sábado, 28 de octubre de 2006

Fumar, asunto testicular



En algunas dependencias de la Asamblea de Extremadura se fuma porque hay fumadores, esencialmente fumadoras, que se saltan la Ley y los derechos de los demás según les venga en gana o en necesidad. Para ellas no hay restricciones porque siguen fumando como siempre, siguen atosigando a los demás como siempre y, lo más gracioso, siguen mirando con cara extraña al que les recrimina que no respeten nada y se salten leyes y derechos. Están tan persuadidas de que el mundo comienza y termina en sus ombligos, que les importa muy poco molestar, dañar y saltarse una ley buena, aunque tardía y mojigata ¿Cuál es la solución? Pues están violentando tanto que algunos, como es mi caso, nos estamos pensando muy seriamente la posibilidad de denunciar estas situaciones, con nombre y apellidos, a las autoridades sanitarias, a pesar de lo que conlleva y duele señalar con el dedo índice a unas compañeras diputadas. Estas señoras parecen ignorar que los que no nos hemos callado, ni por conveniencia, delante del general, no nos vamos a callar gratuitamente por que lo quiera un cabo. O una caba.

Somos muchos los que nos consideramos víctimas del tabaco, porque durante toda nuestra vida se nos ha obligado a ser fumadores pasivos que, para paliar en lo posible los efectos nocivos de un vicio que no es el nuestro, hemos tenido que prescindir de celebraciones colectivas y levantarnos de muchas reuniones importantes, incapaces de soportar tanto humo y tanta pestilencia. Procuramos desaparecer de puntillas a la hora de la cervecita, no acudimos a actos en los que sabemos que se nos va a atosigar con malos humos, nos disculpamos con bobadas para no estar donde los fumadores, sobre todos fumadoras, van a desplegar sus encantos oloríficos y difícilmente llegamos a los postres cuando la presencia es obligada. La Ley Antitabaco vino a remediar un poco, sólo un poco, esta situación, pero ahora tendremos que apelar a sus consecuencias punitivas porque algunos fumadores, afortunadamente menos, creen que las leyes nos les afectan y que se escriben y aprueban para pasar el rato.

Por todo esto no se entiende que una mujer sensata, como es Esperanza Aguirre, la presidenta de la Comunidad de Madrid, intente burlar el espíritu y la filosofía de la Ley con decretos dulzones, para facilitar a los fumadores la penosa tarea de seguir pisoteando los derechos de los demás. ¿Hay que poner “peros” porque la Ley es socialista, haciendo guiños electorales a los reyes y reyas del humo? Pues a mi me parece una gilipollez, sea la ocurrencia de la señora Aguirre, de Agamenón o de su porquero.

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