viernes, 28 de diciembre de 2007

Licencia de pirata


Si me cobran un canon por si se me ocurre piratear, consideraré que cuando lo pague estaré sacando una licencia para piratear toda la música que me apetezca y espero que, acto seguido, dejen de perseguirme porque no tendría sentido que me cobren por una actividad y que luego me penalicen por ejercerla. ¿Entendería alguien que nos cobren por entrar en un cine y después no nos dejen entrar? No sé muy bien que es lo que persigue el Gobierno de Zapatero grapándonos a todos la etiqueta de piratas en la frente, aunque comenzaré a entenderlo si dentro de un par de meses los genios de la farándula, los culturetas oficiales capitaneados por don Ramoncín, montan algún tiberio electoral a favor de su protector.

La presunción de inocencia pasará a mejor vida si finalmente, por la presunción de culpabilidad, nos cobran una tasa para engrosar el bolsillo de unos cuantos progres de la pandereta. Y no hay que descartar que algún día no lejano, un policía no mire y nos multe por lo que estamos pensando. ¿Qué alegar, qué descargo podemos presentar en nuestro favor, si ya se sienta el precedente de que la sospecha es la confirmación y que la confirmación es un delito que hay que pagar? ¿Si compro un CD o un DVD para grabar mis artículos, tengo que pagar una multa porque son cuerpos del delito y puedo piratearle algo a los ramoncines? Deberían poner otro canon a los dedos de la mano porque ¿y si lo metemos en el ojo del vecino? ¿Y los bastones y garrotas? Sirven para apoyarnos, pero también se pueden usar con armas letales, porque un buen garrotazo despeja muchas molleras y, por favor, que nadie piense lo que estoy pensando, porque pueden venir a detenerme antes de concluir el artículo.

Y, por cierto, si este artículo es mió y tengo el derecho de propiedad intelectual sobre el, ¿por qué no me pagan una parte de lo que recaudan a los sospechosos de piratería? Yo creo que todo el que compra un CD, en España y en la Patagonia, es para copiar mis cosas y por tanto reclamo al Gobierno que me proteja económicamente por las pérdidas enormes que la piratería me ocasiona. Creo sinceramente que soy más copiado que Ramoncín y no me parece justo que a mi se me considere sospechoso de querer mermar sus enormes beneficios por derechos de propiedad intelectual y sobre él no caiga sospecha alguna de querer choricearme mis libros ó mis artículos.

Puestos a cobrar tasas, creo que el Gobierno debería intentar lo propio en toda la Unión Europea porque ¿quien nos asegura que los CDs que se compran en Francia, Luxemburgo o Italia no son para grabar las ocurrencias del Gobierno de España? Yo creo que no piensan en otra cosa.

domingo, 23 de diciembre de 2007

Navidad y acuse de recibo


Decía mi abuela que el concepto de navidad desaparece cuando desaparecen los padres y así fue en mi caso. Al fallecer mi padre, que era el clavo del abanico familiar, cada una de las varillas siguió su rumbo y la navidad ya no volvió a ser la Navidad. Hasta entonces nadie se había planteado la posibilidad de poder faltar al encuentro, pero enseguida llegaron los razonamientos, los impedimentos y la necesidad de atender otros frentes familiares. Hoy veo la navidad como algo inevitable que, además, debo sostener y alimentar porque son mis hijos los que disfrutan de la Navidad. Son ellos los que hacen que la cita sea de obligado cumplimiento, son ellos los que acuden al redil y son ellos los que aferrados al clavo del abanico, mantienen la tradición y siembran cada rincón de la casa con la semilla de la Navidad.

Viéndolo así, uno encuentra sentido a esta carrera de relevos, en la que los hijos toman el testigo de los padres, mientras que los padres retenemos en la retina la Navidad que se nos fue con nuestros padres. Mañana, cuando faltemos, serán mis hijos los que sostengan la tradición, porque sus hijos llegarán empujando, pero ya nada será igual para ellos, como no lo fue para mis abuelos, para mis padres y para nosotros, porque a fin de cuentas, las Navidad es estar con los que se quiere y someterlo todo a la prioridad de unos días de convivencia que en el resto del año se hacen imposible.

¿Qué es la Navidad? Si preguntáramos tendríamos muchas respuestas, porque para unos supone una efemérides religiosa, para otros una celebración pagana y para la mayoría es una oportunidad de volver y pisar de nuevo el umbral de la casa paterna. Pero compensa, aunque solo sea para tomar un respiro y hacer examen de conciencia, un alto en el camino se hace necesario después de once meses. Aunque los buenos propósitos se los lleven los vientos de enero, es bueno pararse y respirar.

