viernes, 29 de junio de 2012

REDES SOCIALES



Creo que son los inventos asociados a Internet más fascinantes, locos, dispares y multidisciplinares del momento. La idea es en apariencia sencilla, como ocurre con los cuadros de Miró, que cualquiera se atrevería a  hacer algo semejante, pero fue Miró el que acuñó el estilo y la estilística endiablada de sus colores, como fue Botero el que recreó en sus bronces a los gordos/as hasta hacer de ellos diseños estéticos. Yo he accedido recientemente a las dos redes sociales más populares, Twitter y Facebook, y reconozco que me he visto inmerso en un mundo multicolor y abierto, con diseños diferentes, pero con el aderezo común de que ambas facilitan la comunicación inmediata sin que medie, al menos visiblemente, censura alguna. ¿LÍmites? Yo no los conozco, porque he visto entradas que ningún otro medio se atrevería a publicar. Lo peor de las dos redes es que admiten “camuflados” que, escondidos tras los cortinajes, se dedican al zancadilleo sistemático de una entrada o un titular, con una identidad falsa. Lo mejor es que ambas, con la pulsación de una tecla los emboscados desaparecen.

En Twitter, con la limitación de caracteres, se exige concisión en el lenguaje, son mensajes breves, fogonazos de actualidad o desahogos personales, publicados en un correturno ilimitado que oxida la noticia casi al mismo tiempo que se escribe, aunque si se tiene cierta habilidad en su manufactura y oportunidad, puede sostenerse en el tiempo y multiplicarse en la difusión con la tentación de los “retwittear”, porque una noticia que interesa puede llegar a varios millones de usuarios simplemente porque unos cuantos se empeñen en su “reenvío” inicial. Una marca de cosméticos hizo un seguimiento concreto y la noticia, frase en este caso, llegó a diez millones de usuarios en apenas unas horas. Twitter es más fugaz, pero también más directo y “profesional”. Los propios medios de comunicación lo utilizan para adelantar lo que han colgado o van a colgar en sus propias páginas digitales porque se saben superados por la celeridad del sistema.

En Twitter puedes seguir sin que te sigan, pero en Facebook, que es como el periódico del mercadillo, tienes que compartir el seguimiento a base de solicitar “amistad” a las interminables ofertas que la propia red de facilita. En Facebook hay gente que cuelga una foto de su suegra, a la que en un descuido playero se le ha salido una teta y gente que te enseñan la paella que acaban de cocinar. Felicitaciones, pensamientos, poemas, cuentos, canciones… En esta red me he encontrado a una especie  que debería estar protegida porque es imposible hallar gente más necia en ningún otro medio de comunicación. Son los plastas que consideran que cualquier bostezo suyo debe ser inmortalizado y te cuentan, casi minuto a minuto, su deambular por la vida:  “Saliendo de casa”, “entrando en el bar”, “ante un cafetito con porras”, “hace frio” “hoy he madrugado”. Incluso tenemos diputados que cuelgan al unísono, para que todo el mundo se entere: “votando” “saliendo de la comisión” “aburrido” o como escribió una durante el debate pasado, mientras intervenía Vara: “Habla Vara, pero yo sigo a lo mío” ¿Qué se traería entre manos la ilustrísima?

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