sábado, 26 de noviembre de 2011

PARA ENMARCAR


Un vecino, alborozado, me ha invitado a ver el nuevo cuadro que, en lugar preferente, ha colgado en su despacho. Se trata de una copia amplificada, enmarcada y protegida con cristal, del BOE del 22 de noviembre, notificando el cese de Zapatero como presidente del Gobierno: “Esto no lo cambio yo ni por un Picasso, este es el paisaje más bonito que he visto en mi vida”. Sí, Zapatero, sus dos vicepresidentes y los 13 ministros cesaron el martes pasado, aunque quedan en funciones y, todavía, tienen un mes de recorrido para seguir con sus tropelías, impartiendo doctrina de imbecilidad hasta el último aliento, como así consta en el mismo BOE donde ellos cesan. Si este parto del relevo se prolonga hasta el 22 de diciembre, que nadie dude de que Zapatero vaya a seguir jugando a ser “guay”.

El BOE del pasado martes, además de recoger el cese de todos ellos, publicaba acuerdos aberrantes, tomados por los ya cesados, para beneficiar a los de siempre y como siempre. ¿Puede un gobierno en funciones seguir dando manotazos en las exiguas arcas de un país al que ha arruinado? Me dicen que sí, pero que por pudor, por ética, por estética y por respeto democrático, ningún gobierno provisional lo hace y que, salvo en casos de urgencia extrema o necesidad, todo queda pendiente para que el entrante tome las medidas que considere oportunas. Aquí no. Mientras tengan la playstatión del BOE en sus manos, seguirán escribiendo editoriales memorables. Lo que tal vez no sepa mi vecino es que en el último Consejo de Ministros, Zapatero ha seguido ejerciendo de Zapatero y, contra lo habitual en un presidente y en un gobierno que están en funciones, ha seguido con la cohetería habitual de los últimos años.

Como si nada hubiera pasado el 20-N, el mismo BOE en el que se publican sus ceses, se publican también ayudas por valor de 2´5 millones de euros para organismos que el Partido Popular ha anunciado que va a suprimir de inmediato, como Red.es. ¿Tiene algún sentido y obedece a alguna urgencia dotar con esa cantidad a cinco organismos que están a punto de colgar el “cerrado por defunción? Una parte muy sustancial de ese dinero lo conceden para que esos organismos compren ordenadores de mesa y portátiles. Puede que no tengan tiempo ni para desembalarlos. Eso es deslealtad, pitorreo y ganas de tocar las narices.

Además, cómo no, en su último Consejo de Ministros, ya cesados, conceden 9.200.000 euros para ayudar a unas producciones cinematográficas que suelen recaudar en taquilla menos que en subvenciones. Pero como les pareció poco, lo amplían con otros 2.800.000 euros más “dado el elevado número de solicitudes recibidas”. Todo el mismo día en que Europa nos dio un ultimátum para que aceleremos el traspaso de poderes y arreglemos nuestras cuentas o no sometamos al control con un rescate que parece insoslayable.

La gente del cine debería usar ese dinero para hacer una película de terror, incluyendo en sus créditos a los cinco millones de parados, con un consejo de ministros descojonándose de risa.







miércoles, 23 de noviembre de 2011

RAJOY, LA ESPERANZA


Me confundí por cuatro escaños, porque vaticiné 190 para el PP, pero acerté en todo lo demás, incluido el grupo parlamentario propio para los compis de ETA. Y desde julio vengo repitiendo que el PSOE, “escaño arriba, escaño abajo, se quedaría en las proximidades de los cien”, pese a que las encuestas señalaban hasta 25 más. ¿Es eso una ruina para los socialistas? Si lo comparan con los 202 que han llegado a tener sí, pero si miran hacia abajo verán que el siguiente, CIU, tira cohetes por tener 16 y que otros agotaron el cava por haber conseguido asomar la cabeza con 1, 2, 3, 5, 11 escaños. Cuando en el PSOE hagan una lectura fría y sosegada de los resultados, se darán cuenta de que el bipartidismo sigue operante y que su suelo electoral es firme y duro como el granito de Quintana. Posiblemente nunca más consigan los 202 diputados de Felipe González, pero difícilmente logren bajar de los 110 porque es imposible que vuelvan a coincidir un espécimen tan desastroso como Zapatero y una situación económica semejante. Zapatero es irrepetible.

