viernes, 29 de enero de 2010

RESIDUOS NUCLEARES

Querer energía nuclear y no querer las centrales que la hacen posible es tan contradictorio como tener centrales y no aceptar los residuos que generan. Después de treinta años, las soflamas alarmistas de los antinucleares quedaron en hojarascas que el viento se llevó, porque la fuerza de los hechos ha demostrado que la energía nuclear es segura, es barata y es accesible. Sin energía nuclear la factura de la luz se nos multiplicaría, añadiendo muchos dígitos a la crisis que nos galopa, ya que las demás alternativas no resultan tan eficaces, son costosas y también contaminan. Algunos de los que andábamos subidos en aquel “antí” nos hemos bajado porque el tiempo ha hecho caer muchos bulos, mientras que las centrales han seguido generando energía, trabajo y riqueza.

Ahora el Gobierno de Zapatero ha soltado el gazapo de los residuos nucleares para, como siempre, eludir su responsabilidad y que sean los municipios los que se postulen solicitando que el almacén de residuos que España necesita se levante en su demarcación. Es una aberración, porque no puede ubicarse en cualquier parte, ya que la orografía, la accesibilidad, el terreno y las filtraciones son elementos que cualquier estudio debe tener en cuenta antes de levantar unas instalaciones que han de “sepultar” residuos de alta intensidad, que pueden mantener su actividad durante centenares de años. Todos los países tienen depósitos capaces de almacenar los residuos nucleares que generan y algunos, como Francia, incluso están dispuestos a recoger los nuestros, previo pago de su importe: 60.000 euros diarios. ¡Qué tontos son los franceses!

No puede sorprendernos que algunos municipios busquen en el cementerio nuclear la solución a sus problemas económicos, porque el paro es el primer contaminante y porque una construcción de esas características además de trabajo y riqueza, no genera contaminación ni peligro. Cada bidón de residuos lleva más capas envolventes que una cebolla, para finalmente depositarse en un lugar estanco, impermeable y supervisado permanentemente por sensores y cámaras que delatarían cualquier alteración. Hay una evidencia que canta alto: nunca se ha producido una fuga radiactiva, ni de alta ni de baja intensidad, en un depósito de residuos nucleares. A pocos kilómetros de Azuaga tenemos el cementerio de El Cabril, aunque los beneficios que genera se quedan en el municipio cordobés de Hornachuelos. ¿Lo sabrá la radiactividad?

Lo que sí sorprende es que los partidos políticos se opongan a que municipios gobernados bajo sus siglas acojan estas instalaciones, al mismo tiempo que defienden la alternativa nuclear y reconocen la necesidad de almacenar sus residuos. Es como pedir una fritura de pescado, pero sin aceite y sin pescado. También sorprende, a pesar de todo, que el Gobierno no sea capaz de afrontar una responsabilidad que es de su estricta competencia, haciendo los estudios necesarios y señalando el lugar que más garantías reúna para acoger los residuos de nuestras centrales nucleares. Pretender resolverlo con una especie de subasta municipal, es alentar las rencillas y guerras vecinales, aunque hay que reconocer que en esto Zapatero es un genio, porque sabe entretener y cizañar. Si se trata de dividir, es el primero de la clase.

domingo, 24 de enero de 2010

POLÉMICA ORACIÓN


El religioso Joe Wright, fue invitado a impartir la oración de apertura en la Cámara de Representantes de Kansas y con una sencilla reflexión pasó de ser un ejemplo tolerancia y de lo políticamente correcto, -por eso lo invitaron-, a un ultra cavernícola del que había que huir por sus ideas contrarrevolucionarias y su mesianismo contra el progreso. El reverendo Wright se resistió, pero insistieron y aceptó. Con evidente desgano subió a la tribuna para rezar su oración de apertura, pero nada más comenzar, varios representantes abandonaron ruidosamente sus escaños, escandalizados por el sesgo que el párroco daba a su meditación. Antes de concluir, otros comenzaron a patear el parquet en señal de protesta. No hubo aplausos y el pastor Wright, bajó de la tribuna entre enfurecidos e indiferentes. La Cámara de Representantes emitió un comunicado disculpándose por el error al elegir al pastor, calificando su oración de “mensaje de intolerancia”.

