrazón institucional de unos pretendidos golpistas, extremen sus argumentos hasta donde no se sabe dónde, ni con qué consecuencias, porque esto no ha acabado y el manoseado 155 no es más que una compuerta para abrir posibilidades legales, frente a los que se burlan de la legalidad, con la colaboración del “batallón de las sotanas”. Se sabe que en el adoctrinamiento de los niños han intervenido colegios religiosos de la Fundación de Escuelas Cristianas de Cataluña, con 434 centros subvencionados.  Se sabe que las urnas que no lograron localizar la Policía, el CNI ni la Guardia Civil se guardaban en muchas iglesias, desde las que se hizo una estratégica distribución para aquella burla de referéndum. Se sabe, se ha visto, que mientras un individuo hacía una burla de recuento de papeletas en la escalinata del altar de la Iglesia de Vilarodona, otro, con alba y estola, seguía en lo suyo,  indiferente al manejo que se  estaba perpetrando a sus pies.

Que yo sepa, ningún juez ha llamado a declarar a los curas que guardaron las urnas y permitieron que se votara en las iglesias. ¿Por qué será? Ay, lo mismo me condeno por preguntar.








domingo, 22 de octubre de 2017

ESTE TRABAJO,PUBLICADO EN HOY EL PASADO 16 DE ABRIL, HA GANADO EL PREMIO DE PERIODISMO "CIUDAD DE BADAJOZ" 2017

 La calma del encinar
                                               EL DEDO EN EL GATILLO

                                                Tomás Martín Tamayo
                                                tomasmartintamayo@gmail.com
                                                Blog Cuentos del Día  a Día


“Mire, don Tomás, yo le estoy agradecido porque me ha ayudado mucho durante estos años,  pero pertenezco a ETA y si usted fuera un objetivo, le aseguro que no me temblaría el pulso…”

Eso se lo oí a un alumno al que había ayudado y que, al mismo tiempo que me manifestaba su agradecimiento, aclaraba sus disposición a pegarme un tiro si la banda se lo ordenaba. Nada excepcional, por esto teníamos que pasar. La historia de los últimos 40 años en España está plagada de intrahistorias que difícilmente se cuenten, porque son miles de personas, de decenas de colectivos, las que podrían rememorar vivencias similares. Recuerdo a un funcionario al que un recluso de ETA le preguntó amablemente que si se había divertido en la boda de su hermana, celebrada la tarde anterior. ¿Y cómo interpretar la felicitación navideña que la mujer de uno de ellos envió a un jurista de II.PP, a su domicilio particular?  Los familiares de un etarra le dijeron a un funcionario encargado de las comunicaciones: “La próxima vez que vengamos, con un poco de suerte, no lo veremos”…

 Como maestro de II.PP, mi experiencia con los presos de ETA no fue negativa porque eran alumnos que generalmente se esforzaban, no faltaban a clase, no perdían la compostura, tenían una constancia que no era frecuente entre los reclusos y siempre me trataron con respeto y deferencia. No eran muy dados a mantener conversaciones fuera de las estrictamente necesarias y tampoco a demostrar afectos o desafectos, pero un alumno que llevaba conmigo varios años y que tenía muy bien encarrilada su carrera de Derecho, tuvo la “debilidad” de ir a despedirse de mí porque lo trasladaban a la prisión de Martutene . Yo le aconsejé que concluyera sus estudios y se dedicara al ejercicio de la abogacía, que dejara atrás el pasado… Él me miró pensativo, como si estuviera eligiendo las palabras y me dijo lo que señalo al principio… Dos años después de salir de la prisión le explotó una bomba que estaba manipulando. Había conseguido concluir la carrera de Derecho.

España entera estaba en el punto de mira de ETA y daban sus golpes para causar el mayor número de víctimas y el mayor perjuicio económico posible, atentando contra objetivos turísticos en épocas concretas. Del chantaje y la extorsión hicieron su bandera, obligando a cerrar industrias punteras del País Vasco y golpeando a los propios vascos, sin importarles su condición, edad o sexo. ¡Qué sarcasmo lo de aquella madre vasca que en el entierro de su hijo y rota de dolor, gritaba!: “¿Por qué a mi hijo, si él es vasco?”. Tampoco se estremecían por las víctimas colaterales, con decenas de niños mutilados o muertos.