Si los socialistas quieren llorar allá ellos, pero el castigo recibido no ha sido proporcional al daño que han hecho, con esos gobiernos de zopencos y zopencas que, a su imagen y semejanza, hemos sufrido durante esta pesadilla del memo solemne que descubrió que la Tierra es del viento. Deben poner velas a todos los santos laicos y aconfesionales, para agradecer a su electorado una fidelidad que ningún otro partido tiene. Y deben, claro, cambiar el disco y desprenderse de las costras paquidérmicas de sus antiguallas. Con 110 diputados, a 76 del PP, pero a 99 de IU, el tercero de ámbito nacional, tienen mucha cuerda para recuperar lo perdido, porque está claro que el electorado socialista es bastante mejor que el partido.

Rajoy, que tiene experiencia capacidad y solvencia para arreglar los pufos de Zapatero, ha ganado las elecciones sin perder la compostura, sin creerse un emisario de la divinidad, sin hacer payasadas y sin disfrazarse de nada. Tampoco se dejó deslumbrar como un pardillo por oportunistas de ocasión y vendedores de corbata. Supo estar a las duras, cuestionado incluso dentro del Partido Popular, y en la noche del pasado domingo, demostró el temple de los saben que el viento de la política barre a los supermanes de cartón-piedra. Además, enfatizó su reconocimiento a los que de verdad le ayudaron durante años, a los que trabajaron marcándole rutas, lo asesoraron, argumentaron sus intervenciones y estuvieron a su lado incluso desde la leal discrepancia. Eso evidencia inteligencia y que es un bien nacido. Porque es agradecido.

Rajoy, un hombre tranquilo, no tiene nada que ver con el patanismo, el matonismo, la soberbia, la chulería y el engolamiento fatuo de los que, por haber tenido la fortuna de estar en el lugar oportuno en el momento oportuno, consideran que deben ser entronizados en el olimpo de los dioses. Los mequetrefes sólo pueden hacer políticas mequetrefes. Como tampoco es un vividor de la política, no ha tenido necesidad de abrirse camino a codazos. Ojala cunda el ejemplo.


sábado, 19 de noviembre de 2011

MAÑANA, A VOTAR


Nos han impuesto como cláusula de civismo democrático votar y mañana es el día. Parece que todo está hecho, pero las urnas están para algo y ningún vaticinio sirve hasta que el recuento efectivo determina el único resultado que vale. Antes del 11-M también se daba mayoría absoluta a Rajoy y después ya se sabe lo que ocurrió… El que gane las elecciones se encontrará con una patata caliente, muy difícil de pelar, porque España es observada desde fuera como un funambulita borracho, sobre una cuerda floja y sin la barra de equilibrio. Abajo aguarda el precipicio del paro, la voracidad de los especuladores, la morosidad de la banca, la ausencia patológica de créditos, la desconfianza de Europa y las reticencias de los inversores hacia una España que lleva dos años en caída libre.

Si la UE nos ha dado un respiro ha sido por la proximidad de las elecciones y por la posibilidad, remota, de que con los restos del naufragio podamos anudar una balsa que pueda mantenerse a flote, sin que tengan que lanzarnos salvavidas como a Grecia, Irlanda, Portugal, ¿Italia?... España está en rampa de caída y nos quedan años de “sangre, sudor y lágrimas”. Difícil lo tenemos, porque si desde fuera se nos mira con desconfianza, desde dentro tampoco vamos sobrados de fe en un futuro que nadie cree que comience pasado mañana. No es cosa de chasquear los dedos.

