sábado, 23 de marzo de 2024

Publicado en HOY 23/03/2024 EL CONTROL DE DOÑA OTILIA

 La calma del encinar

EL CONTROL DE DOÑA OTILIA

                               

                                  Tomás Martín Tamayo


Miraba de abajo a arriba, forzada por la curvatura de su espalda,con las gafas al límite de la nariz. La medalla de la Virgen de Guadalupe suspendida del cuello, balanceándose, como la condecoración de un general jorobado. Adoquín tras adoquín, con su bastón como guía, superaba la calle y entraba en el banco el día cinco de cada mes, para verificar el ingreso de su paga. Olía a Heno de Pravia, lucía sus puñetas y su cuello de puntillas, sus zapatos de charol, con unos centímetros de tacón. Cuando entraba en el banco, con ella se colaba un ángel. Guardaba su turno y mantenía la distancia para no molestar. Con la mirada nos comunicábamos su presencia porque irradiaba delicadeza, sensibilidad y buen gusto. Y porque conocíamos su control mensual que, siendo absurdo, respetábamos. Al llegar al mostrador, casi de su misma altura, esbozaba una sonrisa cálida y esperaba a ser atendida:


-Buenos días, Doña Otilia, ¿en qué puedo servirla?

-Buenos días, perdone la molestia, ¿llegó mi paga?

-Sí, doña Otilia, llegó puntual, como todos los meses. La Seguridad Social no se olvida de usted.

-¿Las 34.254 pesetas?

-Espere que lo mire, enseguida se lo digo.

-Sí, por favor, lamento molestarle.

-Usted no molesta nunca, doña Otilia... ¡Sí, exacto, el día uno llegó la transferencia con las 34.254 pesetas, sin faltar ni una!

-¿Sí, justas? ¿Las contaron ustedes?

-Sí que las contamos. Dos veces para más seguridad, pero usted lo quiere comprobar ¿verdad?

-Sí, me quedo más tranquila si las cuento yo, aunque no dudo de que ustedes lo habrán hecho bien. ¿Pueden dármelas, por favor?

Le rellenábamos el impreso y ella cambiaba de gafas para leerlo. Después sacaba del bolso una pluma pequeña, desenroscaba el capuchón con sus manos temblorosas, huesudas, venosas, moteadas de amaneceres y firmaba. Recogíamos el impreso, anotábamos en su cartilla la salida de las 34.254 pesetas y las contábamos bajo su atenta mirada. Durante todo el proceso, doña Otilia seguía con un leve movimiento de cabeza el conteo. Entrábamos el dinero en un sobre, lo cerrábamos y lo poníamos a su alcance, en el límite del mostrador. 

Doña Otilia lo recogía con su manos temblorosas, lo abría, sacaba el dinero y lo contaba dos veces y palpando los billetes los volvía a entrar en el sobre y lo acercaba, deslizándolo con delicadeza: 

-Sí, está todo bien, este mes tampoco se han confundido.

-No, no se han confundido. ¿Qué quiere usted hacer con él dinero? 

-Quiero devolverlo a mi cartilla, cuéntenlo, por favor.

Recogíamos el sobre, lo abríamos ceremoniosamente, sacábamos el dinero y lo contábamos, como ella pedía.

-Perdone las molestias, doña Otilia, pero tiene que firmar otro impreso para hacer efectivo el ingreso en su cartilla.

-Sí claro, no es molestia. Un impreso para sacar el dinero y otro para entrarlo. Por favor, quiero una copia.

-Claro, doña Otilia, tendrá su copia. 

Volvía a cambiar de gafas, sacaba de nuevo la pluma y firmaba el impreso de ingreso, casi en diagonal. Guardaba las gafas y la pluma y delicadamente, como si fuera de porcelana, empujaba el papel para dejarlo a nuestro alcance.

-Misión cumplida. Parece que está todo bien ¿verdad?

-Sí, doña Otilia, todo está correcto, puede usted irse tranquila que el dinero queda depositado en su cuenta. Tome la copia del ingreso.

-Gracias. ¿Hasta el próximo mes?

-Hasta cuando usted quiera, doña Otilia, aquí estaremos para atenderla como merece.

-Gracias, son ustedes muy amables, pero es que con el dinero hay que tener mucho cuidado. Buenos días.

-Buenos días, doña Otilia.







sábado, 16 de marzo de 2024

UCRANIA PUEDE ESPERAR (HOY, 16/03/2024)

 

La calma del encinar

UCRANIA PUEDE ESPERAR

                                    Tomás Martín Tamayo

 

La respuesta que Europa y Estados Unidos están dando a Ucrania sobre la invasión de Rusia es que espere, que ellos también tienen problemas y que unos miles de muertos más tampoco son como para alterar el statu quo establecido. En Europa tenemos elecciones europeas en junio y EE. UU anda en la diatriba de elegir entre lo malo y lo peor, en noviembre, así es que, hasta que pasen las tormentas electorales, a Ucrania le toca esperar. Mientras tanto se desangra por falta de las ayudas prometidas, pero el que no espera y aprovecha el momento es Putin, que está acrecentando su ofensiva bélica ante la pasividad de la mal llamada “comunidad internacional”.

