domingo, 27 de marzo de 2005

La culebra, ni nombrarla


Si quieren ver a los socialistas de los nerviosos, sólo tienen que recordarles cómo ganaron las últimas elecciones generales. ¡La culebra ni nombrarla! ¿Las ganaron? Sí. ¿Las perdió el Partido Popular? También, pero el tema está en el cómo. Lo que no soportan es que se les recuerde que pusieron al electorado con un nudo en el estómago, que hicieron la guerra mediática más sucia que se recuerda, que contaron con la desvergüenza de la otrora ejemplar SER, que empujaron el voto de las vísceras y que finalmente, con un vomitivo “todo vale”, vulneraron todas las pautas de convivencia democrática. Pusieron 192 muertos encima de las urnas y con el apoyo descarado del basurero de la farándula y demás comparsas de interés, señalaron al gran culpable de la tragedia: el Partido Popular. Desde la Anita García Obregón al Pedrito Almodóvar y demás Guayoming ávidos de teta televisiva, todos fueron pasando por pantallas y micrófonos para señalar con el dedito al Partido Popular, porque “un grano no hace granero, pero ayuda a su compañero”. A fin de cuentas de lo que se trataba era de ganar y todo lo demás era secundario. Que el fin justifica los medios quedó patente aquel día.

¿Duda alguien del empuje y consideración que aquellas terribles 72 horas, tal vez las más dramáticas que se recuerdan, tuvieron una influencia decisiva en el electorado? Gente que no había votado nunca y que posiblemente nunca más vuelvan a votar, madrugaron aquel día para escupir la ira contenida. La mano asesina que puso las bombas, sabía lo que hacía, cuándo lo hacía y como lo hacia. Su jugada fue tan magistral y milimétrica como las de las Torres Gemelas, pero aquí lo que se pretendía tenía mas alcance, porque se trataba de quitar el poder al Partido Popular y dejarlo en manos de una amalgama de talantes diversos, desde los que negocian con Eta la exclusión de Cataluña de sus atentados, a los tinglados grupusculares de las minorías mas estrafalarias, como labordetas y canarios sin canto ni trino. Unas horas antes, todas las encuestas garantizaban el triunfo del Partido Popular y la discrepancia era si por mayoría absoluta o simple. ¿Qué ocurrió? La culebra ni nombrarla.

Pero pasará este sarpullido maléfico y las aguas volverán a su cauce. El electorado se cansará pronto del sopílfero talante de un sinsustancia como Zapatero y cuando vuelvan a arruinar otra vez a España, mirará otra vez hacia la orilla de la sensatez, el crédito y la garantía. El gran “beneficiari” será Polanco y su PRISA, porque Zapatero llevará siempre encima el marchamo de haber logrado la presidencia del Gobierno con la ayuda decisiva del terrorismo internacional. Aquel día de su gloria, el voto de Ben Laden fue decisivo.

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