lunes, 8 de enero de 2007

No son gente normal


Una de las dificultades más grandes para establecer cualquier acuerdo con ETA y aledaños, es que no son gente normal, no piensan con nuestro hemisferio y no responden a nuestras claves emocionales. Como muestra más reciente de esta imposibilidad podemos analizar, muy de pasada, las recientes declaraciones de Fernando Barrena, uno de los portavoces de Batasuna: “A falta de un comunicado de ETA, hoy por hoy, hablar de ruptura es especular” Si lo que dice este fulano es lo que quiere decir, resulta que para él, o para Batasuna, aunque haya bombas, aunque haya víctimas y aunque se volatice un edificio de cinco plantas, el llamado “proceso de paz” sigue adelante mientras ETA no haga un comunicado diciendo lo contrario. Y también sigue adelante el “alto el fuego permanente” porque ellos creen más en lo que ETA dice que en lo que ETA hace y más en los papeles que en la contundencia de los hechos. Da igual que bajo los cascotes de Barajas haya dos o doscientas víctimas, porque mientras ETA no lo diga, el alto el fuego sigue vigente y, por tanto, el proceso de paz es “más necesario que nunca” ¿Cómo se razona con gente así? El Nóbel de Química para el que lo averigüe.

Pero si es malo que no entendamos a esta gente, peor es aún que lleguemos a entenderlos, porque eso indicaría que hemos engrosado las listas de la anormalidad, aunque algunos, aventajados ellos, ya se aproximan a la lógica etarra. Cuando todavía no había aparecido ninguna de las víctimas, en una tertulia televisada uno de los participantes habló de ellas, dando por seguro que estaban entre los escombros. Bueno, pues un tipo de pelo blanco, que parece recién salido de un ataúd después de un mes sepultado, lo corto violentamente, a voces y con ademanes de sufrir calambres espasmódicos en todo su cuerpo: “¡No hables de víctimas, porque no hay víctimas, que es que parece que estáis deseando que aparezcan para poder poner los muertos en lo alto de la mesa! ¡ETA no mata desde hace más de tres años y de momento lo absurdo es hablar de ruptura del proceso de paz porque se rompan unos cuántos automóviles”! O sea, lo mismo o parecido a lo que dice el portavoz de Batasuna.

Nunca se sabe muy bien que es lo que quiere decir ETA o los proetarras, aunque esto no sea exclusivo en ellos porque ¿que quiso decir Zapatero cuando, con la solemnidad que le caracteriza, mirando el horizonte, afirmó aquello de “pondré lo mejor de mi mismo y toda la fuerza democrática para lograr la paz, si cabe con más convencimiento que nunca? Todos los analistas vienen a coincidir en que estas palabras atemperan mucho la rotundidad de Rubalcaba cuando un día antes afirmaba que el proceso había concluido. Parece que Zapatero no lo tiene tan claro y en lo de “mas convencido que nunca” se aproxima mucho al “más necesaria que nunca” del portavoz de Batasuna. ¿Habrá cambiado de criterio tras el hallazgo de los 100 kilos de explosivos listos para ser usados en otro atentado? Si a más violencia de ETA el gobierno responde con más necesidad de lograr un acuerdo con ella, a ETA se lo ponen muy fácil: más violencia, más violencia, más violencia y más violencia, porque mientras peor para nosotros, mejor para ellos. Bueno, pues ni así. Aunque se llegara al absurdo de que el Estado entregara las armas a ETA, ni así dejaría ETA de matar y extorsionar.

¿Cómo juzgar a unos interlocutores que, al mismo tiempo que se sientan a una mesa para “negociar las bases estables para el proceso de paz”, están robando pistolas y munición, automóviles, componentes químicos y electrónicos para fabricar bombas, quemando cajeros, autobuses y extorsionando a los empresarios con misivas amenazantes, al mismo tiempo que el Gobierno, la otra parte, lleva el asunto al Parlamento Europeo para justificar la negociación con ellos? Algunos pensaran que lo de ETA es deslealtad, que juegan con las cartas marcadas, pero a mí me parece que el tema es más simple porque estos tíos no son normales, aunque lo que, lamentablemente, no podemos negarle a ETA es coherencia y firmaza en sus planteamientos.

Tampoco me parecen muy normales los aulladores de la luna, los que se dedican permanentemente a justificar cualquier bobada solemne y permanecen al acecho debajo de cada alfombra. A ETA no la entiendo y Zapatero lo pone muy difícil, pero a estos polichinelas los entiendo perfectamente. Por eso me dan asco.

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