miércoles, 8 de febrero de 2012

CHIVOS EXPIATORIOS


“Alguien tiene que purgar por mis pecados”, solía exclamar César Borgia, obispo de Pamplona con 16 años y arzobispo de Valencia a los 19. De su padre, el papa Alejandro VI, aprendió que las llamadas “razones de estado” justificaban que por los errores del príncipe pagaran sus subordinados. Quinientos años antes, el pueblo judío redimía sus penas eligiendo a un pobre animal, un chivo, al que se abandonaba en el desierto sin agua ni alimentos. Era el ‘chivo expiatorio’, que viene a coincidir con las conocidas “cabezas de turco”, que son aquellas personas a las que se condena para impedir que las auténticas responsables sean juzgadas. Una versión más edulcorada es la del testaferro, ‘cabeza de hierro’. Y la más moderna, la del director general. O sea, que nada nuevo hay bajo el sol, la remodelación de la Junta, al menos históricamente, está más que justificada. Péter Esterházy, en ‘Armonía celestial’, dice que en el sueldo del subordinado va incluido el pago del peaje por la culpa de su señor.

Bien, una vez localizados los responsables de que la Junta no haya lucido en estos seis primeros meses con el esplendor que se esperaba del ‘gobierno de los mejores’, se ha elegido a otros 'más mejores' todavía y, hasta la próxima, todo está resuelto. Señalados los culpables (una consejera, dos secretarios y cinco directores generales), ahora todo va a ir sobre ruedas. ¡Chin-chin! Ya no habrá más deslices presupuestarios y el turismo se convertirá en eje de nuestra economía. Sanidad superará la etapa de discrepancias internas y en Educación, el consejero escondido, el hombre que más sabe de sí mismo y ha analizado más en profundidad los recovecos de su ombligo, acabará con las indecisiones y escarceos. Ahora, por fin, va a poder destapar el tarro de sus esencias y hasta las piedras del teatro romano -¡ave, César!- hablarán en tres idiomas. Además del latín.

Pero sobre todo -¡ainda mais, muito importante!-, la próxima EPA de abril recogerá las mieses que la vicepresidenta, portavoz, consejera de Empresa, Innovación y Empleo, habrá sembrado en este trimestre, levantando una barrera infranqueable para que el paro deje de ser nuestra pesadilla. ¡Adiós, pesadilla, adiós! Es posible que no consiga erradicarlo, incluso será justificable si no logra achicarlo, pero desde luego, a la lista de los 141.300 parados no se sumará ni uno más. De ahí no pasamos, buena es ella. Se ha sentado en la cabina de mando y, rodeada por el nuevo equipo de los ‘más mejores’, el paro lo lleva crudo. Doña Cristina se ha cansado y ha dado carpetazo: se acabó, amaitu da, no mes.

¿Y si no es así? Esta una hipótesis que no debemos contemplar, pero si eso ocurriese, en mayo quita a los ‘más mejores’ que han sustituido a ‘los mejores’ y se pone a otros que serán 'mucho más mejores’ todavía. O se firma con los agentes sociales el cuarto plan de empleo en tres meses, mientras se escenifica “un nuevo contrato con España”. Ideas no faltarán. Los príncipes ya cumplen poniéndose de perfil y mirando al tendido. Los errores son cosa de secretarios y de directores generales.

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