 II.PP COMO OBJETIVO
No hubo un sector que se librara de la mordedura de la serpiente y supieron “colectivizar” la ruina y el dolor, en medio de la estupefacción que causaba su osadía, atentando contra el presidente del Gobierno, la cúpula militar, las fuerzas del orden, políticos, jueces, banqueros, fiscales, periodistas, médicos, funcionarios de prisiones… El miedo también se colectivizó y, como una mancha de aceite, se expandió por toda España, cubriendo el suelo de sangre porque ninguna provincia se libró del zarpazo.

En 1989 los colectivos penitenciarios se convirtieron en objetivo prioritario de ETA. Lo anunciaron solemnemente en un comunicado que, como todo lo que de la banda procedía, ocupaba portadas y titulares. ETA se hacía presente cuando quería y como quería, simplemente enviando una nota a un medio cercano. A partir de ese año fueron asesinados seis funcionarios de prisiones, además de un médico de la prisión del Puerto de Santa María. El secuestro de Ortega Lara todavía produce escalofríos por su refinada crueldad.

Los que trabajábamos en II.PP recibíamos alertas constantes, sugiriéndonos rutas alternativas para llegar a nuestro trabajo, cambiando las matrículas de los vehículos, extremando las precauciones,  mirando debajo de los coches antes de subir a ellos, cediendo la titularidad a algún familiar, ocultando el domicilio, no haciendo públicos nuestros desplazamientos, ni frecuentar los mismos sitios, a las mismas horas… La costumbre hizo que asumiéramos el riesgo con naturalidad, como si formara parte de nuestras obligaciones laborales. Es fácil imaginar cómo vivirían los guardias civiles, policías, militares…

PARÍS BIEN VALE UNA MISA
El primer rey Borbón, Enrique IV, de confesión protestante, para acceder al trono de Francia decidió profesar la fe católica, justificándolo  con una frase que ha pasado a la historia: “París bien vale una misa”. En política se entiende semejante bamboleo como  una muestra de acertado pragmatismo pero, sin tanta sofisticación, se está más cerca del fraile que llevaba una puta al hombro, con la justificación de que “todo es aprovechable en el convento”. Ahora ha tocado ser pragmáticos para sacar rentabilidad  a la supuesta rendición de ETA y unos y otros, incluso los mismos etarras, enarbolan el éxito del “desarme” como una victoria. Desarme no ha sido y rendición tampoco, aunque con eufemismos todo se disfraza. La rendición puede incluso ser un acto romántico, heroico y hasta patriótico, como el que refleja Velázquez en “La rendición de Breda” o cuadro de las lanzas, pero los delincuentes no se rinden, a ellos se les persigue, se les detiene, se les juzga y se les encarcela.

ETA fue y sigue siendo una organización terrorista, utilizada por muchos para alcanzar objetivos que estaban fuera de sus propósitos iniciales. Se prestó a poner el dedo en el gatillo y ejercer de “tonto útil” en estrategias que se ocultaban tras las cortinas de la legalidad. A fin de cuentas, una marioneta, como han reconocido muchos de ellos. Parece que unos y otros se tenían bien repartidos los papeles porque sin la ayuda externa la vida de ETA hubiera sido más corta y menos sanguinaria.

NOGALES Y NUECES
 No olvidemos aquello de que “unos mueven el nogal y otros cogemos las nueces” del presidente del PNV, el ex sacerdote jesuita Javier Arzallus. El gran patriarca del nacionalismo vasco justificaba implícitamente a los que movían el árbol para que otros, como él, pudieran coger los frutos, poniendo sobre la mesa de cualquier negociación los muertos que la banda iba dejando a su paso y, lo que es peor, incluso los muertos futuros porque, como le dijeron al ministro Rosón, “mañana puede ser peor que hoy”. ¿Y lo de Zapatero, llamando “hombre de paz” a Otegui?

Aznar, el mismo que hablaba catalán en la intimidad y tenía certezas incuestionables sobre el arsenal de armas de destrucción masiva en Irak, se refirió a ETA con el eufemismo estúpido de “Movimiento Vasco de Liberación”, poniendo sobre sus testas asesinas el laurel heroico de los que luchan y mueren por liberar a su pueblo, pero  una idiotez no mengua su calibre por salir de la boca de un político oportunista o ignorante. De todos modos la exclusiva de los dislates lexicales no la tiene solo Aznar, porque por la ventanilla de ETA pasaron todos y, el tiempo lo dirá, no me atrevería a asegurar que la banda no ha logrado una parte importante de sus objetivos, altamente representada como está en las instituciones y con serias posibilidades de lograr cotas de poder mayores.

