jueves, 29 de marzo de 2007

El que espera desespera


Falta menos de un mes para que se cierre el plazo de presentación de las listas electorales y el Gobierno, que tiene asumido que Batasuna pueda concurrir a las elecciones municipales, no ha decidido aún cómo envolver el asunto para que el órdago sea lo más llevadero posible. Después de la excarcelación de De Juana y la exculpación de Otegi, andan a la espera de que ETA de algún paso, pero los terroristas, aunque acabarán dando un tiempo de gracia al Gobierno, agotarán los plazos. El Gobierno espera carta de ETA y la espera desesperadamente. Desde que iniciaron el mal llamado “proceso de paz”, léase “proceso de rendición”, anduvieron con cabildeos y dilaciones, pero el atentado terrorista del 30 de diciembre, en la T-4 de Barajas, poniendo dos muertos más encima de la mesa de negociación, sacó a Zapatero de su talante aletargado y, desde entonces, el acelerón que han dado al proceso no lo superan ni los ferraris. Saben que veredicto electoral está ahora en manos de ETA, porque pocos días después del atentado, el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) sacaba sus primeras conclusiones, que se traducían en una caía electoral del PSOE y una subida paralela del PP. La evidencia de que ETA tiene el torniquete electoral en sus manos, deja al Gobierno a sus pies. Zapatero lo sabe y los terroristas también.

Ante esta perspectiva, el Gobierno se atrincheró en un esperpéntico “mantenella y no enmendalla” cediendo al chantaje y aceptando las facturas que ETA le pasaba, liberando a De Juana Chaos y colocándose en una situación de difícil salida porque los chantajistas, y mucho mas si son terroristas, se crecen cuando ven un atisbo de debilidad. A la desesperada intentaron que la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo resolvieran su situación, pero como la Justicia no se avino al enredo de considerarlo “enfermo terminal”, tomaron la determinación de dar la cara y, contra todo juicio sensato, resolvieron mandar a De Juana a su casa y que el fiscal retirara los cargos contra Otegi, pese a que los propios jueces consideraban que había motivos para juzgarlo y condenarlo. En una pirueta inédita en un país democrático, el Gobierno usa al fiscal para torpedear la labor de la Justicia en beneficio de los terroristas, cortocircuitando el proceso por el expeditivo procedimiento de retirar los cargos. ¿Hay quien de más?

Así es que Otegi, que viajó de Bilbao a Madrid en el avión que suele utilizar el ministro del Interior, volvió como un héroe invicto a Bilbao, con la V de la victoria entre sus dedos y una sonrisa que delataba el triunfo de los terroristas. Pero mientras se relamía de gusto oyendo de boca del fiscal su exculpación, sus compañeros de Batasuna comenzaban a rellenar la nueva factura para pasarla al Gobierno: vía libre para poder concurrir a las elecciones -¿Abertzale Socialista Batasuna?- y el recordatorio de otras premisas innegociables para ellos: acercamiento y libertad de los presos, Navarra, la configuración de un nuevo estado y la autodeterminación como salida final. Los terroristas saben que el tiempo juega a su favor y que en estos dos meses que restan hasta las elecciones del 27 de mayo, el Gobierno anda con respiración asistida, porque un nuevo atentado puede ser desastroso en las municipales y autonómicas. Si se sostienen es cediendo y si no ceden el coste puede ser tan elevado que después de un desastre electoral no tendrían otra salida que las elecciones generales anticipadas, con lo que, nuevamente, la pescadilla que se muerde la cola, volverían a estar en manos de ETA.

Ahora Zapatero espera una carta, un gesto, un guiño, un comunicado de ETA, algo que le de oxígeno y justificación para dos meses, pero aunque llegue, que llegará muy pronto, la situación no va a cambiar porque ETA tiene hoja de ruta y Zapatero pone talante donde debería poner talento. Por primera vez ETA ordena y manda y lo está saboreando con fruición. Ahora es ella la que impone las reglas del juego y en cada cesión del Gobierno lo tienen más claro. Y mientras más ceden más caen en manos de ETA.

Y es que negociar, fiándose de los réditos del talante y en situación de debilidad con terroristas que tienen sus postulados inamovibles, es suicidarse buscando el abrazo del oso. ETA y Batasuna van a los suyo y lo suyo es conseguir por la vía de la violencia o de la claudicación, lo que vienen reclamando desde hace treinta y cinco años, dejando 818 cruces en el camino. Con ETA hay que acabar para que ETA no acabe con España, pero parece que Zapatero lo que no quiere es que ETA acabe con él. Estas cesiones la envalentonan, la crecen, la legitiman en su mundo y la convencen de que sus crímenes no sólo no son inútiles, sino que en ellos radica su fuerza y nuestra debilidad. Mantenerse en el poder pidiendo permiso a los terroristas es algo tan incalificable que en Europa no saben hacia donde mirar ni a qué atenerse. Con cada movimiento el Gobierno se enreda más en la tela de la araña, aunque esta, a la espera de la presa mayor, le permita llegar hasta las elecciones. En estas estamos, pero si se produce un descalabro electoral en las autonómicas y municipales, será el propio PSOE el que acelere el fin de tanta insensatez. Se va a ver muy pronto.

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