viernes, 13 de febrero de 2009

ACUSE DE RECIBO


Internet facilita la comunicación, la respuesta rápida, el desahogo inmediato y su facilidad ha arrinconado al ya obsoleto correo postal, al telégrafo, al teléfono e incluso el revolucionario fax. Casi cada artículo publicado en esta sección motiva respuestas o comentarios inmediatos de algunos lectores y eso es impagable. Los hay que se sienten agredidos por las opiniones que aquí se vierten, sin calibrar que lo que escribo es sólo mi opinión, que no represento a nada ni a nadie, que apenas voy conmigo mismo, que no hago seguidismo de ninguna idea colectiva y que, posiblemente, la única virtud de estos artículos es que suelen ser políticamente incorrectos y estar ideológicamente distanciados de cualquier mandamiento doctrinal. No me van las pirámides.

Yo no tengo guía espiritual y mientras HOY me lo permita, la libertad es el eje de lo que escribo. De todos modos, estoy muy agradecido a los que me leen, a los que se molestan en replicar e incluso a los que pretenden ofenderme, como Zacarías III, un lector de guardia que cada semana se toma la molestia de machacar lo que escribo. No hay forma de acertar con él y, diga lo que diga, siempre estoy confundido. Yo estoy contento de que él esté ahí, pero Zacarías III debería dejar de leerme porque creo que lo pasa mal. Lo entiendo porque a mi me pasaba algo parecido con un pequeño predicador radiofónico y desde que lo aparté de mi dial sonrío más y mejor.

Pero además de la respuesta urgente, Internet facilita en ocasiones pinceladas de fina inteligencia, que superan con creces a los brochazos de grueso calibre que se nos cuelan por la puerta abierta del correo electrónico. En ocasiones me llegan correos que me hacen reír abiertamente y que me apresuro a compartir. Hoy he recibido dos. Uno de ellos explica el efecto dominó de la crisis económica.

“En una tribu india fueron a consultar al hechicero si debían cortar mucha leña para soportar el frío. El hechicero, hombre moderno y de recursos, les pidió una hora para consultar a los espíritus y cuando se quedó sólo llamó al servicio meteorológico, que le confirmó que, efectivamente, iban a bajar las temperaturas. Llamó a su gente y les dijo que sí, que iba a hacer frío y que debían cortar mucha leña. Días después salió un sol esplendoroso y los indios volvieron al hechicero para preguntarle si debían seguir cortando leña. Como en la ocasión anterior, el hechicero volvió a llamar al centro de meteorología y allí le confirmaron que iba a hacer muchísimo, muchísimo frío. ¿Y cómo lo saben con tanta seguridad? ¡Pues porque los indios están cortando leña como locos!”

El otro correo es muy ingenioso en la utilización de las palabras: “Parece que a Franco no le gustaba mucho el Duque de Cádiz como futuro esposo de su nieta Carmencita. A Franco quien de verdad le gustaba era el cantante Ton Jones y para lograr su propósito incluso pidió la intermediación de la Reina de Inglaterra. Como insistía e insistía, la Reina intrigada le preguntó que por qué tanto interés por ese cantante y Franco se lo explicó: Es que si mi nieta se casa con Ton Jones y tienen un niño, se llamará... ¡Paco-Jones Franco!”

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