La calma del
encinar
MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Tomás Martín Tamayo
No se el tiempo que le quedará a la prensa en su formato de papel,
aunque espero que sea el suficiente como para que algunos irredentos no
tengamos que prescindir del hojeo de las páginas impresas con tinta. Los
grandes rotativos, El País, El Mundo, La Razón y ABC perdieron el 40% de sus
ventas en los últimos cinco años, bajando su difusión en un 36% y dejándose en
el camino a casi 300.000 lectores. Esto ha obligado a las empresas del sector a
recortar plantillas y a un reciclaje de dudosa efectividad, como son las
plataformas de pago por Internet, donde la oferta supera a la demanda y la
competencia entre las diferentes cabeceras es lo suficientemente tentadora como
para alejar al lector de cualquier abono. Los días de penuria también han
llegado a los periódicos y ninguna cabecera tradicional ha logrado nivelar la
balanza de sus gastos/ingresos. Los datos de la OJD son cada vez más negativos.
Las razones de este declive deberá analizarlas el propio sector y
seguro que está buscando fórmulas alternativas para remediarlo pero, como
lector de prensa, creo que las empresas periodísticas se subieron un poco a
ciegas en el tren digital y que cuando se percataron del monstruo que habían soltado, era
demasiado grande para volverlo a entrar en la jaula. Quisieron rectificar,
poniendo ciertos límites a la gratuidad de la información, pero ya era tarde
para volver a embridar a un lector al que se le había facilitado un acceso a
los contenidos, ilimitado, gratuito, rápido y cómodo, sin salir de casa, de la
oficina, en la playa o bajo una encina. Yo mismo, siendo partidario del papel,
he pasado de comprar “los periódicos”, cuatro diarios y dos revistas a la
semana, a adquirir exclusivamente HOY, acogiéndome a la gratuidad de todos los
demás. ¡Más por menos! ¿Cuántos lectores de prensa diaria han hecho lo mismo?
Parece que superamos el 90%, porque los lectores que nos acercábamos al kiosco
para retirar “los periódicos” que nos tenían reservado a un número considerable
de clientes fijos, se han reducido tanto que apenas quedan las reservas
institucionales.
Un poco tarde, se ha limitado la gratuidad en muchas secciones y, por
lo general, hay que abonarse o pagar puntualmente las páginas de opinión, pero
la reacción ha sido muy dispersa para que los lectores de prensa volvamos a un
redil del que fuimos expulsados por los propios medios de comunicación.
Llevaban años enfrascados en una competencia feroz para ver quien meaba más
lejos en el patio digital y ni con la
venta de cacharros logran ahora superar una crisis que parece más profunda y
generalizada que la que sufren los demás sectores empresariales. Los propios
periódicos señalaban la gratuidad de Internet como panacea de la modernidad,
apostando por sumar lectores digitales y ahora, con el acceso gratuito en
hoteles, balnearios, plazas y hasta en algunas playas en las que se facilita la
conexión de wifi, no parece tarea sencilla recuperar lo perdido porque las
noticias que se generan hoy son añejas mañana.
El mundo de la comunicación se ha globalizado y, salvo pinceladas, casi
todos enseñan el mismo cuadro. La singularidad de cada medio está
fundamentalmente en las páginas de opinión, que son las que están sacando de la
gratuidad digital y que, paradójicamente, son las peor pagadas, pero parece un
pobre reclamo para recuperar a un lector que se ha acostumbrado a lo fácil, con poco tiempo, poco dinero y menos ganas.
1 comentario:
Tal vez y digo Tal vez querido Tomás el día que un periódico diese una noticia "Tal cual", veraz, autentica, contrastada, sin tintes ideológicos de por medio, a lo mejor ese día empezaban a subir las ventas porque tu me contarás cómo se hace para leer "La Razón" y darle la razón...porque vamos, el NODO era más neutral y ecuánime. ¿O no?
Publicar un comentario