 ¿Miremos para otro lado y aceptemos con piadosa ingenuidad que -qué casualidad-  los terroristas incrementaban sus crímenes cada vez que se aproximaba una negociación entre el Gobierno vasco y el Gobierno de España? No parece arriesgado deducir que ETA movía el nogal en el momento preciso y, no me atrevo a decir que como contraprestación, tenía una importante base de sustento emocional porque, gracias a sus “hazañas”, otros podían hacer caja porque  “París bien vale una misa”.

El pistoletazo de salida, el primer asesinato no planificado de la banda, lo dio un voluntarioso Txabi Etxeberrieta,  que en un control de carretera, en junio de 1968,  decidió acribillar al guardia civil José Ángel  Pardines Arcas. Supongo que por semejante hazaña, porque no se le conoce otra, una avenida de la guipuzcoana  Leioa lleva su nombre, lo que indica agradecimiento y reconocimiento a un hijo de la localidad… ¿Por los servicios prestados? Desde luego no fue por sus publicaciones. ¡Otra vez las nueces!

ETA, sin dejar de ser una banda terrorista tenía empapado de sangre incluso el pasamontañas con el que se ocultaban sus voceros, contó con la comprensión de sectores muy importantes, que la miraban con condescendencia. Una parte notable del clero vasco, aglutinado en torno al obispo Setién, era muy reacia a posicionarse claramente. Setién, durante los funerales prohibía dentro de las iglesias la bandera española sobre los féretros de los guardias civiles asesinados por ETA. El obispo siempre se mostró más comprensivo con los verdugos que con sus víctimas y, con el cinismo que le caracterizaba, llegó a preguntar  que "¿dónde está escrito que hay que querer a todos los hijos por igual?". Mejor huérfano que con ese padre.

VIDAS PARALELAS
Yo inicié mi vida profesional casi al mismo tiempo que ETA su actividad delictiva y, desde el principio, tuve el “privilegio” de  tratar con ellos, porque en mi primer destino, la prisión de Córdoba, ya me encontré con Izco de la Iglesia, condenado por el asesinato del inspector Melitón Manzanas. Fue el  primer acto planificado por la banda.  En ese atentado participó también el Mario Onaindía,  que  tras renegar de su pasado llegó a ser senador del PSE-EE.
 
El colectivo de presos etarras, que fluctuaba entre los 500 y los 800 de los casi 4000 dispositivos que tenía la banda, estaba diseminado por la práctica totalidad de los centros penitenciarios y en la prisión de Badajoz siempre hubo un remanente. Como director de la Unidad Docente, en lo relativo a la actividad académica,  los atendía yo. Es decir, que desde que comencé hasta mi jubilación, cuarenta y dos años después, siempre tuve el “privilegio” al que aludía más arriba. Se puede decir que comencé mi actividad profesional al mismo tiempo que ETA y que la concluí cuando dejaron de matar. Toda una vida. Eso me permitió ver su evolución, sus fluctuaciones, sus contradicciones,  los quebrantos internos  de la banda, que no siempre podía imponer un criterio vertical al colectivo de sus presos y las simpatías con que algunos los trataban.

Recuerdo que en una ocasión un profesor se desplazó hasta Badajoz desde Bilbao, en taxi,  para examinar a un alumno de Filosofía del Derecho. El alumno no quería hacer el examen, porque no había estudiado la asignatura, pero el profesor insistió, insistió, insistió… Al salir le pregunté que si lo había aprobado y me respondió que sí  “porque no sabe filosofía, pero sabe filosofar”. Nunca lo entendí, lo cuento por si alguien lo entiende. Pero el asesinato de 829 personas y más de 5000 heridos y mutilados, deberían impedirnos mirar para otro lado con la soflama del perdón y la reconciliación antes que de la Justicia. Justicia que debería alcanzar a los palmeros que tuvieron.

Hay que recordar los entierros nocturnos de guardias civiles y policías, que salían por las puertas traseras de las iglesias y recibían sepultura de madrugada, teniendo que contratar a sepultureros que no lo eran porque los oficiales se negaban por miedo. Mientras tanto, los terroristas fallecidos disponían de los bajos de la catedral del Buen Pastor de San Sebastián, cedidos por  Setién, sin objeción alguna a las banderas que cubrían los féretros. Sé que recordar esto puede resultar doloroso y hasta inoportuno, pero peor fue el dolor, silenciado y mudo, de las víctimas que se vieron excluidas incluso de la solidaridad del vecindario, mientras sus verdugos eran aclamados y daban nombre a calles, avenidas y plazas. El mundo al revés.  Nunca entenderé por qué el Gobierno vasco pagaba los desplazamientos de los familiares de ETA hasta las prisiones donde estaban sus presos y lo negaban a todos los demás. Si el recluso no era terrorista, su familia no tenía ayuda. ¿Se pagaban así las nueces?



