viernes, 4 de diciembre de 2009

CUESTIONES AL CUBO



Personalmente yo no veo distorsionante el cubo con el entorno y creo que estos temas hay que mirarlos con cierta lejanía. Cuando se instaló en el centro de Paris la Torre Eiffel, se abrió en Francia un debate en el que casi todas las opiniones eran contrarias, pero eso no evitó que hoy sea el símbolo de París y uno de los monumentos más rentables, conocidos y visitados del mundo, incluso por encima de las pirámides de Egipto o el Coliseo de Roma. No pretendo establecer comparación alguna entre el cubo y la torre parisina, pero los “impactos visuales” necesitan cierto recorrido temporal y creo que anatematizar los contrastes es, a veces, caer en un conservadurismo anquilosante. Yo he visto recientemente en Roma, en la Galería Borghese, una exposición en la que felizmente convivían en la misma sala, cuadros de Francis Bacon y de Caravaggio con estatuas de Bernini. ¿Cabe mayor impacto visual? Lamentablemente el tema no es este y, afortunadamente, no es esta la pregunta que debemos hacernos ahora.

La cuestión es ¿deben las instituciones públicas cumplir con las normas que ellas misma dictan? ¿Deben acatar las sentencias judiciales como todos los demás? ¿Debemos aceptar los ciudadanos que se establezcan dos varas de medir? Se está despistando al personal con asuntos secundarios, para evitar que se entre en el fondo real de un problema que va más allá del dinero, de la recuperación del Casco Antiguo o de la responsabilidad, sola o compartida, del Ayuntamiento de Badajoz y la Consejería de Cultura. Los cinco millones que costó levantar el cubo, a los que hay que sumarle los ocho (mucho me parece) que cuesta demolerlo y lo que costará el nuevo proyecto es importante, pero no es lo principal ni lo que en estos momentos interesa. Lo que ahora se está cuestionando es si todos estamos bajo el imperio de la Ley y si las instituciones públicas quedan al margen de las normas urbanísticas que ellas establecen, con carácter imperativo, para todos los demás. ¿Tenemos que respetar los pasos de peatones mientras que el Ayuntamiento o la Junta pueden atropellar impunemente a los viandantes que se arriesgan a cruzarlos?

Me parece fatal que se organicen movilizaciones para buscar adeptos e “impactos visuales” contra una sentencia firme del Tribunal Supremo, como me parecería ridículo que alguien organizase una manifestación contra una sanción firme de la Guardia Civil por haberse saltado un stop. ¿Creemos o no creemos en el Estado de Derecho?¿Estamos o no estamos en una democracia? ¿Esto es cosa de todos o seguimos en la época de los señores feudales? ¿Las normas urbanísticas son para todos o los que las dictan se reservan la potestad de quedar al margen de ellas? ¡Esa es la cuestión! Al margen de lo que finalmente se haga, lo que está en cuestión tiene para muchos más importancia y mayor precio que el de levantar o tirar un edificio. ¿Pueden el Ayuntamiento o la Junta negarse a demoler el cubo mientras obligan a un vecino a retirar los azulejos que ha puesto en su fachada? ¡Esa es la cuestión y lo demás son ganas de enredar! Es propio de necios confundir valor y precio.

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