 Ucrania puede esperar porque está resultando demasiado molesta con su empecinamiento por defender su territorio y su soberanía.  Al principio, cuando era rentable, todos se disputaban la presencia de Zelenski, pero ya es muy coñazo y costoso, porque el tiempo pasa y Putin sigue a piñón fijo. ¿Qué hacemos con Ucrania? Ucrania puede esperar, a ver si al ruso se le rompen los tanques y se queda sin misiles.

Lo que Putin está haciendo en Ucrania es lo mismo que hizo en Bielorrusia, Chechenia, Crimea o Georgia. Donde encontró resistencia entró a saco para destruirlo y donde le pusieron alfombras, impuso un gobierno títere, a sus órdenes. En los países que se rinden omite el paso inicial de la destrucción, pero amenazando siempre con ella. ¿Qué respuesta se dio a sus afanes imperialistas para recuperar la extinta URSS? Ninguna, porque era y es más cómodo ponerse de perfil y que cada palo aguante su vela. El problema es que la procesión va por barrios y acabará recorriéndolos todos. En Suecia lo han visto.

 Se dice que Ucrania es miembro de facto de la OTAN, pero los reparos para hacerla de “iure” se mantienen porque el que la ha invadido no deja de enseñar los dientes con su arsenal nuclear. ¡Pupa, que el loco es capaz de apretar el botón si le tocan los cataplines! ¿Creen en EE. UU y Europa que porque el alacrán está en el patio del vecino no les va a picar a ellos? Cuando los suecos han visto el peligro de cerca, han aparcado su mal llamada “histórica imparcialidad”, que en el fondo ha sido siempre histórica indiferencia hacia todo lo que caía fuera de su ombligo, pero ahora, pies para que os quiero, han acudido presurosos para protegerse bajo el manto de la Alianza Atlántica. Y con la misma celeridad se han cubierto los trámites para admitirla, pero Ucrania puede esperar.

 Bien parece que el Papa Francisco ha ejercido de portavoz de EE. UU y Europa, al proponer a Ucrania que negocie con el invasor, que enseñe la bandera blanca y, sin eufemismos, que se rinda. Es el viejo pragmatismo de “si ves que tu violación es inevitable, relájate y goza”. No me fija ni me concierne lo que diga el Papa, pero uno espera que, de tan singular magistratura salga alguna iniciativa que no sea la retórica política. El colmo es que, para explicar lo que dice, ha saltado al ruedo sor Lucía Caram, doña “yo, yo”, que ahora va presumiendo de su influencia en el Vaticano… Pero Ucrania puede esperar.

¿Resulta molesta tanta resistencia ucraniana? Sí, porque los débiles deben someterse a los poderosos, con una sonrisa y sin rechistar. Como se nos enseñó en “Los santos inocentes”.

 

 

sábado, 9 de marzo de 2024


     PUBLICADO EN HOY 09/03/2024

 

La calma del encinar

HELADO CALIENTE

                   Tomás Martín Tamayo

 El trinque de las mascarillas ha puesto en fila al Gobierno que, como el canto gregoriano, se ha hecho monocorde: “No existe corrupción alguna y a la derecha extrema y a la extrema derecha lo que le duele es que España tenga un gobierno progresista”. Punto, lo dijo Pedro. Kyrie Eleison.

 ¿Si VOX apoyara a Pedro Sánchez entraría en el club selecto de los progresistas? ¿Alguien lo duda? Los de Abascal no tendrían que renunciar a ninguno de sus postulados para pasar de “odiosa extrema derecha ultramontana y cavernícola” a progresistas “pata negra”. En el club privado del progreso sanchista, trajinan partidos como PNV, Junts, Sumar, Podemos, ERC, BNG y Bildu, casi todos más extremos que VOX, pero con el marchamo añadido de separatistas, golpistas, fugados de la Justicia, nacionalistas, supremacistas, filoterroristas…. Vamos por partes:

 PNV: Fundado por un racista como Sabino Arana que, además de propagar la supremacía del vasco, escribió perlas absolutamente progresistas: “La mujer es vana, es superficial, es egoísta, tiene en sumo grado todas las debilidades propias de la naturaleza humana. Es inferior al hombre en cabeza y corazón”. O “Si algún español se ahoga y pide socorro, contéstale: “Niz eztaki erderaz” (No sé castellano). Y no olvidemos a Arzalluz, guía espiritual del nacionalismo moderno, rentabilizando el terrorismo de ETA: “Unos menean el nogal y otros recogemos las nueces”. PNV es sinónimo de progresismo.

 JUNTS: No ocultan lo que son y representan a la derecha capitalista y burguesa catalana, pero cambiaron de nombre para evitar el señalamiento por la corrupción sistemática de la CiU de Pujol, su matriz. Promovían, promueven y seguirán promoviendo el separatismo y para ellos, Pedro Sánchez es solo un instrumento para alcanzar sus objetivos. Con sólo siete diputados dictan las leyes, reparten auto indultos y amnistías y mandan en España. Son el gobierno que gobierna al Gobierno. Se ríen del Ejecutivo, del Legislativo y quieren enjuiciar al Judicial. Son tan progresistas y rompedores como el ricito de Estrellita Castro.

 ERC: Republicanos según el momento. Separatistas y coautores necesarios para el golpe hacia la autodeterminación. No reniegan a la vía unilateral para lograr la independencia y lo bueno es que lo gritan a los que quieren amnistiarlos.  Respiran progreso excelso y son expertos a la hora de facturar y pasar minutas. Cobran hasta el eco de sus pisadas y ellos ponen el precio. Puro progreso.

 SUMAR: Comunistas “louisvitton”, llegaron para hacerse un hueco en la casta y han cambiado hasta de peluquero. Eso sí, en la papela electoral, ni hoz ni martillo, lucía la cara de doña Yolanda, la estrella más progresista del firmamento que, cuando tiene un ratito, va a ver al Papa Francisco y a Puigdemont y se declara demócrata chavista, que debe ser como un helado caliente. Ha dado matarile a Podemos y a la señora de su mentor y tiene una especial habilidad para engarzar palabras y frases, mirando a un lado y a otro, sin decir nada. Un Antonio Ozores sin gracia.

 PSOE: Es la nave matriz del contubernio progresista. Un partido centenario, de Estado, de grandes logros sociales y absolutamente necesario, hasta que cayó en manos de Pedro Sánchez, al que la historia juzgará. Y algún tribunal también.

 BILDU: Un conglomerado en el que se incluye ETA y sus pistoleros, ahora excelentísimos señores que ocupan cargos públicos y a los que pagan incluso las víctimas del tiro en la nuca. Más progreso, imposible.

 Feijóo y Abascal deberían pensárselo para dejar de ser mohosos. Ser progresistas es más guay.

 

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sábado, 2 de marzo de 2024

 

 

La calma del encinar

EN MEMORIA DEL NONO CHICO

                                   Tomás Martín Tamayo

 

Antes de superar la curva que serpenteaba el Cauca y ocultaba las chabolas, oyeron un golpe seco y el griterío alarmado de muchos niños. Pararon cerca, los niños se apartaron temerosos y dejaron ver algo parecido a un montón indefinido de ropa y sangre. Era un niño, uno de ellos. Lo recogieron del suelo como sin huesos, flácido, como los relojes blandos de Dalí. Arrugado, con una mueca entre espanto y felici­dad. Estaba tan destrozado que, al despegarlo del suelo, quedaron restos de sus restos, como esas pegatinas que dejan su huella y que hay que raspar. Era difícil creer que aquello, que se deshacía al levantarlo, hubiera tenido verticali­dad alguna vez. “Han juío, han juío”. Los niños señalaban un camino todavía en nebulosa por el polvo.

Después de muchas dudas, lograron recogerlo, más bien amontonarlo, en el maletero del coche… ¡A nadie se le ocurrió depositarlo en los asientos traseros!  ¿Quién es? “Vive en er poblao, en la casa morá con la manta en la puerta. Estábamos jugando al escondite y apareció aquel bicho negro y grande... ¡Es Nono Chico, er niño del Nono Chispa.

Seguidos por el griterío de los niños, aparcaron en la puerta de la chabola, una manta raída y desflecada en sus bajos. “Oiga, oigaaaa, oigaaaaa!” El adobe de las paredes apagaba la llamada y entraron. Oscuridad y hedor a humedad. Desde el fondo llegaba un canturreo confuso y vago, sin definición, flamenco-moruno o parecido. Siguieron con la luz del móvil hasta llegar al del cante quejoso, tendido en un camastro, acompañándose con las uñas en el rizado de una botella de anís. Se detuvo un momento, miró y prosiguió indiferente con su can­tinela.

—Perdone. ¿Es usted el Nono Chispa, padre de Nono Chico?...  Mire, es que ha habido un accidente... Un coche... Su hijo...

— Normá. Puto niño, siempre pahí... Jugá, jugá, jugá, siempre jugando…

—Es grave... Bueno, yo diría que muy grave. ¿Quiere venir, por favor? Lo tenemos en el coche...

