jueves, 13 de enero de 2011

ESPAÑA SIN PROBLEMAS


Estoy hasta ahí mismo de tanto rollo de tabaco y tanto drama de fumador. Parece como si en España no tuviéramos otro problema que las dificultades de los pobrecitos fumadores, -¡ángeles míos!- que se ven obligados a fumar en la puerta del bar, pasando frió… ¡Qué lástima, que tragedia tan espantosa! Muchas veces hemos tenido que precipitar un almuerzo o abandonar una boda, sin llegar a los postres, porque el asqueroso humo no nos dejaba respirar y hemos tenido que renunciar a cenas gremiales de navidad, para evitar enfrentamientos con los que no pueden pasar una hora sin el chute, aderezándonos de miasmas, esputos y pestilencias la carne o el pescado, pero eso no cuenta.

¡Pobrecitos fumadores, lo mal que lo están pasando, siendo ellos tan exquisitos, tan educados, tan pulcros, delicados y deferentes! De pronto España se ha quedado sin parados, ya no hay dificultades para los autónomos y pequeños industriales, los jóvenes tienen su curro garantizado, han desaparecido las listas de espera para quitarse una catarata y nuestro sistema educativo ha alcanzado la excelencia, porque todo eso no tiene importancia. Lo único que importa son las lágrimas de los fumadores. Incluso nos hemos olvidado de Zapatero y de sus zapatos, porque en el Congreso de los Diputados, lleno de malsanos dictadores y rufianes caprichosos, se han confabulado para perseguir a los ángeles del fumeque. ¡Ay, madre mía, qué pena tan grande!

Han sacado a pasear a la Santa Inquisición y hasta se ha hecho un paralelismo con la persecución de los judíos y los hornos crematorios de los nazis. ¡Qué gracia, los fumadores se sienten perseguidos, aislados y sometidos a la tortura de la exclusión! Vaya dramón que hubiera escrito Shakespeare con tantas penurias y tormentos. “¿Cómo van a renunciar a derechos consolidados desde hace quinientos años?”, razonan en Intereconomía. Argumento que también serviría para mantener vigente el cinturón de castidad, el señalamiento de homosexuales y la quema de brujas.

Los fumetas, para defender sus inalienables derechos, han elegido a filósofos como don Kiko Matamoros y a científicas, como la gritona que se doctoró con un torero, que han esgrimidos argumentos tan contundentes como “el que no quiera humos que no vaya al bar”. De pronto se han dado cuenta de que los que no fumamos, que somos la inmensa mayoría, también existimos, también tenemos derecho a tener derechos y compartimos los mismos hábitos sociales, la charla, el café, la copa, el restaurante, el bingo, la discoteca… ¡Pobres fumadores, qué atropello, qué persecución, qué poco respeto a vuestras libertades individuales para ahumar a los demás! ¡Cómo se nota que estamos en una dictadura!

Incluso ya tienen un héroe-estandarte, el propietario de un asador de Marbella, que, como el alcalde de Móstoles, llama a la resistencia ciudadana contra los invasores, se ha declarado en rebeldía y ha instituido la república independiente de su establecimiento. Quince días lleva el héroe esgrimiendo razones tan poderosas como “en mi asador hago lo que me sale de los cojones”. Sí señor, con un par. Y hasta puede que así sea.

No hay comentarios: