sábado, 1 de junio de 2013

SATURNO EXTREMEÑO

                               

 La calma del encinar
                                 SATURNO EXTREMEÑO
                                                                       Tomás Martín Tamayo
                                                                       tomasmartintamayo@gmail.com

Y “míster ombligo”, ejerciendo de rompecristales, va y dice: “Lo que ha hecho Aznar es exactamente lo que no hay que hacer cuando se abandona la responsabilidad política. Hay que saber aceptar que el autobús sólo se puede conducir desde el asiento del conductor, pretender conducir desde otra posición es arriesgarse a que el vehículo no llegue a ningún destino y lo más seguro es que el accidente se produzca a la salida de cualquier curva”. A priori parece una sensata reflexión, pero finalmente deviene en disparate desternillante si el autor es Ibarra, el saturno extremeño empeñado en devorar a su hijo político, incluso al precio de caer en  deslealtad con las siglas del partido que lo sostuvo. Se fue para quedarse y desde que se vio fuera anda golpeando la puerta para que no lo olvidemos. Al precio que sea, incluso dejándose acariciar el lomo por el PP para poder segar la hierba debajo de los pies a Guillermo Fernández Vara, su designado. El “saturnillo”, completamente perdido para la privacidad, anda buscando besos de reconocimiento y cualquier cosa le vale.

Pero es que en su ceguera sigue vociferando lo que percibe cuando se mira al espejo: “La entrevista televisiva ha evidenciado un Aznar lleno de desconfianza hacia un Rajoy cuyo único delito consiste en querer volar por sus propios medios”. Es decir, lo mismo que le pasó a Vara por querer ir a su paso, pensar con su cabeza, tomar sus decisiones, aparcar fobias y lastres y dejar en el apeadero al ególatra que desde la parte trasera del autobús pretendía seguir conduciendo el vehículo. Resulta igualmente falso y pretencioso cuando afirma: “Nunca, por muchas veces que se haya hecho la misma ruta, son iguales las circunstancias de circulación, por lo que pretender que se conduzca y se circule como se hacía cuando el que se marchó ocupaba esa responsabilidad es un ejercicio mezquino de soberbia, prepotencia y desconfianza en los demás”. Exacto, cuenta con precisión la soberbia, la mezquindad y la prepotencia que son los pilares angulares de su afán. Y de su vida política.

¿Se imaginan a Talavante encabezando una manifestación contra las corridas de toros?  ¿Al Dioni adoctrinando para que nadie tenga la tentación de llevarse un furgón blindado?  ¿A Roldán dando consejos a la Guardia Civil para que sea honesta? ¿Y a Zapatero criticando a Rajoy por no saber salir de la crisis?... Son supuestos difíciles de aceptar sin una sonrisa, que se admiten cuando se dan trastornos de la personalidad muy acusados o bajo la tutela del cinismo o la hipocresía, aunque no es novedoso que los asesinos se sumen  afanosamente a los que buscan a sus víctimas y que en los funerales de algunas víctimas,  los que más lloren sean precisamente sus verdugos.

Concluye “saturnillo” con una de sus típicas soflamas. Dice que Aznar sabía que si no distraía al personal corría el riesgo de que en lugar de hablar de su posible retorno se hablara de las luces de la boda de su hija… Ya saben, la conexión con el Gürtel y todo eso. ¿Por qué lo hace él? De momento sigue  disfrutando del boato de los coches oficiales y los funcionarios públicos, pagados por todos los extremeños, pero trabajando en su fundación privada.


Los trastornos de doble personalidad e incluso los bipolares son frecuentes en la clase política, aunque no sea el caso, y la práctica de devorar al hijo es muy frecuente. Entre las Pinturas Negras de Goya, en el Museo del Prado, se exhibe la terrible imagen de Saturno engullendo a su hijo, que cuelga sangrando de su boca. ¿Podemos ver la figura de “aznarsaturno”  devorando a Rajoy?  En Extremadura lo tenemos más fácil y más cercano. 

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