Ha concluido la campaña como suele, sin que nos enteremos de nada, pero a falta de concreciones programáticas, Twister ha sido el gran catalizador de las preocupaciones de la calle y, después del “gran debate”, los tuiteros se desconectaron de la campaña hasta el punto de que en esta última semana, ni Rajoy ni Rubalcaba han logrado despertar a un electorado a medio camino entre el aburrimiento y la resignación. El tema central de esta última semana ha sido la nueva parida de Durán i Lleida, lamentando que Cataluña “tenga más Mohameds que Jordis”, la catalogación de Bertin Osborne de “gilipollez” a los del 15-M y, sobre todo, la portada de una revista, mostrando las carnosidades de Terelu Campos.

Para bien o para mal, incluso las vacas sagradas del columnismo patrio mojaron sus plumas en menta para referirse a las tocinetas que lucia la presentadora de televisión, mientras que Rajoy, Rubalcaba, Rosa Diez, Cayo Lara… se desgañitaban buscando una atención que nadie les prestaba y adquirían la condición de secundarios, desplazados al rincón de las anécdotas. Con cinco millones de parados, con lo que tenemos encima y con lo que va a caer encima de lo que ya tenemos, el desinterés de las redes sociales es un reflejo del desinterés de la calle. Al margen de lo que ocurra mañana, esta desconexión entre la política y el electorado debería ser otro motivo para la reflexión. Si con problemas reales el electorado percibe que los políticos son el problema o que sólo aportan soluciones ficticias, aquí tenemos otro motivo de preocupación. Mal asunto es que Terelu, con sólo insinuar sus atributos, barra a los políticos como hojarascas y que la gente quiera más mamas y menos mamones.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

DE ERROR EN ERROR


Hace mucho que vengo escribiendo que, después de Zapatero, el mayor error de los socialistas ha sido seguir el señalamiento de su dedito y aceptar la nominación de Rubalcaba como candidato, pero en el PSOE van como pollos sin cabeza y necesitan darse un testarazo mayúsculo para que, a partir de ahí, comiencen a considerar la necesidad de una catarsis que les haga recuperar credibilidad, orden y musculatura electoral. Si su situación se la deben al deambular de Zapatero y a sus compis de jarana ¿cómo pretenden que el electorado deje de pensar en Zapatero poniendo a Rubalcaba? ¿Qué ha hecho Zapatero que no haya hecho Rubalcaba? Lo desarticulado que está el PSOE se evidencia en la aceptación de un Rubalcaba que, más de lo mismo, además es más feo. El “efecto Rubalcaba” sólo ha existido en la cabeza de los socialistas, porque el electorado lo tiene catalogado y amortizado y “lo que no pué se no pué se y además es imposible”.

Las seis encuestas publicadas el pasado fin de semana se muestran unánimes en la derrota del PSOE y coincidentes en la magnitud del descalabro: El PSOE bajará de los 120 escaños y el PP subirá por encima de los 185. Mi encuesta particular aún es más extrema, porque yo creo que el PP se situará por encima de los 190 y que el Congreso de los Diputados se atomizará con la presencia de 12 o 14 partidos que lograrán hacerse un barquichuelo con los restos del buque socialista. Entre ellos estará, posiblemente con grupo propio, una ETA crecida desde la legalización de Bildu en las pasadas elecciones municipales. Así las cosas, las secuelas de la pestilencia de Zapatero nos acompañarán durante toda la legislatura. Lo único bueno de tanta atomización es que Rajoy podrá gobernar en solitario y sin pagar el peaje a las pirañas nacionalistas.

A cuatro días del 20-N (la elección de la fecha fue otra parida de Zapalcaba), como me aseguraba un socialista extremeño de primera fila, “todo el pescado está vendido”. Vendido y cocinado porque ese besugo no cabe en el horno de ninguna urna. Hombre, es verdad que la “ruina” socialista hay que sopesarla en sus justos términos, porque, pese al candidato, pese a Zapatero, pese a la ruina que nos han regalado estos desnortados y pese a los cinco millones de parados, un partido con más de cien diputados es una opción de futuro si encuentra su camino y se deshace de la vieja piel que lo encorseta.

