La calma del encinar
EL CHOCOLATE NO ENGORDA
Tomás Martín Tamayo
Los medios de comunicación, casi a la desesperada, intentan ofrecer
algo positivo en medio del maremágnum de malas noticias que tienen que
trasportar a diario, pero como no abundan ni son fáciles, cada vez que salta
una fruslería de media sonrisa se aferran a ella, para darnos un respiro en
medio de tanto despropósito. Recientemente el protagonista ha vuelto a ser el
chocolate, porque resulta que un grupo de científicos de la Universidad de
Granada ha llegado a la misma conclusión de Hernán Cortés, que en una de sus
cartas a Carlos I, le aseguraba haber probado una bebida indígena, a la que
llamaban xocolatl, que aportaba vigor, no engordaba y daba a los soldados
fuerza para soportar trabajos duros y todo un día de marcha. Supongo que lo de
unir en la misma frase los vocablos “marcha” y “chocolate”, fue sin intención
premonitoria, pero, a lo que íbamos, los profesores granadinos también han
comprobado que el chocolate no engorda.
Pues estupendo, un sabroso notición que, aunque solo sea para
incordiar, merece matizarse. Pongamos en un recipiente un puñado generoso de bayas
de cacao refinado y añadámosle a la pasta leche, azúcar, miel, manteca,
especias, frutos secos o confitados, licores… ¡Ya tenemos un exquisito bombón!
El xocolatl o el chocolate no engorda pero el azúcar, la leche, la miel o la
manteca no dejan de ser lo que son porque se mezclen con las bayas del cacao.
El agua tampoco engorda, pero si se mezcla con harinas, grasas y azúcares
podemos llegar a la conclusión de que es fatal para el colesterol. ¿Engorda la
lechuga? Pues claro que no y no se necesitan muchos estudios científicos para
llegar a esa conclusión, pero ¿quién se come una lechuga? Los condimentos
mínimos para una ensalada sencillita son la sal, el vinagre y el aceite, que
engorda mucho, aunque nos quieran vender que si es de oliva la cosa se atenúa.
Contra el azúcar refinado surgió una campaña feroz porque engordaba
muchísimo, tanto que acabó poniéndonos a todos en manos de los edulcorantes
artificiales, pero después vino la ofensiva de las multinacionales azucareras,
que nos descubrieron que, fruto de concienzudos estudios científicos, se había
descubierto que los edulcorantes producen cáncer. ¿Era verdad? Parece que sí,
pero no nos leyeron la letra pequeña del estudio, que decía que era necesario
ingerir una media de dos kilos de sacarina al día durante diez años para que el
cáncer hiciera acto de presencia. ¿Conocemos a alguien que ingiera dos kilos de
sacarina al día y durante diez años? Pues eso. Son las medias verdades que se
propagan con intereses comerciales y que curiosamente todo es fruto de
“rigurosos estudios científicos” elaborados en alguna universidad, que casi
siempre suele ser la de Massachusetts, aunque en el caso del chocolate nos cae
algo más cerca porque el descubrimiento lo han hecho en la Universidad de
Granada. Calvos han debido quedarse.
Pronto descubrirán que el cine no engorda y nos lo venderán como un
descubrimiento maravilloso, por supuesto de la Universidad de Massachusetts.
¿Engorda ir al cine? Ver una película no engorda, pero si la vemos con un bol
de palomitas, cocas, chuches y garrapiñados diversos, del cine salimos pesando
medio kilo más. Y para acabar un chiste malo: ¿El turrón engorda? ¡Nada, nada, en absoluto, el
turrón no engorda! Engorda el que se lo come. Yatá.
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