miércoles, 16 de noviembre de 2011

DE ERROR EN ERROR


Hace mucho que vengo escribiendo que, después de Zapatero, el mayor error de los socialistas ha sido seguir el señalamiento de su dedito y aceptar la nominación de Rubalcaba como candidato, pero en el PSOE van como pollos sin cabeza y necesitan darse un testarazo mayúsculo para que, a partir de ahí, comiencen a considerar la necesidad de una catarsis que les haga recuperar credibilidad, orden y musculatura electoral. Si su situación se la deben al deambular de Zapatero y a sus compis de jarana ¿cómo pretenden que el electorado deje de pensar en Zapatero poniendo a Rubalcaba? ¿Qué ha hecho Zapatero que no haya hecho Rubalcaba? Lo desarticulado que está el PSOE se evidencia en la aceptación de un Rubalcaba que, más de lo mismo, además es más feo. El “efecto Rubalcaba” sólo ha existido en la cabeza de los socialistas, porque el electorado lo tiene catalogado y amortizado y “lo que no pué se no pué se y además es imposible”.

Las seis encuestas publicadas el pasado fin de semana se muestran unánimes en la derrota del PSOE y coincidentes en la magnitud del descalabro: El PSOE bajará de los 120 escaños y el PP subirá por encima de los 185. Mi encuesta particular aún es más extrema, porque yo creo que el PP se situará por encima de los 190 y que el Congreso de los Diputados se atomizará con la presencia de 12 o 14 partidos que lograrán hacerse un barquichuelo con los restos del buque socialista. Entre ellos estará, posiblemente con grupo propio, una ETA crecida desde la legalización de Bildu en las pasadas elecciones municipales. Así las cosas, las secuelas de la pestilencia de Zapatero nos acompañarán durante toda la legislatura. Lo único bueno de tanta atomización es que Rajoy podrá gobernar en solitario y sin pagar el peaje a las pirañas nacionalistas.

A cuatro días del 20-N (la elección de la fecha fue otra parida de Zapalcaba), como me aseguraba un socialista extremeño de primera fila, “todo el pescado está vendido”. Vendido y cocinado porque ese besugo no cabe en el horno de ninguna urna. Hombre, es verdad que la “ruina” socialista hay que sopesarla en sus justos términos, porque, pese al candidato, pese a Zapatero, pese a la ruina que nos han regalado estos desnortados y pese a los cinco millones de parados, un partido con más de cien diputados es una opción de futuro si encuentra su camino y se deshace de la vieja piel que lo encorseta.

Haber recurrido a Felipe González y a Alfonso Guerra, no ha hecho más que ahondar en la herida de la necesidad de una regeneración a la que los viejos elefantes se oponen. ¿Era necesario recurrir al túnel del tiempo para que Guerra reedite sus chistes y Felipe, con su abultada chequera, hable de los pobres? Grotesco. De error en error, porque eso ha fijado la imagen de Rubalcaba como un viejo caimán, atrincherado en los noventa y perteneciente al club de la “cal viva”, ahora aderezado con aromas de faisán podrido. Se va el caimán, se va el caimán…

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