sábado, 20 de octubre de 2007

¡Él se llama Josep Lluis!


Pues me he pellizcado dos o tres veces, pero no puedo evitar estar de acuerdo con Carod Rovira cuando defiende su nombre, Josep Lluis, y se enfada con los que los que pretenden castellanizarlo. ¿Por qué tenemos que ser tan mezquinos y negar la existencia de la lengua catalana? Yo no leo ni oigo a nadie decir Bladimiro cuando se quieren referir a Vladimir Putín y tampoco decimos Jorge Matorral cuando nos referimos a George Busch, e incluso creo que alguien lo tomaría a broma si decimos Factura Clintón, Antonio Hopkins, Guillermo Shakeaspeare, Ruperto Murdoch, Luis Hamilton… Si Carod Rovira además de llamarse quiere ser llamado como Josep Lluis, creo que está en su derecho y poco trabajo nos cuesta respetar su decisión. El catalán está mas cerca que el inglés o el ruso y la antipatía que pueda despertar el personaje nada tiene que ver con la legitimidad de lo que pide.

Y me he vuelto a pellizcar porque también estoy de acuerdo con él cuando dice que no se siente español. Yo en mis adentros me digo “pues te jodes porque lo eres”. Él no se cree español, pero eso es como si yo me creo torero, Napoleón o presidente de la república chechena. Josep Lluis Carod Rovira es catalán, pero no hay que magnificar sus bobadas ni lapidarlo porque sea un vivales que nos vende constantemente su burra. Cataluña es una comunidad de España y todos los catalanes son españoles, como españoles somos todos los extremeños, andaluces, vascos o gallegos. ¿Qué él dice que no? Pues bueno, que diga lo que le de la gana y que se cabree cuando quiera, pero lo cierto es que nació en España, vive en España, come de España y es vicepresidente de una comunidad española. Todo lo demás son ganas de enredar y entretener al personal con provocaciones infantiles.

“¿Yo me llamo Josep Lluis?” Eso es verdad y Josep Lluis debemos llamarlo. “¿Yo no soy español?” Eso es una gilipollez y no deberíamos darle más recorrido que el que le dimos a El Solitario cuando dijo que él era un defensor de los oprimidos. Hay mucha gente con delirios de grandeza, que viven permanentemente en Fantasilandia y aunque algunos están en centros especializados, otros, como Josep Lluis, son vicepresidentes de una comunidad puntera en España, precisamente por proclamar estas paridas y tener la jeta suficiente como para enfatizarlas y subliminarlas.

¿Qué dónde va Cataluña con don Josep Lluis? No lo sé, pero nuestro personaje manda allí y manda en media España, precisamente por el enorme mérito de ser independentista, despreciar a España y asegurar que él no es español. Puede parecer una simplicidad, pero si es imprescindible ser español para ser diputado, ¿cómo han dejado que se presente a las elecciones un extranjero? ¿Cómo ha conseguido su acta y por qué votan los catalanes a un señor de fuera y que no tiene la nacionalidad española? Su propia confesión debería ser suficiente para retirarle el tenderete que se ha montado. Y lo que ya es desmadre supremo es que también ha sido diputado de las Cortes españolas y de allí ha estado cobrando unos cinco mil euros mensuales. Él, que es muy listo, tiene motivos para pensar que los demás somos medio memos!

¿Qué si hay más respecto a don Josep Lluis? Pues además de mandar en Cataluña, pisa fuerte en España, porque aunque no se siente español no renuncia a ninguno de los privilegios que tenemos por serlo y tiene una influencia decisiva en las leyes que se elaboran para todos los españoles. Tiene tanta influencia y capacidad de decisión, que es uno de los interlocutores más y mejor escuchados por el Gobierno español y TVE le da el mismo tratamiento que a Zapatero, Rajoy, Llamazares y Duran Lleida.

Estas son las cosas que deberíamos analizar y creo que, como país serio, estas son las cosas que deberíamos impedir. Por lo demás ¡bon somni, don Josep Lluis!

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