sábado, 16 de septiembre de 2006

Pamplinas a gogó


Por higiene mental no suelo responder a las pamplinas de bobos y bobas, que se asoman a cualquier cosa para dejar sobre ella “la cagadita de la mosca”, pero en esta ocasión la excepción confirma y justifica la regla, porque las pamplinas afectan al Ayuntamiento de Mérida y eso no lo puedo consentir. Resulta que hace apenas una semana, en Mérida han celebrado su XXV Feria del Libro y resulta que, entre otros muchos, en esta ocasión, yo mismo he participado con un libro de relatos, CUENTOS EN VERDE ACEITUNA. La presentación, profunda y muy cuidada, la hizo Luis Maria González Méndez y la personal, amigable y generosa, fue de Fernando Molina, concejal del Cultural. Hasta aquí todo normal, pero al tema se le pretende dar un sesgo torticero, que considero conveniente cortar de raíz. Al grano:

Yo estoy agradecido al Ayuntamiento de Mérida por haberme hecho un hueco en la programación de la Feria y me siento muy satisfecho por haber podido presentar una obra mía en Mérida. Agradezco también la acogida amable que me propiciaron los organizadores y, sobre todo, estoy agradecido, muy agradecido, a los emeritenses que llenaron aquel día la carpa de presentaciones y que se acercaron para que les firmara el libro, pero esos son todos los motivos para agradecer y esos son todos los agradecimientos. Yo no cobre absolutamente nada y tanto el editor de mi obra como yo mismo, fuimos con nuestros propios medios. Ni cenas, ni gastos de hotel, ni minutas abultadas, ni pagos extraños, ni costosos regalos… ¡a no ser que se refieran a un CD conmemorativo de la XXV edición, que me regaló Pilar Vargas! El único gasto extra que recuerdo fue el consumo de un botellín de agua mineral que, por cierto, compartí con Fernando Molina. (¿lo pagamos a medias, querido Fernando?) O sea, pamplinas, mala baba de los que creen que todos somos como ellos y, como ellos, andamos en la corruptela y a la caza del euro desprevenido. ¡Otros son los vientos que a mi me mueven!

Algunos, ese es mi caso, hemos sido apuntados en el listado de los malditos, de los irredentos, de los que no tienen solución y eso supone estar en el extrarradio de las instituciones gobernadas por los socialistas. Ni Junta, ni diputaciones, ni ayuntamientos, ni cajas, ni, ni, ni, ni… Para nosotros no hay agua, pan, ni sal. Para nosotros no hay perdón ni comprensión y jamás, por nada ni por nadie podremos entrar en el olimpo del ibarrismo galopante. Y es que a algunos se nos dan muy mal los ismos y después de haber soportado el franquismo, muchos de los que los disfrutaron, ahora nos imponen el ismo del fulanismo y del ibarrismo, que aún es peor, porque parte de una raíz democrática. ¿También quieren prohibirnos presentar nuestras cosas en ayuntamientos que no galopan con el sello del “ismo”? ¡Si por ellos fuera ya nos habrían echado de España! De la España que quede tras el bobo solemne.

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