Se levantó alcayatado, con dificultad, y salió con pasos inseguros. Al apartar la puerta manta, la luz entró con ansia. Se acercaron al coche, con el Nono Chispa detrás y abrieron el maletero: “Creemos que es su hijo, oímos un golpe, grito de los niños, lo recogimos…” “Claro, lo brán matáo. Siempre pahí...”

El Nono Chispa miró un poco y deslumbrado por la luz, volvió a entrar en el cuartucho, sin interés. Antes de dejar caer la cortina a sus espaldas dijo algo así como "joer con er puto niño". Y se perdió en la boca negra y hedionda del cubil. Poco después se oyó la cantinela flamenco-moruna y el ruidillo de sus uñas sobre la botella de anís.

Tres años después volvieron y todo seguía igual, excepto que el coche que dejaron en la puerta estaba destarta­lado por mil saqueos, irreconocible. La chabola del Nono Chispa seguía en pie, protegida por la misma manta, más reseca y descolorida. Desde dentro, como vomitado por un eructo del averno, llegaba el canturreo flamenco-moruno de siempre. “Oiga, oigaaa, oigaaaa”, pero nadie respondió. Unos niños se acercaron y preguntaron.

— ¡Lonterraron pahí y el Nono Chispa vendió casi to er coche!

Del coche quedaba algo, pero del Nono Chico ni el recuerdo, porque hasta los niños eran otros niños. Muchos años más tarde aquella pesadilla seguía aferrada en el presente, como la carne del niño al polvo del camino.

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sábado, 24 de febrero de 2024

 

La calma del encinar

¿CACHONDEO Ó AUTOCRÍTICA?

 

                         Tomás Martín Tamayo

 

Falta poco para que los abnegados del lodazal televisivo nos convenzan de que, el pasado domingo, el PP cosechó un importante retroceso en Galicia, perdiendo dos escaños, y que la izquierda progresista fue la ganadora porque, sumados sus votos, “el avance es matemáticamente incuestionable”. La consigna la lanzó la portavoz socialista el mismo lunes, tras la reunión que tuvieron para hacer autocrítica: “El PP ha bajado en votos y escaños y la izquierda progresista ganó votos”. ¿Autocrítica o cachondeo? Para ilustrar semejante parida en TVE hicieron una composición fotográfica, uniendo a los candidatos del BNG y PSOE, con el explícito resultado de 34 escaños. Por arte de birlibirloque, el PSOE pasaba del desastre de 9 a 34 escaños. ¿Desvergüenza o gilipollez? El PSOE une sus siglas a las del BNG y en unos meses, si se dan las circunstancias, las unirá a Bildu, porque donde se ha perdido la dignidad es inútil buscar el pudor. Me da la risa pensar en la explicación de Tezanos que mantuvo el “sorpasso” y la nueva etapa que se abriría en Galicia con un gobierno progresista entre PSOE, Sumar y BNG. ¡Y el tipo sigue, cobrando y mangoneando el CIS!

 Comenzaron la campaña con los micro plásticos, volvieron a sacar la vieja foto de Feijóo en el yate de un narco, porque esta era una campaña en clave nacional y en la apoteosis, manipularon unas declaraciones para explicar que el PP había negociado hasta la santificación de Puigdemont a cambio de sus votos. El fracaso lo hubieran metido en la mochila de Feijóo y el éxito en la de Pedro Sánchez/Zapatero, pero como el gallego, además de otra cosa, les han tocado la gaita, “las elecciones han sido puramente autonómicas y sacarlas de ese ámbito es intentar engañar a la gente”. Vamos, que Pedro Sánchez ni siquiera estuvo en Galicia y, “ainda mais”, Galicia no tiene nada que ver con España. Los del BNG deben alucinar con el besuqueo que les ha caído encima por parte de un gobierno capaz de apuntarse la construcción de la Esfinge de Giza. Como se descuiden quitan a la candidata de la foto y se quedan ellos con los 34 diputados. Para explicarlo ya soltarán a la “Chiqui” o al Bolaños.

 La mayoría absoluta del PP ha aflojado la cuerda que habían puesto en el cuello de Feijóo, cerrando la puerta a la campaña sucesoria que ya tenían preparada para descabezar al partido una vez más y, de paso, ha levantado un muro de contención al gobierno antisistema de Pedro Sánchez, que soñaba con sumar una cuarta región al proceso de autodeterminación con País Vasco, Cataluña y Navarra. Buscar una lógica a lo que se cuece en la cabeza de Pedro Sánchez es tarea imposible porque ¿Cómo el presidente del Gobierno de España quiere cuartear España, alineándose y favoreciendo a los enemigos interiores de España? Pedro Sánchez, derrota tras derrota, está desdibujando el perfil de un PSOE que parece renegar de su historia y trayectoria, saltando de la trinchera de un partido de Estado a la de un antisistema. Además de las siglas ¿Qué queda del PSOE?

 Si pagar un impuesto revolucionario a los golpistas, para que Pedro Sánchez siga en la Moncloa, entra en la Constitución, me parece urgente revisarla desde el preámbulo a la disposición final. “Quién viola la Constitución está violándome a mí, está violando a 40 millones de españoles”, Rodríguez Ibarra dixit. ¿Algo más, además del bla, bla, bla?

Los gallegos sí pasaron de las palabras a los hechos.

 

 

 

 

sábado, 17 de febrero de 2024

 

La calma del encinar

LA ESTRATEGIA DEL CUCO

                        Tomás Martín Tamayo

 

Mañana tendremos en Galicia el primer test de la ruptura de Sumar y Podemos. Sumar ha seguido con Podemos la estrategia del cuco, un pajarillo astuto que no se complica la vida haciendo nidos, custodiándolos y alimentando a los polluelos. La hembra de cuco, situada cerca del nido que ha elegido para parasitar, espera hasta que su anfitrión se confía y cuando en algún momento se ausenta, entra en él para retirar un huevo y reemplazarlo por otro propio.  Normalmente el huevo de cuco eclosiona antes que los del ave engañada y es cuando su polluelo, genéticamente marcado, aprovecha para echar fuera del nido los huevos o las crías del pajarillo. Donde entra un huevo de cuco, el final está marcado para todos los demás, que acabarán precipitados o muertos a picotazos.

 Después de tanto lloriqueo para que a la señora de Iglesias la incluyeran en la candidatura de Sumar y después de no conseguir que siguiera en un ministerio de la cuota, no era difícil imaginar el cabreo del macho alfa, que seguía sintiéndose el rey de la sabana comunista. La ruptura estaba servida, sobre todo porque, con cinco diputados -ya son cuatro-que habían conseguido en los nidos ocupados de Sumar, el conflicto alcanzaba mayor altura, porque Pedro Sánchez necesita a todos todo el tiempo. Aun así, aguantaron hasta que Yolanda Diaz, la “cuca” mayor, les dejó claro que no pintaban nada en Sumar, que no contaban con Podemos, que eran el pasado y una rémora para sus planes de futuro, señalándoles la puerta de salida. La ruta marcada por “la cuca” es que, si vienen mal dadas y Puigdemont acaba adelantando las elecciones generales, Sumar se sume al PSOE o… ¡Cuidado con el cuco! Y con la cuca besucona.

 Desde el día que un dedito entronizó a Yolanda Diaz como vicepresidenta y candidata, esta decidió quedarse con todo el nido. Poco a poco, fue descartando los huevos y los polluelos morados que, cuando se dieron cuenta, apenas les quedaba el recurso del pio-pio. Sumar esperó pacientemente a que se cumplieran los plazos para la eclosión de su nidada y a su tiempo, como hace el cuco, no tuvo piedad con los compañeros de nido, que tuvieron que elegir entre la muerte o hacerse cuclillos para salvarse. La hembra de cuco -no señalo a nadie- no tiene un plumaje vistoso ni un canto armonioso y es tan fea como presumida, pero va sobrada de paciencia y en la espera radica su éxito.

Mañana, en Galicia, divide y vencerás, Podemos pasará a Sumar la primera factura… ¿quedándose los dos fuera del parlamento? Y en junio, las elecciones europeas supondrán otro obstáculo difícil de saltar. Se llama morir matando, en Podemos han cogido la guadaña.

Aunque el gallego es esquivo y confuso en sus manifestaciones, Galicia es electoralmente previsible y no creo que se dé allí la sorpresa que ha adelantado Tezanos y su juguete demoscópico. Van y están todos contra el Partido Popular, buscando una grieta para reeditar el contubernio del Gobierno de Pedro Sánchez en la comunidad gallega, por lo que los populares tendrán que ajustarse a la mayoría absoluta de los 38, ya que el hueco del 37 dejaría un pasillo hacia el abismo en el que esperan con los brazos abiertos el BNG y PSOE. ¿Podrá el PP no dispararse en el pie un solo día?


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sábado, 10 de febrero de 2024

EL OPORTUNO IMPERTINENTE

 

El oportuno impertinente

Mi hija, 44 años, coge el libro recién llegado, rompe la envoltura y lee en voz alta el título: «¡Es un libro de Enrique Sánchez de León!: ‘Esos impertinentes reformistas de la Transición’». Hace una ojeada rápida, de crupier y lo deja sobre la mesa, con delicadeza, como si fuera de cristal. «¿Sabes quién es Enrique Sánchez de León?». Ella no lo duda: «Sí, un amigo tuyo». Acertó porque Enrique es un amigo al que quiero, un maestro al que admiro y una de las pocas personas que me han ayudado de verdad. Pero si señalo la edad de mi hija es porque su respuesta me ha hecho reflexionar sobre el «tempus fugit»: «Cualquiera de estas piedras nos sobrevivirá» (Arcadio). Ella es lectora, sabe escuchar, es médico, está informada y ha crecido en una casa en la que la Transición no es precisamente el Manuscrito de Voynich, pero lo que sabe de Enrique Sánchez de León, uno de los pilares esenciales de aquel periodo en España y desde luego, el fundamental en Extremadura, es que es amigo mío. Conociendo a Enrique, que nunca perdió el tiempo midiendo su sombra, hasta es posible que se sienta satisfecho con la simplificación de mi hija.