¿Y qué fue lo que dijo ese señor para que se armara tanto revuelo? Dijo muchas cosas pero lo que más ofendió fue:

“Señor, perdónanos porque estamos desplazando el bien con el mal y la verdad con la mentira”.
Perdónanos porque hemos perdido el equilibrio espiritual y hemos cambiado nuestros valores.
Perdónanos porque explotamos al pobre y al necesitado.
Perdónanos porque hemos recompensado la pereza y lo llamamos “ayuda social”.
Perdónanos porque hemos matado y lo llamamos “justicia”.
Perdónanos porque hemos sido negligentes al educar a nuestros hijos, con la disculpa de desarrollar su “autoestima”.
Perdónanos porque abusamos del poder y lo llamamos “democracia”.
Perdónanos porque hemos codiciado y robado y lo llamamos “espíritu competitivo”.
Perdónanos porque hemos contaminado los medios de comunicación con groserías y pornografías y lo llamamos “libertad de expresión”.
Perdónanos porque hemos ridiculizado los valores de nuestros padres por “obsoletos y desfasados”…

¿Por qué se sintieron tan incómodos los representantes políticos de Kansas? Porque la aparente simpleza de ese mensaje denunciaba parte de los vicios sobre los que asentamos nuestro pretendido progreso. Los diputados se vieron retratados y como en la clase política estadounidense todavía existe capacidad de reacción y algo de sinceridad, manifestaron su disconformidad contra lo que consideraron una ofensa del invitado. Si eso mismo (cosa impensable) lo dice un religioso en España, en el Congreso, en el Senado o en cualquiera de las cámaras autonómicas, en lugar de bronca, habría conseguido un aplauso cerrado porque aquí todo lo relativizamos y somos capaces de compatibilizar el cinismo más elocuente con la indiferencia más apabullante. Aquí somos capaces de matar y brindar por la vida, de hacer la guerra mientras aplaudimos de paz. Podemos descolgar un crucifijo y postrarnos en oración después e incluso somos capaces de ejercer un ateismo militante y atravesar medio mundo para rezar por una foto.

En cierto modo, siento envidia de los políticos de Kansas, capaces de manifestarse con sinceridad, aún resultando políticamente incorrectos.


viernes, 15 de enero de 2010

¿A QUIEN QUEREMOS ENGAÑAR?


La política esta llena de gestos teatrales que sólo sirven para justificar el chascarrillo durante el café y engordar el cachondeo del vecindario. Gestos y apariencias que se utilizan, como el torero la muleta, para distraer y engañar al personal, porque lo que se pretende es aparentar que se hace algo pero, sin hacer nada. Me estoy refiriendo a la obligación chusca de senadores y diputados, nacionales y autonómicos, de declarar públicamente su patrimonio y cuentas bancarias en favor de una transparencia que no es trasparente en nada y que da pié para que, entre la realidad y la ficción, se cuelguen los cortinajes más espesos. Esa patochada, colmada de cinismo e hipocresía, lo único que puede conseguir es que la gente confunda, una vez más, “el culo con las témporas” y que algunos políticos, los menos, puedan justificar con una declaración de mentira, mangancias y corruptelas de verdad. ¿Para qué sirve semejante tontería?

¿Conocen ustedes a algún atracador que declare sus ingresos a Hacienda? ¿Saben de algún narcotraficante, ladrón o proxeneta que cotice por su actividad, pague sus impuestos y se queje de lo mucho que le retienen?¿Conocen a algún pistolero que pague IVA? ¿Alguien puede creer que un político trincón y sinvergüenza, por mucha obligación que tenga de declarar su patrimonio, va a hacer públicas sus mangancias? Esa bobada de la declaración de patrimonio, se hizo porque en el teatro de la política, es mejor hacer algo que no hacer nada y es mejor decir algo que estarse callado. Aunque lo que se haga no sirva y lo que se diga tampoco. Desde que se estableció esa gilipollez de la declaración de patrimonio, ¿han cogido a algún político corrupto por su declaración de patrimonio? A ninguno, no busquen ustedes porque no encontraran un solo caso, ni entre los trincones patanegra de cinco estrellas.

