domingo, 15 de enero de 2012

VUELOS CORTOS, ALTOS PRECIOS


Cuando Ibarra ejercía de faraón, quiso levantar su pirámide en forma de aeropuerto internacional, eligiendo a Cáceres para perpetuar su memoria. Incluso uno de los pulgones que succionaban de su néctar, adelantó que el invento llevara el nombre de “Aeropuerto Internacional Rodríguez Ibarra”. Aplauso cerrado para el pelota, aunque aquello era un verdadero disparate porque a 300 kilómetros de Madrid, el aeropuerto de Cáceres habría corrido la misma suerte que el de Ciudad Real o Castellón. Lo curioso que es para su faraónico proyecto contaba con el visto bueno de las cajas de ahorro, Universidad, agentes sociales e incluso del Partido Popular, que no quería descolgarse de semejante logro. Como no hay mal absoluto, la crisis arrinconó el particular valle de los dioses de “Ibarkamón”, que quedó como una anécdota trasnochada, propia del desconcierto mesiánico del personaje.

Ahora hemos cerrado también el aeropuerto de Badajoz que, a duras penas, nos unía con Madrid o Barcelona y, puntualmente, con algún que otro paisaje. No es una buena noticia, pero otras peores conoceremos. Eran pocos los que aprovechaban tan corto vuelo, porque el largo precio lo hacía prohibitivo para todos los demás. Yo voy mucho a Madrid y considero que mi nivel económico es “medio/alto” en Extremadura, pero nunca he perdido el tiempo ni el dinero cogiendo el vuelo Badajoz-Madrid porque eso era un lujo que caía fuera de mis posibilidades económicas. La línea aérea la pagábamos entre todos, pero para que sólo unos pocos pudieran aprovecharla, porque con lo que costaba un sólo pasaje, cinco personas podían ir cuatro veces a Madrid, ahorrando mucho dinero y algo de tiempo. ¿Quiénes eran los habituales del vuelo? Los que podían cogerlo sin arañarse el bolsillo, porque pasaban el importe a terceros. Generalmente a nosotros mismos, a los paganos que, además de subvencionar la línea, les pagábamos el billete.

Diputados, senadores, consejeros, altos cargos, directivos, algún pagano con urgencias y, como relleno, alumnos de institutos y colegios. O sea, que sí, que da mucha pena, que esto nos aísla un poco más, que cerrar una comunicación moderna es un atraso y todo eso, pero el 99% de los extremeños no lo vamos a notar porque era un lujo que manteníamos de nuestro bolsillo, pero que no estaba a nuestro alcance. Pagar un alto precio para mantener el vuelo y pagar después la mayoría de los pasajes para hacerlo rentable resulta bastante gilipollezco. Espero que la sensatez de Víctor del Moral, responsable de la cosa, le aconseje no buscar a la desesperada soluciones a un problema menor y que afecta a muy pocos, porque lo de aprovechar el vuelo para fomentar el turismo parece un invento del TBO.

Si nos dijeran el origen de los 53.388 pasajeros que el pasado año cogieron el avión, veríamos que entre ellos no hay cacereños, trujillanos, moralos, placentinos, donbenitenses, villanovenses, emeritenses, almandralejenses… Para el 80% de los extremeños el aeropuerto de Badajoz está tan descolgado que se tarde menos en llegar a Madrid que en retroceder para coger el vuelo desde
Badajoz. ¿Qué nos hemos quedado sin avión? Pues que así sean todas nuestras penas.

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