Enrique Sánchez de León fue uno de los personajes que argamasaron el paso entre la dictadura y la democracia, asfaltando el camino –que parecía imposible–, para evitar rupturas y enfrentamientos. Entre ese ramillete reducido de excelentes por su excelencia personal, por su cargo institucional, fue uno de los arquitectos que diseñaron la clave de bóveda de la Transición en España. Sin restar ningún mérito a los redactores de la Constitución, cuando ellos se sentaron a debatir, la mesa estaba puesta. Sugiero al respecto la lectura de ‘La transición política en Extremadura’, de un analista puntilloso como Feliciano Correa.


Va por etapas, pero, desde hace un par años, cada vez que activo el ordenador me acompaña la prodigiosa voz de Tracy Chapman, que hasta ahí llega mi capacidad de programación. A veces me adelanto y la oigo cuando aún no la ha desplegado. Algo así, pero en masa, ocurría en Extremadura cuando llegaba Enrique Sánchez de León, al que, por razones extrañas, se le oía antes de salir de Madrid. Se sabía que estaba cerca porque a la sede de UCD, generalmente vacía, llegaban desde todos los rincones de Extremadura. Que yo recuerde, nadie, nunca, tuvo tanto poder y tanto poder de convocatoria, aunque no sé qué iba primero. Ese tirón popular, incuestionable, es algo que el gran resentido, el odre de odio que gobernó Extremadura como un predio, no le perdonó jamás y, con mucho empeño, a base de ninguneo institucional, logró incluso que mi hija identifique a Enrique solo como un amigo de su padre.


Ahora, con prólogo de Ramón Tamames, la editorial Almuzara ha publicado las memorias de Enrique: ‘Esos impertinentes reformistas de la Transición’, para mí esenciales, porque nos adentran en aquellos días de desconcierto en los que, ni los fontaneros conocían los recodos para «dar agua mientras ponían las tuberías». El empeño de Sánchez de León, entre aquellos pocos, fue memorable, con la dificultad añadida de que no pertenecía a clanes comunitarios de poder, su ejecutoria estaba exenta de tiñas y tintes y la base de su pértiga la apoyaba en la lejana Extremadura. Ignorarlo es ignorarnos porque, a fin de cuentas, en su haber está cincelada la obra de un gran extremeño que no llegaba a los cargos para ocuparlos, sino para mejorarlos.

sábado, 3 de febrero de 2024

 

Que salga el sol por el oeste

Pedro Sánchez, su gobierno, socios de la zanahoria y su PSOE genuflexo, se han encontrado con un Puigdemont que parece tener una hoja de ruta definida y sabedor de que es el dios de las tempestades, está dispuesto para hacer naufragar cualquier barquichuelo que se le cruce en sus entrepiernas. ¿Dice lo que hace, es alguien en quien creer? De momento hace lo que dice y, aunque diga sandeces que no caben ni en la Constitución ni en cualquier cabeza sana, lo sostiene como un mandamiento inquebrantable, porque peor que él al pedir la luna, son los que confabulan, amasan y manipulan para poder servírsela en bandeja. ¿Entre toda esa marabunta hay alguien con una neurona? Lo escribo con cierta pena, pero creo firmemente que antes que Puigdemont, el que está necesitado de un psiquiatra es Pedro Sánchez.


El golpista –y no sabemos si también terrorista–, se sabe dueño de la situación y todos los demás, ERC, Sumar, BNG, Bildu, los mandilones arrodillados del PNV, los cuatro tamborileros de Podemos y lo que queda de aquello que fue PSOE, se enchaquetaron para escuchar la voz del amo y acudieron al Congreso dispuestos para aprobar una bochornosa «amnistía de mínimos» con la que, según dijo después el de Waterlóo: «Vais a mear sangre si creéis que sin un olvido universal y sin acotaciones temporales, esto puede prosperar». Peor que los cuernos en sí, es que se infecten. Y el del flequillo acortinado los está poniendo a diario. Hasta el santurrón estrábico y entregado de ERC se mostraba contrito.