Pero es que, además, ¿qué posibilidades tiene un diputado, sobre todo si está en la oposición, de hacer una concesión fraudulenta, amañar un concurso o saltarse una lista de espera? Está claro que, por ejemplo, el presidente de la Junta o los consejeros, pueden hacer valer su criterio en muchas actividades económicas, pero si lo hicieran por un interés crematístico y personal, que no es el caso, ninguno de ellos es tan necio como para ingresar el dinero atípico y sin justificación en su cuenta corriente, quedándose desnudo ante Hacienda.

Este precepto que la clase política se ha impuesto, es fruto de un complejo de culpabilidad, que no consigue nada, no persigue nada, ni pretende otra cosa que no sea perder el tiempo con algo absolutamente inútil. Además, ¿por qué tiene un político que contarle a su vecino lo que ha heredado de sus padres? ¿Por qué la actividad política tiene que estar penalizada, limitando el derecho de los que la ejercen? ¿Por qué un político tiene que poner en peligro su seguridad o la de sus hijos, pregonando lo conseguido decentemente? Por complejos, por complejos y por complejos.

martes, 5 de enero de 2010

EL PUENTE DE LOS CANDADOS


¡Badajoz también se apunta a la leyenda de los candados! Si Venecia tiene el Puente de los Suspiros, Florencia tiene el Puente Vecchio, también conocido como “puente de los candados” o “puente de los joyeros. El Vecchio es un puente pequeño, acogedor y romántico, construido sobre piedra en arco segmentado, sobre el que cayó su peor pesadilla: la leyenda de los candados. El Puente Vecchio es como un pasadizo al aire, una galería de joyeros que desde 1345 lo han ido ocupando en su parte baja, porque sobre su lomo también tiene un centenar de viviendas particulares. Inicialmente los joyeros exhibían sus mercancías sobre una especie de taburete, pero cuando tenían deudas que no podían afrontar, los soldados rompían la banqueta y parece que de ahí viene el concepto de “bancarrota”.

Pero lo que ha hecho mundialmente famoso al puente más visitado Italia, es la leyenda que ha movido a millares de parejas a citarse en él para cerrar un candado sobre cualquier parte o sobre otro candado y tirar la llave al río. Según la leyenda, las parejas de que mutuo acuerdo efectúen semejante ceremonia, quedarán unidas por un lazo que permanecerá indestructible incluso más allá de la muerte. Ante semejante reclamo y durante años, al Puente Vecchio han acudido en peregrinación jóvenes de todos los continentes, con la única pretensión de cerrar su candado para perpetuar su amor. Como las leyendas suelen tener su interés y alguna pretensión oculta, parece que en el origen de ésta está un ferretero instalado en el puente, que se hizo rico vendiendo candados, porque los candados no cumplían su misión de eternidad sino se los compraban a él. Vamos, algo así como la lotería de doña Manolita.

Sólo en el enrejado de protección de la estatua de Benvenuto Fellini, levantada en el centro del Puente Vecchio, cortaron en una semana más de 200.000 candados. Como ya no había un lugar libre los candados se cerraban sobre otros candados, haciendo en algunos casos ristras de candados que llegaban al suelo. Fueron tantos los candados cerrados y tantas las llaves que se tiraban al río Amo, --que divide Florencia, como el Guadiana a Badajoz- que hoy está penalizado semejante juramento de amor eterno, porque los candados han pasado a ser un peligro para el histórico puente y porque el río puede verse afectado por el hierro de tanta llave.

¿Y en Badajoz? En el margen peatonal derecho del puente Real, están apareciendo candados con iniciales grabadas, cerrados sobre los cordones de acero de su barandilla. Hay pocos, yo he contado nueve. Supongo que los que colocaron allí sus candados, tiraron las llaves al río, como los enamorados que acuden al Puente Vecchio, de Florencia. Que sepan que la única posibilidad de romper el lazo es bajar al río, buscar la lleve y abrir el candado a la primera. Que después no vengan con coñas marineras, que los candados no saben de divorcios.