sábado, 9 de mayo de 2015

¡QUÉ CANSINO ERES, MONAGO!

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                              El son de los asombros                               
                              ¡QUÉ CANSINO ERES, MONAGO!
                                                                              Tomás Martín Tamayo
            Ya no sorprendes ni causas perplejidad, has contado tantas veces el mismo chiste malo que maldita la gracia de oírtelo una vez más. Comenzaste hace cuatro años con tonterías -decías que hablando en extremeño, mientras ponías acento vallisoletano-, después seguiste con las mismas ocurrencias, pero como eres tan moderno retaste en catalán, haciendo también pinitos con el vasco, el gallego y no recuerdo muy bien si también el canario, que debes manejarlo con soltura. Dejaste el extremeño-vallisoletano y te pasaste al inglés, aunque no sabes más allá del “yes”, pero sin cambiar el repertorio de tonterías. La factoría del consejero de Ocurrencias, anda con encefalograma plano y ya non capaces de parir ninguna gilipollez que no sea autocopia y refrito de gilipolleces anteriores. Un corta y pega de parvulario, vamos.  Los conejos que saca el tipillo de la chistera salen corriendo, las palomas se van volando y hasta el desodorante lo ha abandonado, porque, como a ti te gustaba decir cuando no eras un políglota, “jiede contra el viento”. Todo en ti “jiede contra el viento”, porque eres muy cansino, Monago.
            Nos has hecho pasar los cuatro años más largos del calendario democrático. Algún día tal vez te lo perdonemos, todo menos el aburrimiento, porque la gota malaya a la que nos has sometido ha concluido por agujerear las testas más duras. Y tú tan contento por tener detrás de ti a tu banda de trompetillas, a tu sinfónica de panderetas e interpretando el himno de la alegría con “matasuegras” y pitos de cebada. Con tu tele de juguete, tu corte de correcaminos y tu periódico “chiripitifláutico”, pagando el alfombrado de baba que te han hecho con nuestro dinero, mientras te paseabas en plan Luis XV, creyéndote  “el bienamado”, dedicándote a la caza, a los viajes y a las diversiones de la corte. Y encima, ahora, en el último tramo, cuando falta un suspiro para que te vayas, además de seguir con “las cosas de Monago”, nos impides ver en Interviú unas fotos con las que, tal vez, te podíamos haber entendido un poco. ¿Por qué no has hecho una consulta popular no vinculante, preguntándonos si queríamos o no ver esas fotos de doña Olga Henao? Antes te ibas a verla con nuestro dinero y ahora, con nuestro dinero nos impides que la veamos. Aburrido y mala leche. ¿Cuánto nos ha costado?
         ¿La consulta popular no vinculante para cambiar la ley electoral es la preocupación que detectas en la calle? ¿Esa gente que dices que te paran y te llaman José Antonio, cuando se acercan te preguntan “¿qué, para cuando la consulta popular no vinculante para cambiar la ley electoral? ¿Eso es lo primero que vas a hacer si encuentras en la Asamblea a otro Escobar que se preste al manoseo y a desaparecer dentro de cuatro años? Esta tontería de la consulta debe ser un nuevo reto, superado aquel de “Para el gobierno de los mejores, lo primero el empleo”. Que no, Monago, que aunque te lo digan esos zascandiles, que son tus verdaderos enemigos, los extremeños están aburridos, pero no colocados. Vamos, que puedes insistir en el empeño y seguir con esa cantinela de las consultas populares, pero dile de mi parte a los pánfilos que te asesoran que si aquello del empleo vendió poco, esto de las consultitas en plan cantón suizo, no vende nada. Aunque hemos de agradecerte que hayas dicho consulta popular y no “Check out popular”. Lástima porque te hubiera quedado chupi. ¡Eso se le ha escapado al tío de las ocurrencias!
            Sé práctico hombre, no pierdas tu tiempo con estas tonterías y aprovecha el ejército de comunicación que todavía tienes para que te preparen media docena de iniciativas para cuando en julio estés en el Senado. En el “Senao”, según tu acerbo lingüístico. Para la ocasión, para cuando vuelvas al “Senao”, te sugiero que no dejes en la estacada al cohetero vasco, que te lo lleves contigo y que cuando te rapee o te cante milongas al oído, se lo pagues de tu bolsillo. ¡Verás qué bien lo vais a pasar los dos! Que te espere en la puerta del “Senao” y que cuando salgan todos los “senaores”, te toque un campano para que sepas cual es tu coche. Oficial, por supuesto.
 
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