¿ESTUDIAR A LA FUERZA?
Como “París bien vale una misa”, quiero creer que más por miedo que por identificación, sectores como el financiero, el industrial, el político, una parte considerable de sus universidades, profesionales, funcionarios e incluso fuerzas del orden público, sin olvidar un sistema jurídico tan garantista que les permitía llevar siempre la iniciativa, el caso es que ETA imponía su estrategia de terror. Todos los vientos eran favorables para las velas del terrorismo, todo en detrimento de sus víctimas y de la dignidad colectiva de un país que tragaba saliva y, en ocasiones, se ponía de perfil, por temor a que la respuesta de los pistoleros se hiciera aún  más agresiva. En una ocasión Suárez me comentó que había noches en las que se despertaba sudando, después de una pesadilla con atentados.  Tenía que levantarse y echarse agua fría en la nuca para desconectar del sueño y no continuar inmerso en la pesadilla.

Los reclusos etarras tenían, supongo que siguen teniendo, una postura colectiva al margen de los demás presos, con los que procuraban no tener excesivo trato. Disciplinados, unidos en las formas, nunca llevaban el paso cambiado y si decidían una huelga de hambre o de patio (negarse a salir de la celda), lo seguía todo el colectivo, sin fisuras. Por su parte, ETA no los abandonaba, cuidaba de sus familias, a las que incluso les asignaba una cantidad mensual, los atendían, los visitaban, les pagaban  asistencia letrada y, por decisión propia o por imposición de la banda, casi todos estudiaban o al menos se matriculaban.

Muchos de ellos, que entraron en prisión como neolectores, gente joven y sin oficio, salieron con una licenciatura, derecho, psicología y periodismo fundamentalmente, aunque también algún matemático. Bien es cierto que, hasta hace muy pocos años, aparentemente lo tenían más fácil que los demás, porque se matriculaban en la Universidad a Distancia del País Vasco, exclusiva para ellos. Los reclusos vascos que no pertenecían a ETA no tenían acceso a la misma y si querían estudiar tenían que hacerlo por la UNED… ¿Por qué? Buena pregunta. Era detectable cierta tolerancia en la calificación de los exámenes, sin que con esto insinúe complicidad o dejadez por parte de los profesores que los examinaban. Cuando está pervertido el todo, las partes importan poco.

LA INFORMACIÓN ES PODER
Los presos de ETA estaban bien informados de lo que ocurría en la calle, aunque es difícil saber cómo obtenían la información, más allá de la correspondencia, la radio, la prensa y las visitas que recibían de familiares, abogados y profesores. Una mañana, el bibliotecario me llamó porque un recluso destacado, que incluso siendo preso preventivo se presentó a las elecciones autonómicas y consiguió acta de diputado, insistía en que quería hablar conmigo. Nada más verme llegar se acercó a mí, con una pregunta muy lacónica y aparentemente inofensiva: “¿Mañana va Suarez a Jaén?” Yo no sabía nada de los viajes de Suárez y en un principio no le di excesiva importancia, pero pensándolo después… Lo comenté con el director de la prisión y consideramos conveniente trasladarlo al delegado del Gobierno, que hizo lo propio con el Secretario  de Estado para la Seguridad… El revuelo fue enorme porque era verdad que Suárez iba a desplazarse a Jaén y, fuera de un entorno muy reducido,  nadie lo sabía. ¿Cómo lo supo el preso etarra y para qué quiso que supiéramos que él lo sabía? Naturalmente el viaje se suspendió y por prudencia omito otras decisiones que se tomaron.
 
No siempre era fácil el trato con los reclusos de ETA porque, a veces, solían pedir más de lo que les correspondía. Tuve una pequeña discusión con uno por unas redenciones de estudio que no le correspondían. Estaba matriculado, pero no se había examinado de ninguna asignatura y aunque no tenía que aprobar para redimir, yo entendía que al no examinarse quedaba excluido. Pareció aceptar mi criterio, pero lo trasladaron y me dejó un regalo/recado/aviso, que me entregó otro recluso. Envuelta en papel de periódico, sellada con cinta celo, recibí una piedra plana, ovalada, con dos inscripciones  artísticas, hechas con rotuladores de colores. En una cara el nombre de mi hijo y en la otra el de mi hija. Daban donde más dolía, eso sí que sabían hacerlo.