Hago y me hago desde aquí una pregunta impertinente: ¿Quién ganará el pulso final, Pedro Sánchez o Puigdemont? Hecho el recuento, seguro de que incluso los miembros/as del Gobierno apuestan por el huido y hasta Pedro Sánchez ha levantado la mano en su favor. Y otra más: ¿Y ahora qué? Como las estadísticas no suelen fallar, llegará al Congreso un nuevo texto, puño y letra de Puigdemont, que, resumidamente, diga: «Quedan amnistiados todos los delitos, pasados, presentes y futuros, incluido el terrorismo cuqui, relativos al ‘procés’. El Estado español reconoce su arbitrariedad y su brutalidad y, en el camino de la reparación con la noble nación catalana, se hará un listado para, vía compensaciones económicas, personales e institucionales, remediar en lo posible el error histórico cometido contra un país soberano. En caso de duda se requiere el arbitraje de Puigdemont, que será el que determine el alcance de la norma aprobada».


El Gobierno señala la posible negativa del Tribunal Constitucional para acceder a la nuevas enmiendas, pero, como todos, Puigdemont también sabe que ese crucero lo dirige Conde Pumpido, que recibe la ruta por teléfono. Unos días de enredos, de negaciones e imposibles, que después, Félix Bolaños (ni en la cárcel he conocido a un personaje con tanta cara) dirá que se ha arreglado con algunos arreglitos morfológicos y dos tildes que faltaban, pero que la negativa es la misma, aunque la propuesta es mucho más sólida, constitucional y ajustada a derecho.


Este fin de semana he leído a muchos analistas que a la legislatura le ha dado Puigdemont la puntilla, pero creo que han olvidado la trayectoria de Pedro Sánchez-Gobierno-socios-PSOE, dispuesto a aprobar en el Congreso que el sol salga por el oeste, aunque Sazatornil, el genial actor catalán, la emprenda a tiros con el astro.


Hasta pasadas las elecciones europeas, en las que Puigdemont revalidará su escaño, lo de mear sangre no va a ser una figura retórica. Pero aun meando sangre, seguirán.

sábado, 27 de enero de 2024

ANTE LA MOMIA DE LENIN

 

Ante la momia de Lenin

Bajo una lluvia cansina, una veintena de extremeños hacíamos cola, prieta la fila, en la Plaza Roja de Moscú, para ver el cadáver momificado de Lenin. La previsión más optimista era de una hora, antes de subir la escalinata y al paso, sin detener la fila, ver a la deidad comunista. Muy lejos, posiblemente a más de un kilómetro de distancia, uno encendió un cigarrillo que, antes de la primera calada, un gigantón uniformado le apagó casi en la cara de un manotazo. La guíaintérprete, que nos conducía como rebaño, se acercó al osado y lo increpó en voz baja, muy airada: «¡Un respeto, no se puede fumar ni hablar en la fila para ver el cadáver del padre camarada!». En la cola muchas recién casadas, de blanco, soportaban la llovizna para ofrecer el ramo nupcial a la momia y alumnos de alguna academia militar, uniformados de gala para la ocasión, avanzaban firmes, en perfecto orden, mirada al frente, en silencio. Al llegar, seis escalones nos dejaban en una plataforma y desde ella, a la izquierda, ligeramente inclinada, estaba la momia, con los ojos cerrados e iluminada por una luz tenue que no dejaba ver los detalles. Al paso, no se podía bracear ni parar, solo mirar y seguir. ¿Momia, careta o un molde de escayola? Solo daba tiempo para una breve mirada y seguir hasta la salida en la que, fuera de la fila, uno se sentía liberado.


¿Qué hacíamos allí los extremeños? Eso nos lo preguntamos después, de vuelta al hotel, ateridos de frío y cuando habíamos cumplido con el extraño ceremonial de la cabezada ante la momia del líder supremo de la revolución bolchevique. Estábamos en Moscú, en los prolegómenos de sus Olimpiadas, junto a representantes de otras comunidades, para participar en la Feria Internacional del Libro, invitados por la embajada de la URSS en España. La delegación extremeña, en su mayoría compuesta por periodistas, tenía una programación cerrada, en la que entraba una visita al Pravda, el periódico oficial y casi de obligada lectura. El Ayuntamiento de Moscú, Teatro Bolshói, un centro cívico y el metro, pero sin salir de las estaciones preparadas como exposición para turistas. Viaje en tren a Leningrado (ahora San Petersburgo), visita al Hermitage... Querían mostrar una cara amable, pero como no tenían práctica, solo conseguían una caricatura.


Vladímir Ilích Uliánov, alias Lenin, murió el 21 de enero de 1924, pero en la Rusia actual, donde antes era el «día del llanto nacional» se ha programado el olvido del centenario de su muerte. Ya no hay colas para ver a la momia, las novias y los cadetes militares han desaparecido y solo los viejos comunistas homenajearon el pasado miércoles al líder bolchevique, en su mausoleo de la Plaza Roja, en la que llegaron a concentrarse un millón de personas «para llorar juntas». Un ceremonial restringido, sin música ni parafernalias, vigilado de cerca y mirado con recelo por los actuales mandatarios, que recuerda los celebrados en el Valle de los Caídos hasta la exhumación de Franco. En los medios de comunicación no ha habido recordatorio y el todopoderoso Pravda solo publicó un breve anecdotario, en el que se incluía la conveniencia de exhumar los restos y cerrar el mausoleo.