Haber recurrido a Felipe González y a Alfonso Guerra, no ha hecho más que ahondar en la herida de la necesidad de una regeneración a la que los viejos elefantes se oponen. ¿Era necesario recurrir al túnel del tiempo para que Guerra reedite sus chistes y Felipe, con su abultada chequera, hable de los pobres? Grotesco. De error en error, porque eso ha fijado la imagen de Rubalcaba como un viejo caimán, atrincherado en los noventa y perteneciente al club de la “cal viva”, ahora aderezado con aromas de faisán podrido. Se va el caimán, se va el caimán…

sábado, 12 de noviembre de 2011

¿DE QUIEN SON LOS PARADOS?


Hay que reconocerle a Guillermo Fernández Vara que durante su etapa de presidente asumió más los fracasos que los aciertos. Sin paliativos, hizo suya la responsabilidad del paro en Extremadura y esa fue su cruz durante casi toda la legislatura: “Reconozco que llegué prometiendo crear empleo y estoy contando parados. Ese es mi mayor fracaso, asumo mi responsabilidad”. No se si fue muy político, pero desde luego fue honrado y valiente. Monago y su vicepresidenta je, je, je, esperaban cada mala noticia para poder arremeter contra Vara y contra su consejera de Empleo, a la que tildaban de “lástima” “pena”, inútil, calamidad… Con cada parado hacían vudú y se lo clavaban a Vara como alfileres a un monigote, e incluso sacaron del baúl la cantinela de Aznar, “márchese, Sr. González”, sólo que aquí era “márchese, Sra. Lucio”. ¿Ahora no se tiene que marchar nadie?

Entonces sabíamos que, desde el primero, los parados eran de Vara, pero ahora, además de parados están huérfanos porque nadie asume la responsabilidad de su situación. ¿Siguen siendo de Vara? ¿En qué momento pasarán a ser cosa de Monago y de su vicepresidenta je, je, je, que ahora dice que es un problema global? El caso es que en la cartelería para el 20-N siguen insistiendo con que “lo primero el empleo”. ¿El empleo de quien? No deben considerarlo muy prioritario porque la consejera de Empleo lo compatibiliza con otras cuatro cosas y el gerente del SEXPE sólo le dedica media jornada. Eso sí, si la globalización es global, ¿por qué ha subido en Extremadura el doble que la media nacional?

La vicepresidenta je, je, je, que durante años se ha nutrido sacando a la palestra casos de enchufismo y nepotismo, y que en eso sigue (¡cosas veredes, querido Sancho!…), se ha convertido en la “mujer orquesta” y ha asumido, entre otras múltiples ocupaciones, la responsabilidad del empleo, pero en tres meses ha descubierto que el paro, pese a lo que ella creía y ordeñaba, es cosa de la globalización y que sus responsabilidades, como consejera de Empleo, no parecen ir más allá del ámbito familiar. Hasta Monago, los parados tenían como padrecito a Vara, pero ahora la vice, qué lista, dice que son hijos de esa entelequia recurrente que es la globalización. En apenas tres meses hemos pasado de 119.593 a 132.750, la mayor subida en el menor tiempo: 13.157 nuevos parados, a pesar de que “lo primero es el empleo”... ¿En qué quedamos, es global o autonómico? Depende de quien mande.

A los pocos días de haber logrado la ansiada foto con los sindicatos y la patronal por el primer plan de empleo de la era Monago, desde CCOO ya piden la dimisión del gerente del SEXPE y en UGT tildan los nuevos datos como “desastre sin paliativos”. Ganas de enredar ya que “la doñita del gran poder” dice que no tenemos nada que hacer porque el tema del empleo lo ha trasferido ella a la glo-ba-li-za-ción. Hay estupideces que, además de globales, son universales. ¡Doña je, je, je!

miércoles, 9 de noviembre de 2011

LA OCASIÓN PERDIDA


¡Qué egoísmo ha demostrado Monago, guardándose para él solito a su asesor de imagen, a la fuente lumínica e iridiscente de Iván Redondo! Si Mariano Rajoy hubiera tenido a su lado al gran gurú del marketing político, seguro que habría llegado a la cita en moto y con un casco de bombero, se habría dirigido a la audiencia tirando unas canastas y, al final, le habría dejado a Campos Vidal sus zapatillas: “toma, para que las subastes, que España y yo somos así”. Pero no, como “el tío de la batuta” se lo reserva Monago para que le elija sus ternos y su perfil más bonito, todo resultó ramplón, mediocre y medido hasta el aburrimiento. Si hubo alguna novedad fue la faceta de periodista de Rubalcaba, entrevistando al presidente del Gobierno, pero todo lo demás resultó tan previsible que hasta podíamos haber escrito la crónica del “gran debate” antes de que se produjera.