Y UN ACUSE DE RECIBO

Aunque no responda, porque no tengo nada que responder, he leído con atención el artículo que Félíx Pinero me ha dedicado en la Opinión Extremadura al Dia, pero le dejo como reflexión una interrogante para que la despeje estas navidades: ¿Por qué estás tan agradecido a Rodriguez Ibarra y qué es lo que te impulsa a, una y otra vez, escribir lo que escribes?. Un abrazo, sin acritud.

domingo, 16 de diciembre de 2007

El gran fanfarrón


Conservo el contrato que hace tres años me ofertó una gran editorial madrileña para que escribiera “El gran fanfarrón”, 300 folios sobre la vida política y milagrera de Rodríguez Ibarra. En el se incluye la entrega anticipada de 52.000 euros, para que pudiera autoliberarme y dedicar 12 meses a escarbar en las miserias del personaje. Pedí una semana para dar mi respuesta, pero a la vuelta, nada más llegar a mi casa, llamé para rechazar semejante tentación. Me hubieran venido muy bien los 52.000 euros anticipados y a fondo perdido si las ventas no alcanzaban ese porcentaje, me hubiera venido muy bien el paseo mediático, vía presentaciones del libro y me hubiera venido muy bien ver en esa editorial dos novelas mías que se comprometían a editar, pero dedicar 12 meses de mi vida a bucear en las aguas cenagosas y pestilentes de la existencia política de “El gran fanfarrón” es algo que no sé si hubiera podido cumplir.

He escrito mucho sobre “el gran fanfarrón” y tengo un cajón de recortes con miles de declaraciones de este ser acomplejado y perverso que desde la democracia, pero con la delectación de los dictadores caribeños, asfixió a Extremadura durante 25 años. Tengo ordenadas sus patochadas sobre terrorismo, Europa, la economía, Extremadura, la democracia, el poder, el dinero…y me hubiera sido muy fácil hacerme con todas sus intervenciones en la Asamblea de Extremadura, lo que hubiera dado para dos o tres tomos, pero creo que el tipillo no merece la atención de un trabajo sistemático sobre su persona y que de mi vida no puedo restar unos meses para glosar sus paridas, aunque con la exclusiva selección de sus mentiras podía cubrir el expediente. “El gran fanfarrón” es un gran fanfarrón pero, sobre todo, es un gran mentiroso. Ibarra es una trola con barba.

A estas alturas y después de haberlo soportado y sufrido durante 25 años, de “el gran fanfarrón” sólo conservo el desprecio que me merecen los marisabidillos chiflados que a base de morder sus complejos concluyen por ser prepotentes. “El gran fanfarrón” está en mi memoria, enquistado como el dolor que me produjo la picadura de un alacrán cuando tenía cinco años. Todavía lo recuerdo, pero ni el alacrán acabó conmigo ni “el gran fanfarrón” tampoco.

Ahora “el gran fanfarrón” anuncia nuevamente su salida de la política y, como suele, porque se repite más que el ajo, vuelve a epatar al personar sentando sus credenciales de díscolo en el seno del PSOE. Dice que se va, que no se presenta a la reelección como secretario general de PSOE, señalando una discrepancia que finalmente no aclara, pero con una nueva trola, pretendiendo vender su condición de díscolo universal que no se calla… Y es verdad, no se calla ni cayéndose de una barca. El pobre tipo es un adicto a las luminarias, a los focos y a la atención mediática. Es un actor irredento que necesita vivir en el escenario.

Creo que acerté al rechazar la oferta de la editorial y, además, creo que en la editorial estaban confundidos porque… ¿compraría alguien el libro?

domingo, 9 de diciembre de 2007

Hugo Chávez manda


Todo indica que la diplomacia española, que consiste en bajarse los pantalones ante cualquier bananero, sea el rey de Marruecos, Evo Morales o Hugo Chávez, está haciendo sus labores de tanteo para aplacar las iras del fanfarrón de Venezuela y sin llegar al extremo de que el Rey le pida perdón de forma explícita y televisada, bordear el asunto para “retomar el diálogo y la concordia entre dos pueblos que se quieren y se respetan”. De momento el Rey ya le ha enviado a Hugo Chávez una sincera felicitación por el limpio discurrir del pasado referéndum celebrado en Venezuela y Hugo Chávez a acogido la felicitación como “una buena señal”. El paso siguiente, un perdón a todas luces, será recibir al Príncipe, que ya le ha pedido una entrevista, para hacerle llegar un mensaje personal de su egregio padre. Si a esto se le añaden los guiños de sumisión pertinente, pues razones suficientes tendrá Hugo Chávez para perdonarnos por aquel aplaudido “¿por qué no te callas?” que tanto catapultó la figura del Rey.

