sábado, 20 de julio de 2013

ABUSOS SEXISTAS

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                                               ABUSOS SEXISTAS
                                                           Tomás Martín Tamayo
                                                           tomasmartintamayo@gmail.com



Debo ser un hombre con suerte porque estoy rodeado de mujeres inteligentes, con capacidad de resolución y criterio propio. Es decir, mujeres responsables que no necesitan de proteccionismos estúpidos porque saben lo que hacen, cuándo lo hacen y cómo lo hacen. Las de mi familia, mis compañeras  y amigas me tienen muy demostrado que dónde llego yo pueden llegar ellas sin que la condición femenina las merme ni en su voluntad, ni en su intelecto, ni en su capacidad de elección o discernimiento. Es decir y voy al grano, que si cualquiera de ellas va a los Sanfermines, se toma tres calimochos, se sube a hombros de un mozo y se “desteta”, lo hace porque quiere, porque le apetece, porque se lo pide el cuerpo o el momento y estoy seguro de que ninguna caerá después en lloriqueos ni pamplinas de denuncias por abusos sexistas. ¡Son mujeres, no trapitos! Personas adultas y no nenucas tontorronas que necesiten un mapa para encontrarse el ombligo.

Hay muchas fórmulas para denigrar a la mujer por su condición de mujer, pero una de las más efectivas en propagar la especie de que son seres inferiores que precisen de la tutela del hombre, de colectivos feministas, leyes especiales o instituciones, porque la mujer, y pese a lo que ha llovido, sigue siendo un ser indefenso y manipulable que no se entera de nada y del que se puede abusar si no se ponen remedios. Floreros. Puede presidir un consejo de administración, firmar cheques, lucrarse de los activos del matrimonio, dictar sentencias o firmar en el BOE, pero sin saber lo que hace porque mujer, ignorante y necia son la misma cosa y, por tanto, su responsabilidad no es equiparable a la del hombre que, ese sí, sabe lo que hace y a lo que se expone. ¿Hay mayor ofensa que pensar que una mujer es irresponsable por ser mujer? Por estos derroteros acabaremos con dos códigos penales, uno para el hombre y el otro para la mujer porque aquello de la igualdad ha devenido en entelequia.
 
Este año lo más comentado de los Sanfermines pamplonicas han sido los abusos y manoseos que han sufrido un montón de mujeres, acosadas sexualmente por garañones que se tiraban a sus pechos de forma lasciva. Y para ilustrar los abusos han circulado por todos los medios y redes sociales fotografías en las que se ven muchachas divirtiéndose, riendo mientras ellas mismas se levantaban la camisa, enseñando y ofertando sus pechos a los córvidos que las toqueteaban por todas partes. Es decir, los textos de indignación iban en una dirección y las fotografías que los ilustraban  por otra bien diferente, porque las mozas que cabalgaban a hombros no parecían sufrir acoso alguno,  si no partimos de la premisa de que son tontitas arrastradas a la fuerza por la molicie del momento. ¿Hubo abusos? Pudo haberlos pero a juzgar por las imágenes debieron ser excepcionales.


Tal vez, por ética y por estética, deberían acotarse esos descocos colectivos, más propios de bacanales que de lo que hasta ahora han sido las fiestas de San Fermín en Pamplona, pero aprovechar los despelotes voluntarios para poner en evidencia la “fragilidad” de las super magreadas es una forma muy efectiva de degradar a la mujer, cuestionando su libertad, su capacidad y responsabilidad. Tontitas aparte,  que también las hay, claro.

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