viernes, 26 de enero de 2007

De Juana Chaos, ¿enfermo terminal?


EL solo hecho de que se plantee, debata y se sopese la excarcelación de De Juana Chaos es ofensivo para la sociedad, es ofensivo para el Estado de Derecho y es ofensivo para toda la población reclusa, pero, sobre todo, para sus veinticinco víctimas directas y para las que sufrieron la vejación de sus macabros brindis. Hace ocho años, cuando ETA asesinó al concejal del PP Alberto Jiménez Becerril y a su esposa, al ver a los dos niños huérfanos llorar por sus padres, escribió: "Me encanta ver las caras desencajadas de los familiares en los funerales. Aquí, en la cárcel, sus lloros son nuestra sonrisa y acabaremos a carcajada limpia. Esta última acción de Sevilla ha sido perfecta; con ella ya he comido para todo el mes".

Si el llanto de dos niños ante los féretros de sus padres le da alegría y alimento para un mes, lo que necesita De Juana Chaos , antes que la excarcelación, es una buena sesión para poder recrearse en el dolor de las víctimas. Deberían pasarle un álbum fotográfico. Pero es que, en su desprecio, su odio y osadía, llegó incluso a solicitar por instancia oficial langostinos y champán para brindar por el asesinato del concejal Tomás Caballero, en 1998. Mucho ha debido cambiar este sanguinario terrorista para que ahora, apenas ocho años después, nada menos que el presidente del Gobierno, don José Luis Rodríguez Zapatero, lo defina como «un hombre que está en el proceso de paz».

Cuando escribo ésto aún no se sabe la decisión del pleno de la Sala Tercera de la Audiencia Nacional, pero el debate es tan estrafalario que me atrevo a aventurar que no habrá tal excarcelación. Es imposible. Semejante disparate, sentaría un precedente tan grave que alteraría todas las sentencias, porque señalaría a todos los presos el camino a seguir para lograr la libertad. Ayer mismo, decía el ministro de Justicia que «ésta es una práctica habitual que se aplica a reclusos cuya salud es tan precaria que se la cataloga como terminal». Pero esto, con todos mis respetos hacia el ministro, es absolutamente falso. El artículo 196.2 del Reglamento Penitenciario regula esta medida, que es verdad que se aplica con relativa frecuencia, pero nunca, jamás, se ha aplicado a reclusos que se autopropician el 'estado terminal'.

Cuando un recluso sufre una enfermedad de efecto mortal, médicamente catalogada sin retroceso, los médicos informan a las juntas de tratamiento penitenciario y éstas elevan al juez de vigilancia una propuesta de excarcelación para que el recluso pase los últimos días con su familia y pueda morir en su casa. Pero es imprescindible para tal medida una demostrada 'buena conducta' y nunca se ha aplicado por autolesiones, que es el caso concreto que nos ocupa. Pero es que, además, un enfermo terminal es algo muy diferente a un enfermo 'terminal' por huelga de hambre, porque si cesa la causa, cesa la consecuencia y, al margen de las secuelas que pudieran concurrir, al comenzar a ingerir alimentos lo terminal deja de serlo. La aplicación de semejante medida a un terrorista con veinticinco muertes en su haber pondría en el disparadero a todo el sistema judicial y alteraría las penas privativas de libertad, porque, finalmente y al margen de lo que los jueces determinen, éstas quedarían sometidas a la determinación del sentenciado, que poniéndose en huelga de hambre o causándose lesiones graves pero no irreparables, quedaría en libertad.

De Juana Chaos no ha demostrado en ninguna ocasión arrepentimiento y están muy cerca sus alegrías y sus brindis por la barbarie terrorista. Me ahorro el calificativo que me merece alguien como él, que se regocija por la cara de sufrimiento de dos niños que lloran ante los féretros de sus padres. Lo de que «está en el proceso de paz» se lo ha debido de decir al oído a Zapatero, porque nadie más lo sabía.

PD.- Una vez concluido y enviado a HOY este artículo, me entero de que los jueces, como era previsible, han desestimado el disparate de dejar en libertad por su enfermedad voluntaria al terrorista.

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