A mí plin, pero yo creo que el pugilato almibarado lo ganó Rajoy por escaso margen, que es casi como decir que lo perdió, porque la ocasión era de las que no se repiten y tenía que haber concluido el asunto con Rubalcaba besando la lona en un KO fulminante. Y Rubalcaba, que perdió a los puntos, salió con su mandíbula intacta, demostrando cintura y dejando sobre el cuadrilátero evidencias de tener la cara más dura de la clase política universal. Ese tío la tiene de granito. ¡Ay lo que yo daría por verlo frente a Berlusconi! ¿Se suponen ustedes lo que hubiera ocurrido si en el lugar de Rajoy hubiera estado Rubalcaba y en el lugar de Rubalcaba Rajoy? ¡Habrían tenido que amontonar los trocitos con una escoba!

Yo no se si Rubalcaba tiene programa electoral, pero todos nos enteramos de que el del PP es ambiguo, sinuoso, bifronte y con más trampas que una película de chinos. Rubalcaba erre que erre con el programa: “en la página 151 dice…” Y Rajoy erre que erre: “que no, que se lo han explicado mal”. Al comprobar de cerca la mansedumbre de un Rajoy que rechazaba el cuerpo a cuerpo y no quería exponer ni un suspiro, Rubalcaba se creció y hasta se atrevió, -jo, que osadía- a hablar de Educación, de los parados, de los jubilados, de las políticas sociales y de los recortes que él intuía que estaban ocultos en la cabeza de Rajoy. Rubalcaba miraba a Rajoy y lo acusaba de querer hacer todo lo que él había hecho y Rajoy buscaba auxilio en sus papeles. ¡Ay, si hubiera tenido allí al mago de Monago!
Los dos hablaron de austeridad en un debate que costó más de 500.000 euros, con algunas partidas tan chungas como la de 20.000 euros del catering, 15.000 de acreditaciones, 10.000 de transportes… ¿Debemos darles las gracias porque el circo sólo tenga una función?. En noventa y tres minutos no tuvieran tiempo para hablar de medio ambiente, de igualdad, de inmigración, de cultura, de Europa, de corrupción… Silenciaron el caso Gürtel por el caso Blanco y casi ni hablaron de lo que se cuece en ese puchero de ETA. ¿Tanga, timba, tango o tongo?

lunes, 7 de noviembre de 2011

ATENTOS A LA PANTALLA



¿Tenemos la televisión que queremos o tenemos la televisión que quieren? La interrogante puede resultar retórica, pero la verdad es que cuesta trabajo aceptar que lo que vierte la pantalla sea lo que demandamos los televidentes. El pozo de la basura parece no tener fondo y con cada programación consiguen una pala telescópica de mayor alcance para ahondar en la ciénaga. Por mucho que creamos que es imposible caer más bajo, siempre consiguen descender más, y más, y más. Si fuera un descenso físico, ya estaríamos contando canguros en las selvas australianas. Parece evidente que, en zapatillas, desprevenidos en la comodidad del sillón, estamos dispuestos a engullir lo que quieran servirnos y que las voces, los escándalos, los gestos soeces y la brutalidad son adictivos para que permanezcamos atentos a la pantalla.