¿Tantos intereses comerciales tiene España en Venezuela como para que tengamos que soportar los escupitajos del mayor cateto de Sudamérica? La pregunta, que formulaban ayer en una tertulia de televisión, es engañosa, porque el mayor interés de un pueblo es el de preservar su dignidad y, a todas luces, no lo estamos haciendo. No critico el silencio ante un charlatán, que puede ser la mejor respuesta, pero en la diplomacia internacional estas cosas tienen un alto precio y por eso se imponen las buenas formas y los exquisitos modales. Cuando Zapatero se sentó al paso de la bandera de EEUU no hubo ningún movimiento brusco por parte del ofendido. Recibió la bofetada y aparentemente no pasó nada, pero han pasado seis años y Zapatero se ira sin ser recibido en la Casa Blanca. El 86% de los norteamericanos, que no se caracterizan por su cultura geográfica, ignoran el dónde se encuentra España, pero no olvidan que su bandera fue despreciada aquí y la fotografía más recurrente que se exhibe en las cadenas de televisión para referirse a nosotros es la de Zapatero sentado al paso de su bandera.

¿De verdad tenemos que pedir permiso al Rey de Marruecos para que el de España pueda visitar Ceuta y Melilla? ¿Tenemos que ayudar económicamente a Evo Morales, que lo primero que hizo al llegar al poder fue atornillar a las empresas españolas?

Hugo Chávez ha acusado al Rey de estar detrás del golpe de estado que sufrió en Venezuela y no deja de señalarlo como el heredero de Franco, amén de mil burlas durante los dos últimos meses. La respuesta de España es felicitarlo, enviarle señales y guiños de complicidad y ahora pedirle hora para que pueda recibir al Príncipe... Puede que esto sea lo correcto pero ¿a qué vino entonces aquel “¿por qué no te callas?”? . Si nuestra misión es permanecer firmes antes estos tipos, lo mejor es no caer en la tentación de valentías extemporáneas que después tenemos que rectificar.

domingo, 2 de diciembre de 2007

Chalanes, trileros y sablistas


La cesta de la compra sorprende cada día y hay productos básicos, como la leche, los huevos o el pollo, que están vistiéndose de etiqueta y pasando a la categoría de bienes de deseo. La inflación en noviembre ya superó el 4%. Con un déficit exterior que supera el 10% del IPC, España entra en una crisis financiera que, como siempre, afectará más a los que menos tienen. Son muchos los desinformados que no prestan atención a estas variables y sólo se resienten cuando acuden a un mercado y vuelven con la mitad de lo que tenían previsto. Pues ese es el caso, ya hemos llegado, y las alegrías de Zapatero comienzan a reflejarse en los estantes del supermercado. ¿Toca llorar ahora?

La inflación es el impuesto más injusto, porque perjudica a todos los ciudadanos por igual. Da igual el mendigo que duerme bajo el cartón en un portal que el ricacho que ni se entera porque a él eso no le afecta lo más mínimo. A la hora de comprar la leche el precio es genérico para todos, aunque unos tienen que prescindir de ella y los otros, como Cleopatra, pueden bañarse en leche de burra cada mañana. Pero es que, además, la presión fiscal no deja de aumentar y si tenemos en cuenta que el 70% de los extremeños son “mileuristas”, en comunidades como la nuestra el encarecimiento galopante de la cesta de la compra acabará por asfixiar a muchas familias que no encuentran salida para sus agobios económicos, ni bancos que acudan en su socorro.

Es verdad que cuando el barco se hunde, todos al agua, pero la mayoría cae y se ahoga mientras que otros pueden chapotear un tiempo agarrados a las cuerdas de sus recursos. A pesar de todo, los beneficios empresariales comienzan a estancarse, creciendo por debajo de la inflación y el rosario de cierres y quiebras parece imparable. Hoy son muchos los promotores inmobiliarios que comienzan a replantearse el futuro y que, de momento, están hibernando como los osos, a costa de la grasa acumulada. Las empresas españolas han ganado cuatro veces menos que el año pasado y están aumentando su endeudamiento.

¿Y todo esto no es noticia de portada? No, claro, lo verdaderamente noticiable es que Bono vuelva a la política o que el genio de Solbes tenga garantizada la reposición si Zapatero vuelve a lograr zurcir una mayoría para seguir en el machito. Lo importante es que la vicepresidenta también tenga garantizada su pasarela para seguir luciendo modelitos y si eso no es suficiente para llenar las portadas, siempre están ahí las bravuconadas del Hugo Chávez o las ayudas por el segundo hijo. ¿No es paradójico que sea el mundo de la comunicación el que menos se resiente? Mientras peor, más publicidad, más chalaneo y más compraventa de titulares. ¿A cuanto está el centímetro de portada hoy?

¿Y qué ocurre por allí arriba? ¿Se ha enterado el extremeñito medio de que hay una ministra tan chulapa como inútil por la que acabamos de pagar todos 65 millones de euros a gallegos y vascos? La iban a recusar y el voto estaba garantizado porque esta señora ha superado incluso al propio Zapatero, pero, poderoso caballero es don dinero, a la hora de pulsar la teclita, los gallegos del BNG y los vascos del PNV pasaron por taquilla y el gobierno les compró el voto. Todos tendremos que abonar el precio de la compra, que irá en los Presupuestos Generales del Estado.


¿Y Extremadura? Extremadura no tiene nada que vender, nada que negociar, nada que exigir y nada que reivindicar. Aquí lo regalamos todo.