martes, 18 de marzo de 2014

¡PIM, PAM, PUM...PLOF!

                   La calma del encinar
                   ¡PIM, PAM, PUM… PLOF!
                                               Tomás Martín Tamayo
                                               tomasmartintamayo@gmail.com



 En “La Vaquilla”, Berlanga hizo una parodia de la publicidad, emitida desde las mismas trincheras de guerra. Unos altavoces estratégicamente situados hacían llegar al frente “enemigo” la programación del día, que, para desmoralizarlo, incluía toreo de una vaquilla, paella con mariscos e incluso, lo peor de lo peor, baile en la plaza con las mozas del pueblo. Después todo quedaba en un muestreo bastante reducido, pero la verdad es que, aunque se hubiera exagerado, algo se hacía, algo había de lo anunciado. En política, hasta ahora, también se caía en la publicidad de las trincheras, dialéctica de fanfarrones que cuentan diez y se comen una. Pero eso era antes, hemos ido a peor. Ahora todo se confía al farol, a los trileros y al envite sorpresivo,  lo que se estila es contar cien y no comerse ninguna,  publicidad engañosa, que debería estar perseguida por un comité de ética política, porque es infame hacer de la necesidad mercancía para engañar al necesitado. Al que necesita, a la desesperada, creer en algo.

El marketing es dueño de la situación y la venta se confía a mercachifles expertos en vender humo. Hay tal desconexión que realidad y ficción política han dejado de ser complementarias, convirtiéndose en entes distantes que, además, están de espalda. Se ha institucionalizado el engaño político como fundamento de todo y desde la estrategia publicitaria, pura y dura, pueden anunciar festejos sin fiesta,  bailes sin orquestas ni mozas, paellas sin arroz ni pollo y lidias sin cercado, toreros y vaquillas. La política actual, Extremadura es un ejemplo bastante grotesco, es bifronte y no busca conexión alguna entre lo que se dice y lo que se hace, porque el que hace no sabe lo que se dice y el que dice no sabe lo que se hace. Son dos mundos desconectados por la desvergüenza y el descaro de los “pragmáticos” que confían más en el impacto de un cohete al estallar en la noche, iluminando por unos segundos nuestras cabezas, que en el trabajo de cada día. Es momento para las cigarras, no para las hormigas. ¿A lo concreto?

Descendiendo a lo concreto, ¿qué pasos posteriores se han dado para implantar en Extremadura el “modelo israelita” tan pomposamente anunciado? ¿Y los inversores chinos, que al final eran artistas plásticos que querían vendernos sus cuadros? ¿Dónde está el invento de ONE, con aquel interminable pasacalle? ¿Protección de autónomos, achicar nuestra deuda? ¿Bajada del IVA cultural, pagar casi de inmediato? ¿Y lo de la Extremadura con la “Alianza del Pacífico” y sus cuatro embajadores? Lo único claro es que les gustó nuestro jamón. ¿Qué es eso de las balanzas fiscales extremeñas? ¿Algo positivo de las peleas de gallo kiriko con otras comunidades? ¿En que se traduce el camelo del “barón rojo”, el “verso suelto” o “el Ibarra del siglo XXI? ¿Listas abiertas? ¿Acabar con las colas hospitalarias? ¿Primar la Educación y la Sanidad? ¿Reducción de funcionarios, de coches oficiales, del paro, del 50% de los consejeros?


Soflamas, ocurrencias, improvisaciones dialécticas para contentar a todos con las mismas añagazas. Circunloquios para el entretenimiento. Cohetes que se agotan cuando se les quema la pólvora que los impulsa. La nada. Desde la trinchera de Berlanga exageraban, pero al menos tenían una vaquilla y en la plaza hubo baile con las mozas del pueblo. Algo.

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