El canal de Berlusconi, el más rentable de España, prácticamente ha restringido su parrilla a un solo programa y, con los mismos protagonistas, ofrece basura a todas horas del día. Directamente o por el subterfugio de los comentarios, en supuestas mesas de debate, los mismos tipos y tipas ocupan el grueso de la programación estelar. Ellos son el centro del universo y el canal, que ha optado por el reduccionismo televisivo, ha encontrado el filón del oro vendiéndonos la vulgaridad de unos personajillos anodinos, cutres y casi selváticos, a los que ha hecho protagonistas estelares. Jugando con sus miserias, juntándolos o separándolos, haciéndolos llorar o reír, relatando sus vergüenzas o enjaulándolos, para que se peleen entre ellos por fruslerías que ellos mismos se han inventado, han conseguido la fidelidad de una audiencia que crece con cada vuelta al torniquete de lo grotesco. No hay hilo conductor, no hay un guión establecido y parece que ni siquiera hay un reparto de papeles. Son actores voluntaristas de una representación interminable de dramas tristes, de gente triste y con un libreto triste sobre vidas tristes, que reescriben o improvisan ellos mismos.

Lo curioso es que los otros canales y muchos medios de comunicación siguen la estela luminosa de los borricos/as y también dedican sesudos debates a analizar las peripecias del que parece ser el canal angular de la televisión en España. Hace unos días, el tipo que Berlusconi nos envió para hacer caja, aclaraba que su canal no está para difundir ciencia, elevar la moral o impartir cultura, que lo que él pretende es exactamente lo que están consiguiendo: ganar mucho dinero, ganar mucho dinero y ganar mucho dinero. Los principios deontológicos, el respeto a la audiencia e incluso las obligadas restricciones del lenguaje por el horario, quedan soslayados por el afán recaudador porque ya tienen comprobado que incluso las sentencias condenatorias por libelo, falsedad, utilización o manipulación de la imagen, son rentables, aunque tengan que indemnizar a los agredidos. En las últimas semanas han tenido que indemnizar a Guti, a Arancha del Sol, a Aznar, a Anna Fournikova… A más escándalo más caja.

Ahora toca debatir sobre un nuevo personaje, Sonia Baby, cuyo mérito consiste en introducirse cinco metros de cadena en la vagina e ir soltándolos eslabón a eslabón. Yo ya hice mi aportación. De nada, don Silvio.

HISTORIAS DE SANTOS


Cuando era niño, el cura de mi pueblo, Campillo de Llerena, nos leía un libro de pastas negras y letras doradas, "Historias de Santos". Estoy seguro de que aquel buen señor lo que pretendía era inculcarnos el valor de la fe y el sacrificio, pero lo que realmente conseguía era atemorizarnos porque no había una sola historia que acabara bien. Eran unos relatos terribles, empapados de sangre de mártires, de sacrificios y renuncias que escuchábamos con cierto embeleso, esperando siempre el final de la historia, que era donde se cargaban las tintas. A veces tuve pesadillas porque las imágenes que ilustraban el libro eran precursoras de las de Freddy Kruger, pero con el único efecto especial de la entonación tenebrosa del sacerdote. Yo creo que aquellos relatos me apartaron de la vocación de santo, porque a mi aquello de la santidad me pareció siempre un trabajo muy duro y tan peligroso que siempre acababa mal. Nunca nos leyó una historia de alguien que habiendo vivido bien hubiera acabado santo.

Después supe que para llegar a santo no había que estudiar mucho ni hacer oposiciones y que los santos son como recinocimientos académicos que concede la Iglesia, como los títulos nobiliarios son cosa de los reyes, por lo que apenas caben discusiones sobre los elegidos. La Iglesia valora los méritos y la Iglesia, según su criterio, eleva a los altares a quien considera oportuno, aunque todo el proceso sea opinable. Y los con títulos nobiliarios más de lo mismo, los reyes los concede a quien le da la gana. Ya se sabe que algunos linajudos títulos nobiliarios se lograron a cambio de unos caballos de raza y otros por no pasar a lo reyes la factura de los embutidos de todo un año. ¡Por chorizos, vamos!

