jueves, 10 de diciembre de 2009

JAMONES EN LA ALIANZA


Hace dos años, España firmó un protocolo comercial con China que permitía las exportaciones de derivados del cerdo. Aquello fue un éxito de nuestra política exterior que el Gobierno vendió como “un logro personal de Zapatero, porque esto también es alianza de civilizaciones”. Fue recibido como un aldabonazo en el sector porque si China metía en su dieta el jamón, se acababan las penurias para nuestros ganaderos. En Extremadura también se acogió la noticia con cierta euforia, porque un mercado como el chino sería capaz de acabar con nuestras reservas jamoneras. Algunos con capacidad de anticipación, vieron las posibilidades y comenzaron a ampliar sus secaderos considerando aquello de que “el que da primero da dos veces”

¿Se acuerdan ustedes de Bienvenido Mister Marshall? Pues lo mismo, pero sin el genial Pepe Isbert. Como la comitiva de coches negros pasó sin detenerse en Villar del Rió, pasó la ilusión de los chinos sobre nuestros secaderos repletos de exquisiteces. Recibimos a los inspectores sanitarios chinos casi con honores de jefe de estado, visitaron nuestras más punteras empresas cárnicas, se fotografiaron con el mandilón y el gorrito puesto y se dejaron querer regalando sonrisas en todas las cadenas, mientras degustaban platos de jamón de plató en plató. Se fueron entre recepciones, sonrisas y abrazos y poco después nos llegó el primer aviso por los rigurosos controles sanitarios que exigían. Parece que lo del mandilón y el gorrito les supo a poco y nos ponían un listón tan alto que no se cumple en ningún país europeo. En China mucho menos.

A pesar de todo, ocho industrias españolas recibíeron el visto bueno de la Certificación y Acreditación Nacional China y eso dejaba las puertas abiertas, porque por ahí podíamos poner una pica en Pekín, abriendo el mercado de mayor crecimiento del mundo. ¿El resultado del primer año? 14.430 euro de facturación, entre las tres empresas que se pusieron en manos de unas complicadas redes de distribución que se llevan la practica totalidad de los beneficios, aportando gratis, eso si, muchos jamones para la degustación del producto. Ahora nos enteramos de que lo del jamón era un añadido al protocolo firmado, algo que no pasaba de lo anecdótico, porque para los chinos el jamón es carne cruda, un producto exótico y costosísimo. Vamos, que el arroz cocido les sale más barato. Mientras tanto, sostienen la expectativa con muchas trabas administrativas, para que España no ponga ninguna objeción al chino de cada barrio.

Lo que los chinos demandan para su exclusivo mercado de delicateses son los despojos que por aquí solemos tirar a la basura: lengua, esternón, tripas, orejas, hígado y rabos, que son muy reclamados por los consumidores chinos y figuran en los menús de muchos restaurantes. Ahora se nos abre una nueva expectativa con las patas de pollos, que allí están entre los manjares más solicitados, pero para eso tendremos que firmar otro protocolo y hacerle la competencia a los EE.UU, que ya venden patas por valor de 600 millones de dólares. Seguro que a Zapatero le parecerá un éxito que por cada pata que les vendamos, ellos nos envían un chino con la tienda en la mochila. Eso también es alianza de civilizaciones

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