En el «zarismo» de Putin –capitalismo duro de clanes–, no cabe el comunismo ni su memoria, pese a haber cimentado su ascenso como admirador de Lenin y de Stalin. Hoy, en el revisionismo que Putin ha impuesto, Lenin es... ¡Una momia! Al «lenilismo» le tomó el relevo el «stalinismo» y después de muchos «ismos», ahora están el «putismo». Pobres rusos, siempre respirando debajo de una bota.

sábado, 20 de enero de 2024

 

Funcionarios de prisiones

En España hay 48.720 presos, distribuidos en 92 centros penitenciarios, pero la institución apenas se asoma a los telediarios y si lo hace es para subrayar algún fallo de la misma. Es la apestada del sistema. Ahora se ha fugado de la prisión de Alcalá Meco un recluso peligroso y llevamos más un mes con la tabarra del descontrol, de la falta de profesionalidad y hasta de la complicidad de algunos funcionarios, porque parece incomprensible que un recluso así pueda salir, tranquilamente, salvando todos los controles por un cúmulo de errores encadenados. Tres funcionarios han sido expedientados, una iniciativa lógica, porque es necesario depurar responsabilidades y, sobre todo, taponar esas grietas aisladas en un sistema de seguridad altamente eficaz, como las estadísticas demuestran.


¿Fuera de errores, se acuerda alguien de las prisiones? Jamás. Las cárceles son necesarias, pero nadie quiere saber de ellas y ni en el machaqueo oportunista de fechas claves, como fiestas y navidades, se acuerdan de los que están al frente de una institución con lo ‘mejorcito’ de cada casa. La policía coge a los delincuentes y los jueces los condenan, pero los que los atienden durante años son los funcionarios de prisiones.


Sobre las prisiones españolas existen bulos imposibles de desmontar, porque se parte de la premisa de que, como casi todo es un cachondeo, la cárcel no va a ser diferente, aunque lo es. Cada vez que entra en prisión un capitoste, político, financiero, famoso o con apellidos de relumbrón, siempre se suelta la bicha de que su vida allí dentro se asemeja a la de un ricacho caribeño, asoleándose bajo una palmera. Por supuesto comida a la carta, multicanales en la televisión, piscina, Internet y móvil para no perder sus contactos con el exterior. Y, no exagero, he llegado a oír que con entradas nocturnas de señoritas elegidas en un catálogo que facilitan los propios funcionarios… O con salidas después de la cena y vuelta en la madrugada para el recuento… ¡Cuánta tontería ha sembrado en algunas cabezas las series de narcos, sobre Pablo Escobar!


¿Alguien puede creer semejantes disparates? Sí. Las gilipolleces existen porque hay gilipollas que las propagan y gilipollas que las creen. En una tertulia televisiva, un sabihondo afamado, de esos que saben de todo, comentando el encierro de Oriol Junqueras y otros miembros del club de la comedia catalana, insinuaba, con mucho énfasis y peor leche: «Puedo asegurar que el rancho carcelario no lo ven y que no les falta la butifarra ni el cava». ¡Tonto p’a siempre!


Las prisiones españolas, así lo creo y alguna razón debe ampararme después de haber ejercido la docencia 43 años en ellas, son de lo poco serio que nos queda. En su seno da igual Agamenón que su porquero. Allí todos tienen la misma agenda, el mismo patio, el mismo comedor, el mismo retrete y rancho. No hay más privilegios de los que uno mismo gestiona con su buena conducta y esta no exime a nadie de los mismos horarios y las mismas restricciones. Los controles son tantos que, además, hacen imposible cualquier privilegio o inquina hacia un recluso… Salvando los trapicheos internos de grupos, mafias y clanes, dentro de la cárcel todos los reclusos tienen lo mismo, aunque ya se sabe: «Ay patio de la cárcel, / rincón de la barbería, / al que no tiene dinero, / lo afeitan con agua fría».


Y para acabar permítaseme un breve comentario sobre los funcionarios multidisciplinares que las atienden. En su conjunto son profesionales cualificados, titulados que se toman su trabajo con rigor y dedicación, y que no están allí para favorecer o desfavorecer a nadie. La cárcel es muy dura y los más «altos» son los que más la sufren, aunque algún sabidillo quiera denostar el sistema abonando una imaginación delirante. En ellas se acaba el cuento y la excelencia. En el mismo patio pasea el obispo y el monaguillo.