Pero volviendo a lo de los santos, un grupo de fans está intentando que la Conferencia Episcopal vuelva a instar a la Santa Sede para que se reabra el capítulo de la beatificación de la reina Isabel la Católica, solicitando la apertura inmediata del proceso de beatificación, paralizado desde hace más de cincuenta años. Bueno, ya está dicho, es cosa de la Iglesia, pero por aquello de opinar, supongo que la Santa Sede, tendrá el expediente completo de las obras y milagros de doña Isabel, la que fuera reina inmisericorde de Castilla y León, la que ordenó ajusticiar a cuatro mil sevillanos en apenas dos meses, quedándose con todos sus bienes y la que instituyó los tribunales de la Santa Inquisición. Claro que si la Inquisición era santa, por qué no la reina Isabel, que la inventó. Para redondear la faena, después de sacarse de la manga a los terribles tribunales, los puso bajo la jurisdicción de un majarón sanguinario como Torquemada. Además de enfrentarse al Vaticano y poner firme al Papa, se cargó a unos cuantos obispos y ordenó la expulsión de los moriscos...

La verdad es que lo de esta señora es más terrible que las Historias de Santos que nos leía don José, porque allí los santos eran siempre las víctimas, mientras que aquí quieren santificar al verdugo. ¿Preguntará la Iglesia a los que cortó la cabeza?

UN BLANCO PERFECTO


Espero no ofender a nadie al rememorar aquí un mal chiste racista: “¿Qué es un negro en medio de una gran nevada? ¡Un blanco perfecto!” Podíamos aplicar el mismo humor negro a la peripecia del todavía ministro de Fomento, José Blanco, expuesto, en medio de una gran nevada mediática, a las balas de todos los francotiradores, por su presunta implicación en una corruptela. Don Pepiño me cae fatal y nada más verlo aparecer en pantalla busco la ayuda del mando a distancia para librarme de él. Me parece un repipi de libro, cursilón y vano, sin más cimentación académica e intelectual que la que presta el poder a todos los iletrados, pero, como he defendido en otras ocasiones (imputación de la ex alcaldesa de Plasencia), debemos esperar la sentencia de un juez. Una denuncia no es más que el inicio de un largo proceso y la mayoría de las veces concluye sin condena alguna para el denunciado.

PSOE y PP deberían llegar a un acuerdo para no zurrarse la badana cada vez que salta la liebre de una denuncia por corrupción. Conozco a gente admirable, que acabaron con su carrera, con su posición social, con su familia e incluso con su vida, por una denuncia aireada con redobles de tambor, que finalmente concluyó en un reconocimiento de su inocencia. La Justicia es lenta y una sentencia, aunque sea absolutoria, no puede reparar el desprestigio de mucha gente de la que hemos hecho “un blanco perfecto”. Recordemos el caso reciente de la atleta Marta Domínguez. En José Blanco se concitan muchos intereses políticos y muchas ganas personales, pero creo que ni a él se le puede negar la presunción de inocencia. Hasta que un juez no determine la veracidad de la denuncia, no creo que merezca mucha fiabilidad lo que diga, a priori, un imputado por delito fiscal, blanqueo de capitales, fraude, cohecho, falsedad en documento mercantil, alzamiento de bienes… ¡El tipo es una joya! Don Pepiño también.

Es verdad que las hemerotecas son testigo de las tropelías de José Blanco, que no ha desperdiciado ocasión para morder yugulares por hechos más insignificantes que el suyo, pero también es verdad que don Pepiño no es el modelo a seguir. De todo lo que ha trascendido, incluido el pago de los 400.000 euros, lo único que acepta José Blanco es que conoce a su acusador y que es cierto que en una ocasión se citó con él en una gasolinera, donde lo recogió en su coche oficial. Puede resultar rarito ese encuentro, con visos de clandestinidad, entre un ministro y un empresario que no se caracteriza por sus escrúpulos, pero de ahí a cargar la fusilería mediática contra el ministro, en las proximidades de unas elecciones generales...

Estos brotes no surgen de forma espontánea, como las amapolas, y la coincidencia temporal con una cita electoral, como el esperado comunicado de ETA, añade un plus de desconfianza, porque todos tenemos muy presente la precisión en el tiempo del atentado del 11-M, tres días antes de las elecciones generales… ¡Ufff! ¿Por qué no nos dejarán votar sin zozobras?