viernes, 25 de abril de 2008

Más claro que el agua




La dialéctica socialista suele acudir a la perversión del lenguaje para que haciendo lo mismo cualquier decisión parezca diferente. Se opusieron al Plan Hidrológico Nacional, que contemplaba el trasvase del Ebro a otras comunidades pero ahora, fruto del chalaneo partidista, hacen esta concesión exclusivamente para Barcelona. Con toda seriedad explican que no se trata de un trasvase, sino de una “interconexión de cuencas”. En los dos casos se trata de una tubería que lleva agua de un lado a otro, pero la tubería de Zapatero no se llama trasvase sino interconexión”, con lo que lo mismo da que da lo mismo. ¡Qué finos nos han salido!

¿Deja el botijo de ser botijo si lo llamamos “piporro”? ¿Huele mejor un “desahogo intestinal” que una ventosidad? Hace unos meses la consejera de Educación negó que en Extremadura hubiera fracaso escolar: “¡Aquí no hay “fracaso escolar”, aquí lo que tenemos es un “bajo rendimiento educativo!” ¡Y se quedó tan pancha porque cambiando la definición, cree que se acaba el problema de lo definido! En Extremadura no hay paro, sino una notable “carestía laboral”. ¿Pobreza? ¡No! Lo que padecemos es una “merma de recursos económicos”. ¿Revancha? Por Dios, que disparate ¡Es memoria histórica!

El caso es que, “prietas las filas”, cualquier decisión del Gobierno recibe el aplauso cerrado de las delegaciones territoriales a las que, naturalmente, ellos llaman “comunidades autónomas” La Junta de Extremadura ha emitido un comunicado impecable, apoyando la “interconexión” para Barcelona y razonando que es necesario dar agua al que tiene sed. Lástima que no se hayan acordado de los pueblos que teniendo más sed que Barcelona, se ven excluidos de la solidaria “interconexión” de Zapatero. ¡Dirán que no es lo mismo porque los catalanes tienen sed, mientras que los murcianos y valencianos sólo padecen una “carencia de recursos hídricos”! ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra, quién se atreve a comparar?

Tampoco es lo mismo dar de beber al sediento que da el Gobierno a Zapatero, como es el caso de Cataluña, que llevar agua al que vota al PP, como son los casos de Murcia y Valencia. La vicepresidenta, con ese gesto de catador de vinagre con guindillas entre los dientes, va más allá y desafía chulapona a los que desaprueban la “interconexión”: “Si quieren que los barceloneses y las barcelonesas pasen sed, que lo digan alto y claro, para que los barceloneses y las barcelonesas lo sepan” ¡Toma ya!

Pero lo más curioso es que el Estatuto de Cataluña contempla una regularización exclusiva sobre sus recursos hidrológicos, sin consideración alguna hacia las necesidades del resto de España.

Está más claro que el agua, lo que hay en Cataluña es para los catalanes y para lo que hay en España los primeros son los catalanes. ¡Qué guay!

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