sábado, 12 de octubre de 2013

EL PSOE EMPLOMADO

                   La calma del encinar
                   EL PSOE EMPLOMADO
                                                                   Tomás Martín Tamayo
                                                                   tomasmartintamayo@gmail.com

No me gusta coincidir con Ibarra ni en misa, pero en ocasiones, sobre todo cuando me da la razón, no tengo más remedio. Es verdad, lo repito, el PSOE necesita una sobredosis de realismo para poder despulgarse, porque lleva muchos años confundiendo su ombligo con la línea del horizonte. ¿Eso se llama “refundación”? Pues vale. Contra toda sensatez, no fueron capaces de corregir la deriva estrafalaria  de aquella triste cosa que tuvimos como presidente del Gobierno, pese a que en la segunda legislatura dio pruebas sobradas de su desajuste mental. Incluso en los foros internacionales comentaban las ocurrencias y hacían caricaturas de aquel “hombre de Estado” que presidía el Gobierno. En privado los propios socialistas sonreían y se encogían de hombros, pero se entendía que mientras el suricato (Álvarez-Buiza dixit) tuviera el poder lo arroparían, aunque muchos eran conscientes de que acabarían como los ratones que siguieron al flautista de Hamelin. Así fue, todo el PSOE acabó en el agua, menos el tío de la flauta, que con su indolencia e incapacidad no distinguía entre el seco y el mojado, porque nunca salió del país de las maravillas en el que habitaba  su pobre cabeza. Por cierto, al tal, para agradecerle los servicios prestados, le hemos puesto dos sueldos oficiales.

Pero, ¿y ahora? Están lejos del poder, han perdido regiones, provincias y municipios y en lugar de pararse a respirar, sostienen a un “más de lo mismo”, a un Zapalcaba que, aunque no es ningún majarón y parece un hombre inteligente y capacitado, tiene las alas emplomadas por su trayectoria. Rubalcaba es un pecio a la deriva y por mucho que se empeñe, nadie olvida que chapoteó en las aguas más cenagosas de los gobiernos de Felipe González y que fue vicepresidente y viceresponsable de los desvaríos del pobre hombre que le precedió en la secretaría general del PSOE. Sobre la cabeza de Rubalcaba, como buitres al acecho, siempre sobrevuelan turbias negociaciones, acuerdos de estiércol, cloacas y faisanes negros. Nadie valora, porque nadie lo cree, las propuestas sensatas que algunas veces formula. Nadie se fía de él, no lo quieren ni los de dentro ni los de fuera, ejerce un liderazgo blandito y lleva al PSOE de fracaso en fracaso, pero ahí sigue, entorpeciendo la reconciliación entre el electorado y el PSOE, desaprovechando las oportunidades que ofrece el gobierno de Rajoy y aportando a su partido un perfil  más negativo que el de un PP que, incluso con incumplimientos, contradicciones y mentiras, logra recomponerse para superarlo.


Me aseguran desde dentro que Rubalcaba es consciente de sus limitaciones y que está agotando los tiempos para postular a alguien capaz de reflotar al partido, pero no es eso lo que parece y desde luego no parece que esa estrategia sea la adecuada, porque el tiempo corre a favor de Rajoy y contra el futuro candidato, al que está privando de muchas ocasiones para poder escenificar la renovación que el PSOE necesita. Y, además, ¿quién le garantiza que al socaire del desconcierto no surja un nuevo Zapatero? Sí, sé que ZP es único e irrepetible, pero después de la experiencia… En la tontuna y cuando el electorado se pone gamberro, hasta la cabra de la legión puede resultar elegida comandante del tercio. ¿Se acuerdan del Chiquilicuatre? Pues eso.

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