martes, 21 de abril de 2009

MATAR AL MENSAJERO


En lo que a inteligencia se refiere hay que andarse con mucho cuidado, porque todos somos listos y tontos a la vez y no parece que el presidente de la República francesa vaya tan sobrado como para impartir doctrina. Pero puestos a catalogar, tal vez tendríamos que preguntarle a Sarkosy por la inteligencia del penoso Fiscal General del Estado, Conde Pumpido, que es un tipo que, como Zapatero, sufre de hipermetropía política (Zapatero lo llama optimismo antropológico) y como a los dos le fallan las distancias, son capaces de meterse en cualquier berenjenal con sus patochadas de patosos.

La penúltima de Conde Pumpido (la última debe ser explicarse con seriedad) es denunciar ante la opinión pública la falta de colaboración de la Policía española para controlar a los testaferros de ETA. No hace falta ser muy lince para ver que el dedo del Fiscal General se dirige por elevación al Ministerio del Interior, donde tenemos sentado al duendecillo del jardín, don Alfredo Pérez Rubalcaba. Y mediando el ministro del Interior, lo mejor sería dejar que Conde Pumpido se explique, no vaya a ser que tapándole la boca al fiscal, el listillo del Gobierno se vaya de rositas también en esta ocasión. La Policía obedece órdenes y las órdenes las da Rubalcaba. Si la Policía atiende solamente a los requerimientos de Garzón, el puzzle comienza a completarse y eso explicaría mucho lo que ha pasado, pasa y seguirá pasando mientras Rubalcaba sea ministro del Interior y Garzón juez de la Audiencia Nacional. ¡Cuidadín, cuidadín, a ver si vamos a matar al mensajero!

Pero la pasada semana no sólo hemos sido portada en la prensa europea por la gravísima acusación del Fiscal General del Estado, porque también tuvo mucho eco la disfunción entre el responsable del Banco de España y un Gobierno al que le faltan mangueras para apagar tanto fuego. Igual que Conde Pumpido señalaba a Rubalcaba, el Gobernador del Banco de España señala directamente al Fondo de Pensiones como el pagano, a un año vista, del desbarajuste económico de Zapatero y su tropa. Por la pasarela ha vuelto a desfilar la vicepresidenta, para que desmienta una vez más que España es la Casa de Troya, pero la señora Fernández de la Vega ya no traspasa pantalla y ha cambiado su semblante de catadora de vinagre por la cara de un cigüeño que se ha tragado el palo de una silla. Ya no vende, ni cala, no vence ni convence y aunque sigue estrenando modelitos, la ha abandonado su desodorante.

Mientras el dinerito fluía sin dificultad, el armazón del poder daba cierta consistencia y uniformidad a los disparates, porque incluso los más desternillante los vendía Zapatero con su solemnidad de hipermétrope político (optimista antropológico), pero hoy, con los cuatro millones de parados que reclaman el pan de cada día, con unos autónomos imprimiendo el cartel de “cerrado por defunción”, unas autonomías reclamando pitanza como pollitos en nido, la gente está cansada de soflamas, modernidades y chorradas.

¡Con lo contentos que estaban en el guateque después de la remodelación, bailando todos con todos e intercambiando pareja! Hasta los zurcidos comienzan a deshilacharse. Lo del Fiscal General del Estado y el Gobernador del Banco de España no es ni la punta del iceberg que se aproxima. Oído cocina.



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