La calma del encinar
EL
PSOE EMPLOMADO
Tomás Martín Tamayo
No me gusta coincidir con Ibarra ni en misa, pero en ocasiones, sobre
todo cuando me da la razón, no tengo más remedio. Es verdad, lo repito, el PSOE
necesita una sobredosis de realismo para poder despulgarse, porque lleva muchos
años confundiendo su ombligo con la línea del horizonte. ¿Eso se llama
“refundación”? Pues vale. Contra toda sensatez, no fueron capaces de corregir
la deriva estrafalaria de aquella triste
cosa que tuvimos como presidente del Gobierno, pese a que en la segunda
legislatura dio pruebas sobradas de su desajuste mental. Incluso en los foros
internacionales comentaban las ocurrencias y hacían caricaturas de aquel
“hombre de Estado” que presidía el Gobierno. En privado los propios socialistas
sonreían y se encogían de hombros, pero se entendía que mientras el suricato
(Álvarez-Buiza dixit) tuviera el poder lo arroparían, aunque muchos eran
conscientes de que acabarían como los ratones que siguieron al flautista de
Hamelin. Así fue, todo el PSOE acabó en el agua, menos el tío de la flauta, que
con su indolencia e incapacidad no distinguía entre el seco y el mojado, porque
nunca salió del país de las maravillas en el que habitaba su pobre cabeza. Por cierto, al tal, para
agradecerle los servicios prestados, le hemos puesto dos sueldos oficiales.
Pero, ¿y ahora? Están lejos del poder, han perdido regiones, provincias
y municipios y en lugar de pararse a respirar, sostienen a un “más de lo
mismo”, a un Zapalcaba que, aunque no es ningún majarón y parece un hombre
inteligente y capacitado, tiene las alas emplomadas por su trayectoria.
Rubalcaba es un pecio a la deriva y por mucho que se empeñe, nadie olvida que
chapoteó en las aguas más cenagosas de los gobiernos de Felipe González y que
fue vicepresidente y viceresponsable de los desvaríos del pobre hombre que le
precedió en la secretaría general del PSOE. Sobre la cabeza de Rubalcaba, como
buitres al acecho, siempre sobrevuelan turbias negociaciones, acuerdos de
estiércol, cloacas y faisanes negros. Nadie valora, porque nadie lo cree, las
propuestas sensatas que algunas veces formula. Nadie se fía de él, no lo
quieren ni los de dentro ni los de fuera, ejerce un liderazgo blandito y lleva
al PSOE de fracaso en fracaso, pero ahí sigue, entorpeciendo la reconciliación entre
el electorado y el PSOE, desaprovechando las oportunidades que ofrece el
gobierno de Rajoy y aportando a su partido un perfil más negativo que el de un PP que, incluso con
incumplimientos, contradicciones y mentiras, logra recomponerse para superarlo.
Me aseguran desde dentro que Rubalcaba es consciente de sus
limitaciones y que está agotando los tiempos para postular a alguien capaz de
reflotar al partido, pero no es eso lo que parece y desde luego no parece que
esa estrategia sea la adecuada, porque el tiempo corre a favor de Rajoy y
contra el futuro candidato, al que está privando de muchas ocasiones para poder
escenificar la renovación que el PSOE necesita. Y, además, ¿quién le garantiza
que al socaire del desconcierto no surja un nuevo Zapatero? Sí, sé que ZP es
único e irrepetible, pero después de la experiencia… En la tontuna y cuando el
electorado se pone gamberro, hasta la cabra de la legión puede resultar elegida
comandante del tercio. ¿Se acuerdan del Chiquilicuatre? Pues eso.
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