lunes, 13 de julio de 2009

CACERES PARA JUGAR


Mientras no se cambien las reglas del juego, es poco lo que puede objetarse a que las minorías se junten en un ayuntamiento, o en una comunidad, para desplazar a la opción más votada. Al final es la aritmética la que decide y si los minoritarios suman más que el mayoritario, es absolutamente legítimo que aquellos formen gobierno y que el más votado pase a la oposición. Así ocurrió en muchos municipios de Extremadura y así ocurrió en Cáceres, donde el Partido Popular ganó las elecciones, con doce concejales, pero donde ha gobernado el PSOE, con once y el apoyo de IU y de un independiente. Hasta aquí todo correcto y Carmen Heras, tragándose muchos sapos, ha tenido legitimidad democrática para gobernar Cáceres durante los dos últimos años, consiguiendo un respeto que ahora ella misma está poniendo en evidencia.

Llegado su momento, los cacereños deberán juzgar las consecuencias de una carambola a tres bandas, a trompicones, sin armonía, sin conexión ideológica y argamasada exclusivamente al rebufo del poder. Pero lo que hasta ayer era correcto e impecablemente democrático, hoy no lo es, porque la alcaldesa ya no cuenta ni con la mayoría de concejales, ni con la mayoría de votos y sólo se mantiene por la aritmética de una votación pasada, que si se repitiera hoy perdería a favor del Partido Popular, que fue el elegido por los cacereños, con más concejales y más votos. Cobijándose en el pasado, en lo que tuvo pero que no tiene, Carmen Heras puede seguir en el machito de la alcaldía, pero ha perdido la mayoría democrática y eso cuestiona su legitimidad y el impulso real del socio que le queda. ¿Mantenerse en el poder contra el criterio de los cacereños, contra la democracia y contra la misma aritmética en la que se basó para lograr la alcaldía? Puede, pero no debe.

Cáceres no debería ser una pelota para que Carmen Heras pueda seguir jugando a tan peligroso juego, ni el campo de entrenamiento de ningún aprovechado, capaz de despreciar a los que lo votaron, para seguir disfrutando de unas migajas de poder. Es ridículo. Una situación tan precaria, como la que tiene el gobierno municipal de Cáceres, no puede sino acrecentar el declive de una ciudad que necesita un impulso diferente y que ya ha pagado, a muy alto precio, la composición de una mayoría estrafalaria, que no ha sabido dar la respuesta que la ciudad demandaba. Ahora será mucho peor y puede darse la paradoja de que el partido con más representación actual en la corporación, sostenga el rumbo perdido de una alcaldesa que, todavía, no se ha dado cuenta del daño que puede reportar a Cáceres su empecinamiento. Si ha perdido la mayoría que le posibilitaba gobernar, lo mejor es que no haga más daño a Cáceres y pase a la oposición. O se marche.

Las exigencias crecientes y las salidas de tono del concejal de IU eran desproporcionadas para su exigua representación, y en Cáceres se entendió su cese fulminante, pero acto seguido la alcaldesa debería haberse sometido a una moción de confianza vinculante, porque no se puede seguir así y porque la democracia hay que ejercerla todos los días de la semana. Si se repitiera la votación, gobernaría la lista más votada, que es la del Partido Popular. Carmen Heras vive del recuerdo y pretende seguir como si nada hubiera pasado. Hoy Cáceres no tiene lo que votó, ni lo que quiere, ni lo que merece. Penoso.

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